Pese a las críticas de la comunidad internacional a las disposiciones implementadas por el Ministerio de Promoción de la Virtud y Prevención del Vicio, este país continúan violando la igualdad de los derechos de las mujeres
El régimen fundamentalista islámico Talibán instalado hace casi un año en Afganistán apunta, mediante su política violadora de los derechos humanos, a invisibilizar a las mujeres, en el contexto social del país asiático.
Al formular la denuncia, Arifa Fatimi, activista afgana en la defensa de las garantías fundamentales, aseguró que las numerosas restricciones para la población femenina procuran lograr ese objetivo.
Fatimi -quien ha participado en manifestaciones de protesta llevadas a cabo en Kabul, la capital nacional- se refirió, asimismo, a las obligaciones impuestas por la dictadura, lo que también implica sumisión a los dictados del fortalecido patriarcado local.
“Las decisiones tomadas por los talibanes, con respecto a las mujeres, cumplen un patrón de hacerlas invisibles en la sociedad”, dijo Fatimi, en declaraciones reproducidas, el 11 de agosto, por la agencia informativa española Efe.
Las disposiciones generales -implementadas, principalmente, a través del Ministerio de Promoción de la Virtud y Prevención del Vicio, que reemplazó, en setiembre, al de Asuntos de la Mujer- prohíben, a las niñas, el acceso a la educación secundaria, impiden la libertad de prensa, han terminado con las protestas de mujeres contra la dictadura.
También se prohíbe, específicamente a las mujeres, salir de su lugar de residencia, lo mismo que viajar largas distancias, sin la compañía de un varón -familiar o esposo-, y conducir vehículos.
Entre otras medidas, se las obliga a usar burka -prenda religiosa que cubre desde la cabeza hasta los pies-.
Fatimi reflexionó, asimismo, en el sentido de que, “las mujeres y las niñas, no tienen ninguna esperanza ni optimismo por el futuro de Afganistán, ni sobre si los talibanes cambiarán en el futuro”.
La activista denunció, además, la pérdida de los derechos consolidados, en Afganistán, durante las dos décadas que el movimiento se mantuvo en lucha armada, tratando de llegar al poder.
Surgido en 1994, en el marco de la guerra civil afgana (1992-1996), el grupo terrorista mantuvo, desde 1996 hasta 2001, el control de aproximadamente tres cuartas partes de los algo más de 652 mil kilómetros cuadrados que constituyen el territorio afgano.
La violenta administración talibana -caracterizada por brutales violaciones a los derechos humanos, en particular de las mujeres y las niñas- fue derrocada en diciembre de 2001, cuando Afganistán fue escenario de una invasión militar internacional, encabezada por Estados Unidos.
No obstante esa derrota, el movimiento sostuvo la resistencia por la vía de las armas.
Tras el retiro, a mediados del año pasado, de las tropas estadounidenses -las fuerzas extranjeras que mantenían la ocupación en el país asiático-, la ofensiva talibana logró el objetivo de derrocar al gobierno del presidente (2014-2021) Mohammad Ashraf Ghani, cuando tomó, el 15 de agosto, el control de Kabul -por lo tanto, del país-.
Respecto al régimen dictatorial establecido entonces, Efe citó denuncias de organizaciones internacionales defensoras de los derechos humanos, en particular un planteamiento de Amnistía Internacional (AI), formulado en julio de 2022.
Desde que tomaron plenamente el poder, el año pasado, los talibanes han “diezmado el sistema de protección y apoyo para aquellas que huían de la violencia doméstica, detenido a mujeres y niñas por pequeñas infracciones de normas discriminatorias y contribuido a un aumento en el número de matrimonios infantiles y forzosos!”, señaló la organización.
La opresiva situación de las mujeres en Afganistán se enmarca en una dramática crisis humanitaria general que golpea al país.
En ese contexto, de acuerdo con datos de Naciones Unidas, aproximadamente 59 por ciento de la población nacional -cuyo total es de alrededor de 39 millones- requiere asistencia.
En declaraciones reproducidas el 9 de mayo, por agencia informativa Europa Press, la directora ejecutiva de la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres), la jordana Sima Bahous, advirtió que cualquier limitación a los derechos humanos, por razón de género, golpea a la población en términos generales.
Lo que ocurre en ese sentido, específicamente, bajo el régimen fundamentalista islámico talibán, en Afganistán, es un particular motivo de preocupación, aseguró Bahous, quien se desempeña, simultáneamente, como secretaria general adjunta de las Naciones Unidas.
“Cuando se restringe los derechos de las mujeres, todos sufren”, advirtió, a manera de reflexión.
Lo que ocurre en el país asiático, es una escalada represiva de género, agregó.
“Estas restricciones limitan, cada vez más, la capacidad de las mujeres para ganarse la vida, acceder a atención sanitaria y educación, buscar protección, escapar de situaciones de violencia, y ejercer sus derechos individuales y colectivos”, denunció Bahous, una defensora de los derechos humanos -particularmente de las mujeres-.
Se trata de “violaciones aceleradas” contra las garantías de la población femenina -tanto de las adultas como de las menores-.
En ese sentido, advirtió que tales acciones de violencia patriarcal “están socavando el progreso de Afganistán, en muchas áreas, e impactan en su crecimiento económico y social”.