La defensa del ambiente y de los derechos de las mujeres constituye, más que una alternativa, un compromiso que es necesario asumir en unidad.
Para ello, cada persona debe tener consciencia de los problemas que, en ambos campos, golpean a la humanidad, de modo de estar en condiciones de construir, en conjunto, un entorno sostenible, aseguró, al exponer esta línea de análisis, la joven ambientalista árabe Kehkashan Basu.
Se trata de lograr una sociedad justa, lo mismo en materia ambiental que en cuanto a equidad para el sector femenino de la población mundial, planteó Basu, oriunda de Emiratos Árabes Unidos (EAU), en declaraciones reproducidas por la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres).
El cambio climático es un factor que incide negativamente en el esfuerzo por lograr equilibrio en cuanto a oportunidades para mujeres y para hombres, advirtió, asimismo, Basu, quien es fundadora y presidenta de la Green Hope Foundation (Fundación Esperanza Verde), una organización que, dirigida por jóvenes, opera en 25 países.
De acuerdo con la definición incluida en su sitio en Internet, la fundación procura “crear un mundo justo, igualitario, pacifico, y libre de armas nucleares”.
Para lograr ese objetivo, “usamos la Educación para el Desarrollo Sostenible como una herramienta transformadora para empodera a jóvenes y a adultos, por igual, proporcionándoles el conocimiento, las habilidades, las actitudes, y los comportamientos para pensar y actuar por un futuro sostenible”, indica, además.
En opinión de la activista emiratí, “ser parte del activismo climático y de género, ya no es una opción: es una responsabilidad, especialmente en estos tiempos en los que nuestro mundo está plagado de problemas que generan desequilibrios en las sociedades y el planeta”.
“Para remediar esto, es fundamental que todas y cada una de las personas escuchen a su consciencia, y asuman, como propia, la labor de ser activistas del clima y el género, a fin de poder crear colectivamente un mundo sostenible para todos”, puntualizó, a continuación, en las declaraciones difundidas, el 10 de agosto, por la agencia especializada mundial.
“La crisis climática y la desigualdad de género son dos de los temas más apremiantes de nuestra época”, aseguró Basu, quien, además, integra el Consejo de la Juventud del Foro Humanitario Mundial, y es colíder de la Coalición para la Acción de Generación Igualdad, que impulsa la acción feminista en materia ambiental.
“La necesidad de afrontar estos problemas se vuelve aún más relevante cuando observamos cómo estos se entrecruzan con las desigualdades raciales, las disparidades socioeconómicas y, por supuesto, entre ellos mismos”, reflexionó la activista, quien nació, hace 21 años, en la costera ciudad de Dubai.
“Es por ello que, en la Green Hope Foundation, trabajamos para establecer una justicia climática feminista”, planteó.
Un amplio sector poblacional afectado por el cambio climático, con el que trabaja la fundación, está constituido por mujeres y niñas, indicó.
Para ellas, “la seguridad representa un problema enorme, al igual que la falta de acceso a agua limpia y saneamiento, educación y electricidad en sus pueblos”, a lo que se suma, “frecuentemente, la ausencia de una fuente de ingresos estable”, señaló.
De modo que “el cambio climático sigue actuando como un factor multiplicador de la desigualdad”, denunció.
Nacida en 5 de junio -fecha en la cual, desde 1974, se conmemora, anualmente, el Día Mundial del Medio Ambiente-, Basu relató que, de su madre, aprendió el “deber moral, devolver algo a las personas y al planeta”.
Respecto al origen de su compromiso ecologista, relató que se origina en su infancia.
Por ello -sumado al temprano acceso que tuvo a presentaciones de dirigentes ambientalistas internacionales, “decidí que comenzaría mi ‘viaje hacia la sostenibilidad’, plantando mi primer árbol, el día de mi cumpleaños número ocho”, recordó.
En lo que tiene que ver con los objetivos a los que apunta su activismo, la defensora expresó que procura aportar a mejorar el estado del planeta, y dijo que se trata de una tarea que está lejos de finalizar.
“Mi esperanza, en cuanto a la posibilidad de lograr un mundo mejor, ha sido reivindicada por mi creencia de que, si bien aún queda mucho por hacer, en los próximos cinco años, el eje de las acciones por la justicia climática, sin duda, se desplazará hacia la adopción de un enfoque interseccional”, señaló.
En alianzas con los sectores gubernamental y privado, además de la sociedad civil, “la Fundación Green Hope seguirá aportando (…) para lograr un mundo más igualitario, e inspirar, a los demás, a que hagan lo mismo, a fin de que esta esperanza se vuelva realidad”, expresó.
Los jóvenes están en condiciones de impulsar cambios constructivos, acción para la cual deben, en primer lugar, informarse y concientizarse respecto a los problemas de sus respectivas comunidades, para, a partir del contexto local, incidir en el global.
“Si no contamos con el conocimiento, no podemos actuar”, advirtió.
“Una vez que tenemos la información, podemos comenzar a difundirla, y (a) tomar medidas coordinadas y adaptadas al ámbito local, con miras al bienestar de la humanidad y el planeta, ya sea cultivando nuestros propios alimentos, empezando a usar vehículos impulsados por energía solar, o plantando manglares”, plante, a manera de ejemplo.
En la visión de Basu, “las posibilidades son infinitas”.