Pintora de gran talento; de las primeras mujeres en ingresar formalmente a una academia de arte. Superó las adversidades que se le presentaron y su legado reposa junto a las grandes obras del talento humano.

Como mencioné en una publicación anterior, iremos conociendo a varias talentosas mujeres que destacaron en el mundo del arte. Esta vez es el turno de Artemisia Gentileschi (1593-1654/56).

Fue una pintora italiana de inicio de la época Barroca. Desde temprana edad recibió educación artística por parte de su padre Orazio Gentileschi, también pintor, inculcándole el estilo de Caravaggio con el que él, al igual que muchos pintores de la época, estaba bastante familiarizado.

Como vimos anteriormente con Sofonisba, por ser mujer, la joven Artemisia no pudo estudiar en la academia de arte para seguir mejorando su técnica, de manera que su padre le consiguió un instructor privado, Agostino Tassi. Lamentablemente la llegada de este sujeto a su vida marcaría un punto oscuro; Tassi abusó sexualmente de ella, iniciando así un humillante proceso penal que duraría varios meses y del que ha quedado bastante documentación, logrando a su vez que podamos conocer acerca de los procedimientos judiciales concernientes al perjuicio contra las mujeres en ese tiempo. Durante el proceso Artemisia tuvo que soportar la tortura infligida a sus dedos para corroborar que no cambiaría su versión de los hechos ni siquiera bajo dolor y así saber que estaba diciendo la verdad. Finalmente el perpetuador, al que le descubrieron además otros cargos, fue juzgado, condenado a un año de prisión y posteriormente exiliado. Poco tiempo después Artemisia se casó con un pintor y logró “recuperar su honor” a ojos de la gente. Todo este acontecimiento pareció haber influido en parte de su obra artística, pues los personajes de algunas de sus pinturas poseen gestos violentos y vívidos deseos de venganza, como en el caso de una de sus mayores obras “Judith decapitando a Holofernes”.

«Judith decapitando a Holofernes» (2da versión y en la que dotó a los rostros los rasgos de Tassi en Holofernes y los de ella en Judith)

 

En 1614 Artemisia viaja a Florencia, en donde gozó de buena reputación y éxito. Fue la primera mujer en estudiar en la Accademia del Disegn en Florencia, convirtiéndose así en pionera de un cambio de pensamiento social. Logró posicionarse como una gran pintora y mantuvo buenas relaciones con interesantes personajes como Galileo Galilei o Cosme II de Médici. Entre estas amistades destacó también el sobrino de Miguel Ángel, quien le encomendó la labor de hacer una pintura para decorar el techo de la Casa Buonarroti, erigida en honor a su famoso tío. El resultado fue “Alegoría de la inclinación”, pintada cuando tenía 22 años y dotada de una gran sensualidad incluso para la época; de hecho, como al ser humano siempre le ha incomodado tanto su propia naturaleza, décadas más tarde se ordenaría a otro pintor hacerle sutiles vestimentas a la mujer de la obra (que muchos identifican como una versión de su propia autora), y así es como nos ha llegado hoy en día.

«Alegoría de la inclinación»

 

Su estilo se caracterizaba por un realismo siempre en constante mejora, y en el uso del claroscuro (fuertes contrastes entre elementos) como una de las técnicas para dotar de mayor dramatismo a las obras, aspectos muy influenciados por la obra de Caravaggio. Varios críticos de arte han ovacionado varias características de su trabajo, por ejemplo, en la mencionada obra de Judith y Holofernes, destaca por su realismo, entre otras, la distancia que toma Judith con respecto a su víctima, dando a entender que no desea manchar su vestido con sangre.

Emprendió viaje varias veces, pasando por Roma, aunque aquí no tuvo el éxito esperado; Londres, en donde se convirtió junto a su padre en pintora de la corte; y Nápoles, este último en donde se quedaría hasta el final de sus días, de los cuales no se conoce mucho.

Artemisia murió entre 1654 y 1656; poco después fue prácticamente olvidada hasta el siglo pasado. Su tumba fue destruida como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial.

Artemisia Gentileschi, autorretrato