El inminente 8 de marzo -Día Internacional de la Mujer- se enmarca en la necesidad de mantener los esfuerzos por erradicar la desigualdad de género, específicamente fortaleciendo el frente financiero

En un material previo al 8 de marzo, que presenta en su sitio en Internet, la Entidad de las Naciones Unidas para la igualdad de Género y el empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres) advirtió que, no enfrentarla ahora la brecha salarial posiblemente se cierre dentro de sesenta y dos años. En ese sentido, el lema para este 8M plantea “Financiar los derechos de las mujeres: acelerar la igualdad”.

De acuerdo con datos de otras agencias especializadas de Naciones Unidas, las mujeres constituyen un 49.7 por ciento de la población mundial -a su vez, estimada en algo superior a ocho mil millones-.

Cifras preocupantes

“Hoy, 1 de cada 3 mujeres sufre violencia a lo largo de su vida; 830 mujeres mueren cada día de causas evitables relacionadas con el embarazo; sólo 1 de 4 parlamentarios son mujeres a nivel mundial; y hasta 2086 no se cerrará la brecha salarial si no se contrarresta la tendencia actual”, denunció.

El dramático cuadro de situación así descrito, señala, según la entidad internacional, que “la desigualdad de género es endémica”.

Por ello, y teniendo presente la Agenda para el Desarrollo Sostenible -el plazo para cuyo cumplimiento está a siete años-, “tenemos que luchar para que las próximas generaciones vivan en un mundo donde la mujer pueda expresarse, decidir e intervenir, y disfrutar de los mismos derechos que el hombre”, planteó.

ONU Mujeres hizo, así, referencia al proceso que, conducente a la determinación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), inició en la conferencia mundial que tuvo lugar, del 4 al 15 de setiembre de 1995, en la capital de la República Popular China, cuando fueron aprobadas la Plataforma de Acción de Beijing, y la Declaración de Beijing -iniciativas que tomaron, de esa ciudad, sus respectivos nombres-.

La plataforma, consistente en seis capítulos, contenidos en 138 páginas, se define, en el primero de sus 361 artículos, como “un programa encaminado a crear condiciones necesarias para la potenciación del papel de la mujer en la sociedad”.

También señala que su propósito central radica en “acelerar la aplicación” de estrategias “orientadas hacia el futuro para el adelanto de la mujer1y eliminar todos los obstáculos que dificultan la participación activa de la mujer en todas las esferas de la vida pública y privada”.

Ello, “mediante una participación plena y en pie de igualdad en el proceso de adopción de decisiones en las esferas económica, social, cultural y política”, lo que “también supone el establecimiento del principio de que mujeres y hombres deben compartir el poder y las responsabilidades en el hogar, en el lugar de trabajo y, a nivel más amplio, en la comunidad nacional e internacional”, agrega.

La plataforma es complementada, desde 2015, por la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible que, aprobada ese año por la Asamblea General de las Naciones Unidas, contiene los ODS, que consisten en 17 metas establecidas para cumplirse, a más tardar, para 2030.

El quinto de los ODS -referido, puntualmente, a “Igualdad de Género”-, apunta a poner fin a todas las formas de discriminación contra las mujeres y las niñas”, señalando, entre otros planteamientos, que ello no solamente constituye un derecho humano básico, sino que es crucial para el desarrollo sostenible en general.

También establece la necesidad de “eliminar todas las prácticas nocivas, como el matrimonio infantil, precoz y forzado, y las mutilaciones genitales femeninas”.

En un extenso comunicado que difundió, el 2 de enero, en su sitio en Internet, ONU Mujeres planteó que el multimillonario déficit anual, en materia de financiamiento de acciones mundiales para lograr la igualdad de género, plantea la urgente necesidad de aportar fondos con miras a que ese objetivo sea realidad para 2030

Ese objetivo constituye el principal desafío, en materia de promoción y defensa de los derechos humanos, aseguró, además de identificar cinco áreas temáticas que ameritan acción coordinada internacionalmente.

Se trata, respectivamente, de inversión monetaria, erradicación de la pobreza, erradicación de la pobreza, financiamiento con sensibilidad de género, establecimiento de la sociedad del cuidado, apoyo a las organizaciones feministas, puntualizó.

Respecto a la situación -en general, dramática- de la población femenina, a nivel mundial, ONU Mujeres presenta, igualmente en Internet, una línea de tiempo que -titulada “Mujeres del mundo, ¡únanse!”-, contiene los principales hitos en la histórica lucha, desde el siglo 19, en diversos puntos del planeta, con miras a erradicar la discriminación, la violencia, el menosprecio característico de la brecha de género.

Según la entidad especializada, “paso a paso se impulsa el movimiento de las mujeres, incluso ante las adversidades”.

Contexto histórico

Entre los principales momentos históricos contenidos en la gráfica narración, figura la carta abierta que 17 delegadas y asesoras en la recién creada (1945) Naciones Unidas dirigieron, a las mujeres del mudo.

El texto fue leído por la entonces delegada de Estados Unidos en la organización mundial, la ex primera dama estadounidense Eleanor Roosevelt, una de las mujeres quienes tuvieron destacada participación en la Declaración Universal de Derechos Humanos -aprobada en 1948, por la Asamblea General de las Naciones Unidas-.

Roosevelt -quien fue esposa del cuatro veces presidente estadounidense (1933-1937, 1937-1941, 1941-1945, fallecido, en 1945, al inicio de su cuarto mandato)- leyó, en 1946, el documento en el marco de la sesión inaugural de la Asamblea General -llevada a cabo en Londres, ya que la organización mundial no contaba aún con su actual sede mundial, en la ciudad estadounidense de Nueva York-.

Entre las 17 firmantes del mensaje de género, figuraron las latinoamericanas Minerva Bernardino (República Dominicana), Bertha Lutz (Brasil), e Isabel de Vidal (Uruguay).

Bernardino, una líder feminista y diplomática de la isleña nación del Caribe hispanoparlante, tuvo incidencia decisiva en la inclusión de aspectos clave -los derechos de las mujeres, la no discriminación sexual- en la Carta de las Naciones Unidas -vigente desde 1945-.

En la “Carta abierta dirigida a las mujeres del mudo, por las mujeres que han participado como representantes en la primera Asamblea General de las Naciones Unidas”, las firmantes plantearon, visionariamente, la necesidad de activa participación femenina en materia política y diplomática.

Al respecto, señalaron lo describieron como la oportunidad y la responsabilidad, presentadas, a las mujeres integrantes de la entonces nueva organización mundial, de hacer realidad ese objetivo.

“Esta primera Asamblea de las Naciones Unidas es el segundo intento que hacen los pueblos del mundo de vivir en paz en una comunidad democrática mundial”, señalaron.

El grupo hizo, así, alusión a la Liga de las Naciones (1920-1946), organización global que, constituida luego de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), fue la antecesora inmediata de Naciones Unidas.

“Esta nueva oportunidad de paz se consiguió gracias a los esfuerzos conjuntos de hombres y mujeres realizados en pro del ideal común de libertad humana en un momento en que la necesidad de un esfuerzo mancomunado rompió las barreras de raza, credo y sexo”, agregaron las autoras de la carta abierta.

“Teniendo en cuenta la variedad de tareas que las mujeres realizaron tan notablemente y valientemente durante la (segunda) guerra (mundial), nos complace que diecisiete representantes y asesoras que representantes once Estados miembros, participen al inicio de esta nueva fase de esfuerzo internacional”.

“Confiamos que su participación en los trabajos de la Organización de las Naciones Unidas aumentará en importancia y se caracterizará por una mayor comprensión y penetración”.

Para ello, “pedimos en los gobiernos del mundo que alienten las mujeres de todo el mundo a participar más activamente en los asuntos nacionales e internacionales”, expresaron.

“Y que las mujeres sean conscientes de las oportunidades que brinda el momento actual de participar y trabajar en la paz y la reconstrucción, del mismo modo que lo hicieron en la guerra y la resistencia”, iniciaron.

En el segundo caso, hicieron alusión a los movimientos civiles armados de resistencia a la ocupación alemana nazi de varios países europeos.

“Encontrándonos de acuerdo en estos puntos, nuestro grupo desea exponer a las mujeres de todos nuestros países nuestra firme convicción que a las mujeres de las Naciones Unidas se les presenta una importante oportunidad y se les ofrece una gran responsabilidad”, indicaron, a manera de llamado.

“Primero, reconocer el progreso que han hecho las mujeres durante la guerra participando activamente en el esfuerzo para mejorar el nivel de vida en sus propios países y en el trabajo urgente de la reconstrucción” de posguerra, comenzaron a precisar.

Esto significa que “hay mujeres capacitadas dispuestas a asumir responsabilidades cuando surjan nuevas oportunidades”, aseguraron, a continuación.

“Segundo, formar a sus hijos e hijas para que entiendan los problemas mundiales y la necesidad de la cooperación internacional, así como los problemas de sus propios países”, recomendaron.

Las autoras de la carta puntualizaron, asimismo, la evidente perspectiva de contextos negativos en materia política en general, y de los derechos de las mujeres y las niñas, en articular.

“Tercero, no dejarse engañar por movimientos antidemocráticos ni ahora ni en el futuro”, recomendaron, puntualmente.

“Cuarto, reconocer que su plena participación en la vida y las responsabilidades de sus países y de la comunidad mundial es un objetivo común, hacia el cual las mujeres del mundo tendrían que ayudarse mutuamente”, agregaron.

Al terminar la lectura de la carta, Roosevelt planteó, en términos generales, que los gobiernos de los 55 países entonces representados en la Asamblea General -actualmente, son 193-, “tienen la responsabilidad de infundir, a nuestros pueblos, el convencimiento de que las Naciones Unidas pueden ser un instrumento para conseguir la paz, si le dedicamos la misma energía que desplegamos para ganar la guerra”.

En cuanto a los derechos de la población femenina mundial, aseguró, puntualmente, que “las mujeres reclaman cosas que los hombres olvidan”.