El hecho de que los países cuyos gobernantes son mujeres presentan el mejor desempeño, mundialmente, en cuanto a hacer frente a la pandemia del coronavirus, demuestra que es urgente la promoción de liderazgos femeninos.

Apenas 10 entre los actuales 152 gobernantes, a nivel mundial, son mujeres, además de que constituyen un 25 por ciento de los legisladores, señaló la académica y escritora estadounidense Leta Hong Fincher, en un artículo de opinión difundido por la cadena estadounidense de televisión Cable News Network (CNN).

En materia de respuesta gubernamental oportuna para controlar la propagación mundial de la Enfermedad Coronavirus 2019 (Coronavirus Disease 2019, COVID-19) –causada por el nuevo coronavirus-, la académica señaló que lo actuado exitosamente por varias de esas gobernantes demuestra que “un número desproporcionadamente grande de líderes que actuaron temprana y decisivamente eran mujeres”.

La proporción de “mujeres líderes que logran controlar esta pandemia, hasta ahora, debería mostrarnos que la igualdad de género es fundamental para la salud pública mundial y la seguridad internacional”, aseguró, en el extenso artículo, titulado “Las mujeres que lideran varios países están haciendo un trabajo desproporcionadamente excelente para manejar la pandemia de coronavirus. Entonces, ¿por qué no hay más de ellas?”.

“Ya es hora de que reconozcamos que el mundo necesita urgentemente más mujeres líderes e igual representación de mujeres en todos los niveles de la política”, expresó la autora de los libros “Leftover Women: The Resurgence of Gender Inequality in China” (“Mujeres Sobrantes: el Resurgimiento de la Desigualdad de Género en China”) y “Betraying Big Brother: The Feminist Awakening in China” (“Traicionando al Hermano Mayor: el Despertar Feminista en China”), respectivamente publicados en 2014 y 2018.

En materia de oportuna acción ante la pandemia del coronavirus, la autora enfocó su análisis en media decena de ejemplos.

“Cuando la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, escuchó sobre un misterioso virus nuevo que infectaba a los ciudadanos de Wuhan, en diciembre del año pasado, inmediatamente ordenó que se inspeccionaran todos los aviones que llegaban desde Wuhan”, señaló, respecto a la capital de la provincia de Hubei, en la zona central de la República Popular China, país asiático del cual la isleña Taiwán es limítrofe.

“Luego estableció un centro de mando epidémico, aumentó la producción de equipos de protección personal, como mascarillas, y restringió todos los vuelos desde China continental, Hong Kong y Macao (ambas, cercanas regiones administrativas chinas)”, agregó, en referencia a lo que describió como “las medidas de intervención temprana y agresiva de Taiwán” contra la COVID-19.

Por su parte, “Alemania, con 83 millones de ciudadanos” presenta proporciones de casos y de víctimas fatales “muy por debajo de la mayoría de los otros países europeos”, a causa de las acciones emprendida por la canciller Angela Merkel, señaló.

“Alemania tiene las camas de cuidados intensivos y el programa de pruebas de coronavirus a mayor escala en Europa”, planteó, a manera de ejemplo.

En el caso de Nueva Zelandia, “la primera ministra Jacinda Ardern cerró las fronteras (…) a los visitantes extranjeros, el 19 de marzo, y anunció un cierre de cuatro semanas del país, el 23 de marzo, exigiendo que todos los trabajadores no esenciales permanecieran en sus hogares, excepto para hacer compras o hacer ejercicio cerca”, relató, además de destacar que “Nueva Zelandia está a la mitad de su encierro, y Ardern ha dicho que no terminará pronto”.

La autora citó a la primera ministra quien, en el marco de la acciones gubernamentales, dijo, la semana pasada, que, “ante la mayor amenaza para la salud humana que hemos visto en más de un siglo, los kiwis [como se les dice coloquialmente a los neozelandeses] han implementado silenciosa y colectivamente un muro de defensa en todo el país”.

También mencionó el hecho de que, en los cuatro –de los cinco- países nórdicos gobernados por mujeres, la situación viene siendo similar, y que la excepción es Suecia, cuyo primer ministro, Stefan Löfven, “se negó a imponer una orden de confinamiento y mantuvo abiertas las escuelas y las empresas”, por lo que, en ese país, “la tasa de mortalidad se ha disparado más que en la mayoría de los demás países europeos”.

Situaciones similares a la sueca están teniendo lugar en otros países, que son liderados por gobernantes a quienes describió como “hombres incompetentes y negadores de la ciencia”, quienes “han provocado brotes catastróficos de coronavirus”.

Como ejemplos, mencionó a Estados Unidos, a Gran Bretaña, y a China.

“El epicentro de la pandemia es ahora Estados Unidos, donde el presidente Donald Trump acusó inicialmente al Partido Demócrata de politizar el virus como un ‘engaño’ y no prestó atención a las advertencias múltiples de los principales científicos durante meses”, indicó.

“Eso ayudó a provocar la emergencia actual de más de 25.000 muertes por coronavirus y medio millón de casos, que continúan aumentando cada día”, denunció, a continuación.

“De manera similar, el primer ministro de Gran Bretaña, Boris Johnson, desestimó la gravedad de la crisis de salud pública y se negó a implementar restricciones en las reuniones sociales mucho después de que otros países europeos se cerraran”, siguió señalando.

“Antes de ser hospitalizado por covid-19, les dijo a los periodistas que el virus no le impediría estrechar la mano de los pacientes de un hospital”, agregó.

“Y el coronavirus no se habría extendido por todo el mundo tan rápidamente si el presidente de China, Xi Jinping, no hubiera permitido que cinco millones de personas dejaran Wuhan antes de que se cerrara”, aseguró.

Respecto a la brecha de género en materia de participación política y en cargos de toma de decisiones, la autora citó a Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora ejecutiva de la Entidad de las Naciones Unidas para Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres), y ex vicepresidenta (2005-2008) de Sudáfrica, en el sentido de que “hemos creado un mundo donde las mujeres son exprimidas en solo el 25%, una cuarta parte del espacio, tanto en las salas de toma de decisiones físicas como en las historias que contamos sobre nuestras vidas”, pero “una cuarta parte no es suficiente”.