Sara Khadem, quien es poseedora de los títulos de Maestra Internacional y Gran Maestra, llevó a cabo la desafiante acción de no usar el hijab, mientras participaba en el World Rapid and Blitz Championships, en Kazajistán

El carácter de las iraníes en su revolucionaria lucha contra la misoginia de la dictadura teocrática que las agrede sin tregua, quedó nuevamente en evidencia: una joven campeona ajedrecista participó, sin hijab -el velo religioso que cubre la cabeza y los hombros de quienes lo usan-, en una competencia internacional.

Saradasat Khademalsharieh -más conocida, en occidente, como Sara Khadem- llevó a cabo la desafiante acción mientras participaba, el 28 de diciembre, en los Campeonatos Mundiales Rápidos y Repentinos (World Rapid and Blitz Championships) que la Federación Internacional de Ajedrez (Fédération Internationale d’Échecs, Fide) llevó a cabo, del 25 al 30 de diciembre, en Kazajistán -el país transcontinental cuyo territorio se ubica en la zona de convergencia de Asia Central y Europa Oriental-.

Al informar sobre la acción de Khadem, de 25 años, medios de comunicación internacionales no han citado declaraciones de la profesional, quien es poseedora de los títulos de Maestra Internacional (International Master, IM) y Gran Maestra (Woman Grand Master, WGM) de la Fide.

En reacción a la protesta de Khadem, el presidente de la Federación de Ajedrez de República Islámica de Irán (Chess Federation of Islamic Republic of Iran), Hassan Tamini, dijo, el 28 de diciembre, a la agencia informativa iraní Fars, que la joven participó, a título personal -no como representante oficial de Irán-, en la competencia.

“Esta jugadora de ajedrez participaba por su cuenta (…) no participó, en esas competiciones, a través de la federación”, aseguró Tamini, quien reafirmó que “fue de forma independiente, e hizo esta acción», insistió.

“No esperábamos que esa ajedrecista hiciera eso, porque había participado, en competiciones previas, conforme a las normas” -o sea, usando hijab-, afirmó.

Fotografías de su participación en diferentes competencias -incluido su retrato oficial en la página web de la Fide-, muestran a Khadem usando el hijab.

Sin embargo, la joven se sumó, en Kazajstán, a la protesta que miles de mujeres llevan a cabo, desde setiembre, en Irán, inicialmente contra la misógina política patriarcal mediante la cual el régimen islámico viola los derechos de la población femenina.

Su acción solidaria con las manifestantes, determinó que la ajedrecista, junto con su familia, tomaran la decisión de trasladarse a España, probablemente para solicitar asilo, en lugar de regresar a Irán, de acuerdo con lo informado por medios de comunicación del país europeo.

Según esas versiones, Khadem, su esposo -el documentalista Ardeshir Ahmadi-, y la bebé de ambos, se instalarían en un apartamento que la pareja posee en un lugar – no revelado, por seguridad- de España.

Fotografías de la gran maestra, compitiendo desprovista del hijab, fueron reproducidas por medios informativos internacionales, que, además, destacaron la incorporación de la ajedrecista a la desobediencia civil que tiene lugar en su país de origen.

La insurrección se inició como inmediata reacción al asesinato, el 16 de setiembre, de Mahsa Amini, de 23 años, luego de su detención, en Teherán, por efectivos de la Gasht-e Ershad (Policía Guía, o Policía Orientadora) -fuerza de seguridad de cumplimiento de la fe, popularmente conocida como “policía de la moral” -.

Los agentes involucrados en el arresto, acusaron a Amini de haber violado la estricta Ley sobre Hijab y Castidad, al llevar inadecuadamente puesto el velo, ya que no le ocultaba, completamente, el cabello.

La aplicación de esa legislación es responsabilidad de la Sede para el Ordenamiento del Bien y la Prohibición del Mal -algo así un ministerio de la moralidad-, y la severidad en la aplicación de esa ley fue fortalecida, en agosto, mediante decreto que emitió el severamente cuestionado presidente Iraní, Ebrahim Raisi.

El patriarcal régimen sacerdotal iraní obliga, a las mujeres -y a las niñas, a partir de la edad de siete años-, a usar hijab, cuyo propósito específico es el de cubrir el cabello -que, de acuerdo con lo establecido por la costumbre musulmana, las mujeres mantienen largo-.

Según lo determinado por la dictadura, el hijab debe usarse ajustado a la cabeza, de modo que, no hacerlo, implica brutal sanción.

Al igual que en el limítrofe Afganistán -bajo la tiranía del fundamentalista grupo islámico Talibán, establecida el 15 de agosto de 2021-, el régimen iraní aplica, severa y arbitrariamente, normas religiosas, en violación de las garantías fundamentales -en particular, despreciando los derechos de la población femenina.

En ese sentido, entre otras disposiciones, el código penal vigente en Irán determina que las mujeres cometen un delito si, en público, aparecen sin el hijab.

Instalada, en 1979, la misógina dictadura teocrática es encabezada por un líder supremo

-actualmente, el ultraconservador ayatola (máximo sacerdote) Ali Khamenei-, la más alta autoridad gubernamental -con rango superior al presidente-.

El régimen religioso fue constituido luego de que un proceso denominado Revolución Islámica (1978-1979) derrocó al monarca iraní, el sha (rey) Mohammad Reza Pahlavi -quien gobernó desde 1941 hasta 1979-, para instalar en el poder al ayatola Ruhollah Khomeini -quien estaba exiliado en Francia-.

Las protestas contra la dictadura teocrática iraní se han extendido al campo deportivo, lo que incluyó, algunas expresiones de repudio a la dictadura, en el marco del torneo por la Copa Mundial de Fútbol, llevado a cabo recientemente en el emirato árabe de Qatar.

Uno de esos pronunciamientos estuvo a cargo de los integrantes de la selección nacional masculina iraní, quienes, durante la ceremonia previa a uno de los partidos que protagonizó el equipo, se negaron a cantar el himno nacional.

Entretanto, mujeres iraníes participantes en torneos deportivos internacionales de diferentes especialidades, vienen marcando la tendencia de competir sin hijab.

Tal es el caso de la escaladora Elnaz Rekabi, quien compitió, en octubre, en Corea del Sur, desprovista del velo.

De acuerdo con versiones prosísticas del momento, Rekabi fue presionada, por la dictadura, mediante amenazas a su familia, para que regresara al país.

En el marco de un multitudinario recibimiento popular, el 21 de octubre, la deportista fue detenida, puesta bajo arresto domiciliario, privada de su teléfono celular, y amenazada con la confiscación de la propiedad inmueble de su familia, si se refería al tema, según las mismas fuentes.

Luego de aparente coacción por parte del régimen, para que formulara declaraciones fabricabas, Rekabi señaló, en un comunicado, que, en fotografía de su participación en la competencia, se la veía sin el hijab, debido a que olvidó colocarse el velo.

Según la versión oficial, la deportista no fue detenida sino que estaba descansando.

Por su parte, el Comité Olímpico Internacional (COI) informó, ese día, que la autoridad olímpica iraní le aseguró que la deportista “no sufrirá ninguna consecuencia”, por lo ocurrido.

Sin embargo, IranWire -agencia informativa iraní en el exilio, en el Reino Unido-, indicó, el 2 de diciembre, que el inmueble familiar fue destruido por efectivos policiales.

En la nota que tituló “Casa de familia de escaladora iraní Rekabi ‘destruida’” (Family House Of Iranian Climber Rekabi ‘Destroyed’”), el medio de comunicación denunció que, “de acuerdo con versiones periodísticas, la policía ha destruido la residencia de la familia en la noroccidental provincia iraní de Zanjan”.

“Davood Rekabi, hermano de la atleta -y también campeón escalador- difundió, en redes sociales, una fotografía que muestra el jardín destruido, y preguntó: ‘justicia, dónde estás?’”, según lo informado por IranWire.

“Fuentes periodísticas han dicho que Davood, quien ha ganado más de 10 medallas en competencias de escalada lo mismo nacionales que internacionales, fue condenado a pagar el equivalente a 5,000 dólares, por una ‘contravención’ no revelada”, agregó.