Insta a la comunidad internacional a presionar a los talibanes, con el objetivo de “promover una reversión urgente” de las políticas misóginas que vienen imponiendo desde su ilegítima llegada al poder
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas condenó la decisión de la dictadura religiosa talibana de prohibir que mujeres trabajen para la organización mundial, en Afganistán, y planteó que la ilegal medida sea revertida
También exhortó, en la resolución aprobada el 27 de abril -por unanimidad de los 15 países miembros del consejo-, a la comunidad internacional a que presione, a la teocracia gobernante, para lograr que la misógina acción quede sin efecto.
Por su parte, organizaciones de mujeres afganas formularon, dos días después, un llamado a que ningún país reconozca al régimen fundamentalista.
Todo ello, con anterioridad a la reunión que Naciones Unidas convocó, para los días 1 y 2 de mayo, con el propósito de lograr acuerdos en torno a aspectos clave referidos al país del oeste asiático -en particular, la situación de los derechos de la población femenina, lo mismo adulta que menor de edad-.
También para determinar la manera de abordar tales temas, con la dictadura.
Según la resolución adoptada en la sede de Naciones Unidas, en la nororiental ciudad estadounidense de Nueva York, “el Consejo de Seguridad condena la decisión de los talibanes de prohibir que las mujeres afganas trabajen para las Naciones Unidas en Afganistán, lo que socava los derechos humanos y los principios humanitarios”.
Además, el organismo mundial instó, a la dictadura, “a poner fin a las políticas y prácticas que violan los derechos humanos de las mujeres, incluidos los relacionados con su acceso a la educación, el empleo y la libertad de movimiento”.
Asimismo, los países miembros del consejo exhortaron, puntualmente, a las autoridades talibanas, a “que reviertan rápidamente” la decisión de prohibir el trabajo femenino.
En similar planteamiento, señalaron la necesidad de que la comunidad internacional presione a los talibanes, con el objetivo de “promover una reversión urgente” de las políticas misóginas que vienen imponiendo desde su ilegítima llegada al poder, en agosto de 2021.
Al expresar “profunda preocupación por la prohibición de que las mujeres trabajen” para Naciones Unidas, en Afganistán, el consejo advirtió que la ilegal disposición “repercutirá negativa y gravemente en las operaciones de ayuda”, de la organización mundial, a la población del, país, brutalmente golpeada por la imperante crisis humanitaria que la afecta hace casi dos años.
También vaticinó que la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán (United Nations Assistance Mission in Afghanistan, Unama) “tampoco podrá cumplir su mandato humanitario hasta que finalice la prohibición”.
La prohibición “no tiene precedente en la historia de las Naciones Unidas”, precisó, además.
Las trabajadoras constituyen la fuerza de tarea esencial para interactuar con las personas destinatarias de la ayuda -principalmente las mujeres-, en el contexto de prohibición de contacto, de las afganas, con hombres quienes no sean parte de su entorno familiar.
Ello deriva de la arbitraria interpretación del Corán -el libro sagrado del Islam-, a partir de la cual los talibanes privan, brutalmente, a las mujeres, del ejercicio de los derechos humanos -lo que incluye severas limitaciones en lo que respecta a la comunicación con interlocutores masculinos-.
Tal arbitrariedad, hace imprescindible la conexión entre las trabajadoras afganas de Naciones Unidas, y las mujeres y las niñas habitantes de las diferentes comunidades.
“El Consejo de Seguridad condena la decisión de los talibanes de prohibir que las mujeres afganas trabajen para la ONU en Afganistán, lo que socava los derechos humanos y los principios humanitarios”, destaca la resolución.
Además, instó al Gobierno talibán a poner fin a las políticas y prácticas que violan los derechos humanos de las mujeres, incluidos los relacionados con su acceso a la educación, el empleo y la libertad de movimiento.
Entretanto, organizaciones de mujeres realizaron, el 29 de abril, en Kabul -la capital afgana-, una manifestación para apoyar la exhortación, a los países en general, a no reconocer a la dictadura talibana como gobierno legítimo, de acuerdo con versiones periodísticas internacionales.
La marcha se llevó a cabio dos días antes de que iniciara la reunión convocada por Naciones Unidas, para el 1 y el 2 de mayo, en Doha -la capital de Qatar, país árabe en la costa del Golfo Pérsico-.
Con la participación de una veintena de países, los mismo que de la Organización para la Cooperación Islámica (Organization of Islamic Cooperation, OIC), la agenda del encuentro incluyó, como tema central, los derechos de la población femenina afgana, de acuerdo con lo que informó, el 1 de mayo, Stéphane Dujarric, portavoz del secretario general de las Naciones Unidas, el portugués António Guterres.
También se previó abordar aspectos tales como “una gobernanza inclusiva, y la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico”, dijo.
El encuentro fue programado para lograr un “entendimiento común, dentro de la comunidad internacional, sobre cómo tratar, con los talibanes, estos asuntos”, explicó Dujarric.
Surgido en 1994, en el marco de la guerra civil afgana (1992-1996), el grupo fundamentalista islámico Talibán estuvo, desde 1996 hasta 2001, en control de aproximadamente tres cuartas partes de los algo más de 652 mil kilómetros cuadrados que constituyen el territorio nacional.
La tiranía teocrática -que se caracteriza por despiadadas violaciones a los derechos humanos, en particular de la población femenina- fue derrocada en diciembre de 2001, por una invasión militar internacional, encabezada por Estados Unidos.
No obstante, esa derrota, el movimiento se mantuvo, desde entonces, en resistencia armada contra la ocupación foránea.
Tras el retiro, a mediados de 2021, de las tropas estadounidenses -las fuerzas extranjeras que entonces mantenían la intervención-, la ofensiva talibana logró el objetivo de derrocar al gobierno del presidente (2014-2021) Mohammad Ashraf Ghani, cuando tomó, el 15 de agosto del año pasado, el control de Kabul, la capital nacional -por lo tanto, del país-.
Foto: Navid Sohrabi