Existen 3293 de casos documentados de violencia sexual relacionada con los conflictos cometidos en 2021 y verificados por la ONU

En este momento existen diez resoluciones sobre la mujer, la paz y la seguridad, cinco de las cuales se centran directamente en la prevención y el tratamiento de la violencia sexual relacionada con los conflictos, para una mujer de Ucrania, Afganistán, Myanmar o Tigray.

 

La representante especial del Secretario General de la Organización de Naciones Unidas, ONU, sobre la Violencia Sexual en los Conflictos, Pramila Patten recordó durante la presentación del último informe anual del Secretario General sobre la violencia sexual relacionada con los conflictos, que cuando el mundo se encuentra observando con atención los horrores que se están cometiendo en Ucrania, con amplias repercusiones en la estabilidad mundial, “otras crisis continúan agravándose entre bastidores”.

 

Patten explicó a los miembros del Consejo de Seguridad, que el análisis abarca la situación de 18 países, entre ellos los casos documentados de violencia sexual contra excombatientes mujeres y sus familias en Colombia, y documenta 3293 casos de violencia sexual relacionada con los conflictos cometidos en 2021 y verificados por la ONU. Esta cifra supone un aumento significativo de unos 800 casos en comparación con 2020.

 

El mayor número de incidentes se produjo en la República Democrática del Congo, con 1016 casos, y la gran mayoría de ellos los sufrieron las mujeres y las niñas – un 97%-. Además, se registraron 83 casos contra hombres y niños, la mayoría de ellos en centros de detención, y se verificó 12 casos dirigidos a personas LGBTQI.

 

Fomentar un entorno de protección

Aunque destacó que el informe transmite la gravedad de los incidentes verificados indicó que ningún análisis “puede captar toda la escala y la prevalencia de este delito crónicamente poco denunciado e históricamente oculto”.

 

“De hecho, las supervivientes siguen siendo silenciados por el trauma, el dolor y la desesperación, así como por el estigma, la inseguridad y la escasez de la prestación de servicios. Existe una relación entre el silencio individual y el silencio oficial: no se puede esperar que los supervivientes denuncien lo que el propio Estado niega. Cuando los agresores quedan libres, los supervivientes caminan con miedo, cargando con el peso del ostracismo y la vergüenza”, destacó.

 

Por ello, destacó que la idea central del informe “es la necesidad de fomentar un entorno de protección que inhiba la violencia sexual en primera instancia y permita una denuncia y una respuesta seguras” y destacó que el procesamiento de estos casos “es también una forma de prevención y puede ayudar a convertir la centenaria cultura de impunidad de estos crímenes en una cultura de disuasión”.

 

“Mientras que la impunidad normaliza la violencia, la justicia refuerza las normas globales. Es hora de pasar de la visibilidad a la rendición de cuentas, y de garantizar que la documentación de hoy se traduzca en los juicios de mañana. La prohibición de la violencia sexual es clara y categórica, pero las normas no tienen poder si no se conocen”, aclaró.

 

En consecuencia, pidió a todos los miembros del Consejo a liderar el camino que plasme esa prohibición en varios ámbitos como “los manuales militares, en la difusión y formación del Derecho Internacional Humanitario, en los códigos de conducta y en las medidas disciplinarias militares a todos los niveles de la cadena de mando”.

 

“Llevamos varios años diciendo en esta cámara que la violencia sexual es evitable, no inevitable. Ha llegado el momento de hacer que la responsabilidad sea inevitable. Los supervivientes deben ser vistos por sus sociedades como titulares de derechos que serán respetados y aplicados”, solicitó.

 

Fuente: https://news.un.org/es/story/2022/04/1507182

 

Foto de Kat Smith en Pexels