Agnès Varda (30 de mayo de 1928, Bruselas), es una fotógrafa y cineasta francesa, conocida por ser precursora y la única mujer en desarrollar su carrera como cineasta en la Nouvelle Vague (Nueva ola del cine francés).

En una época y una profesión preponderantemente “de hombres” como es el cine, Agnès no solo participó y tuvo un rol significativo, sino que fue una de las primeras personas en dar un paso hacia la innovación, experimentando e imponiéndose contra la estructura del cine como se conocía hasta entonces en Francia. De ahí que más tarde comenzaran a llamarla «La abuela de la Nouvelle Vague», aunque recientemente ella indicó que «Soy la dinosaurio de la Nouvelle Vague» ya que es, junto a Jean-Luc Godard, los únicos sobrevivientes de este movimiento.

“Godard y yo somos los dos restos, los dos dinosaurios que quedan de la Nouvelle Vague. Eso sí, muy distintos de carácter”, afirmó en el 2017, tras recibir el premio Donostia, en el Festival de San Sebastián.

En ese mismo año participó en los premios de Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas. Por una parte, su más reciente trabajo junto «JR»,  «Visages, villages» (Rostros y lugares), fue nominado al Óscar por mejor largometraje documental, y por otro lado se le otorgó la estatuilla honorífica por su huella en el mundo de la cinematografía. Este último premio la convirtió también en la PRIMERA MUJER EN RECIBIR UN ÓSCAR HONORÍFICO. Y en un emotivo e importante acto para las mujeres, recibió el premio de manos de grandes mujeres activistas como Angelina Jolie (con la que además bailó en el escenario), Jessica Chastain y Kimberly Peirce.

Una anécdota muy divertida que retrata muy bien la personalidad de Agnes, sucedió en la alfombra roja y en el tradicional almuerzo al que acuden todos los nominados de cada edición y al que no asistió, pero se las ingenió para estar presente -de alguna manera- ya que envió con su amigo (y codirector de su último filme) una figura de cartón. Esta versión de tamaño natural de la directora, que incluso incluyó a su gato, se ganó el corazón de todos los presentes y de la prensa en general. ¡Todos querían posar con ella!

Agnès Varda y el feminismo

Una de las características de la Nouvelle Vague es la manera en la que abordaba el tema de la condición humana y el existencialismo. En su amplia filmografía podemos encontrar muchas obras que tratan temas relacionados con la mujer, como el cortometraje «Respuesta de mujeres: nuestro cuerpo, nuestro sexo» de 1975 (de esta obra espero escribirles en otra ocasión, por lo que tiene mi total recomendación), o «Una canta, la otra no» de (1977) que tiene una visión más positiva y colorida.

El 5 de abril de 1971, en el número 334 de la revista francesa “Le Nouvel Observateur”, se firmó «Le manifeste des 343 salopes» (El manifiesto de las 343 zorras), redactado por Simone de Beauvoir. Consistía en una declaración firmada por 343 mujeres que afirmaban haber tenido un aborto y que se exponían a ser sometidas a procedimientos penales. En esta publicación Varda fue una de las protagonistas.

«Un millón de mujeres abortan cada año en Francia. Ellas lo hacen en condiciones peligrosas debido a la clandestinidad a la que son condenadas cuando esta operación, practicada bajo control médico, es una de las más simples. Se sume en el silencio a estos millones de mujeres. Yo declaro que soy una de ellas. Declaro haber abortado. Al igual que reclamamos el libre acceso a los medios anticonceptivos, reclamamos el aborto libre.»

Sobre este manifiesto, en años recientes Varda manifestó que:

«La justicia de clase era insostenible: se juzgaba a chicas de clase baja, mientras que las famosas tenían una especie de impunidad. Nadie se habría atrevido a detener a Françoise Sagan o Catherine Deneuve (que también lo firmaron). El feminismo avanza, pero lentamente. Soy feminista porque creo en los derechos de las mujeres, en su inteligencia, en sus capacidades, en su sentido del humor, en sus posibilidades, en su lugar en la sociedad y en la familia…»

Por lo tanto, no es de extrañarse que hoy en día a Agnès se le conoce como: «La pionera del cine feminista» y «La pionera del cine hecho por mujeres» entre otros títulos en los que fue «La primera». Una leyenda viviente, no solo del cine y la fotografía, que hoy en día sigue en pie a sus 90 años, sigue afirmando con su vida y obra que “Hay que estar siempre reinventando la vida”.