«Yo soy una mamá como cualquier otra con un hijo homosexual… debemos apoyar y amar a nuestros hijos, Dios tiene un propósito para nosotros como padres».
Unos 22.000 costarricenses desfilaron en la Marcha de la Diversidad, en apoyo a la igualdad y derechos de las personas Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transgénero e Intersexuales (LGBTI), el pasado 26 de junio en el centro de San José. Y es que, según datos de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) para el año 2013, se registran unas 108 mil personas con orientación sexual distinta en el país.
A pesar de los esfuerzos realizados y la información que se ha brindado a la población nacional y mundial, por parte de gobiernos y otras agrupaciones, las personas LGBTI siguen siendo discriminadas por la sociedad e incluso por sus núcleos familiares.
La Dra. Carol Garita, psicóloga clínica, explica que el impacto que puede generar la confesión de los hijos (as) a los padres sobre su orientación sexual, varía de acuerdo a cada familia, pues existen aquellas que son muy tradicionales, católicas, abiertas e incluso desentendidas a la realidad.
“Lo mejor en cualquier caso es mantener la calma, combatir los pensamientos negativos y estereotipos, se trata de una manifestación de la sexualidad, algo que sienten y viven nuestros hijos”, indica Garita.
También es muy normal que surjan sentimientos de culpa por parte de los padres, por lo que la guía de un profesional que les ayude a canalizar esas emociones y oriente en cómo unir a la familia, será determinante.
Resguardo del núcleo familiar
Cada grupo familiar tiene sus parámetros de funcionamiento, sin embargo existen consejos que pueden ser útiles para enfrentar la realidad respecto a la orientación sexual de los hijos (as):
- Escuche lo que tienen que decirle: converse, tómese su tiempo.
- No haga juicios de valor, ni dé calificativos.
- Desarrolle la empatía: colóquese en el lugar de su hijo (a), eso le ayudará a entender la situación.
- Entienda que si la noticia se está dando es porque la persona necesita su apoyo.
- Es necesario buscar la manera de enfrentar y continuar su interacción familiar de ahora en adelante, el entrar en conflicto hace que la vivencia de la situación no sea la idónea.
- Si hay niños pequeños en el núcleo cercano, se les debe comunicar de acuerdo a su etapa evolutiva, utilizando un lenguaje sencillo, breve y calmado, para evitar la distorsión y estigmas.
La Dra. Garita asegura que “los hijos son para siempre, por lo que hay que apoyarlos, amarlos y respetarlos; incluso si la familia no comparte esa orientación. La sexualidad es un derecho que tenemos todos como seres humanos”.
Desde 1974, la Asociación Americana de Psiquiatría y Psicología, sacó la homosexualidad de su Manual de Clasificación de los Trastornos Mentales, hoy se considera una variante de la sexualidad.
Acompañando desde la infancia
Durante la infancia, el niño o niña, no tiene determinada su orientación sexual, ya se encuentra en desarrollo.
Habrán ocasiones en que exprese inquietudes sobre su sexualidad, mismas que hay que escuchar y contestar, lo básico es plantearle el valor de sus sentimientos, pensamientos y, conforme a su crecimiento, podrá tener respuestas a sus dudas, entenderá el mundo que le rodea y comprenderá el amor y vínculo con su familia.
“Desde etapas tempranas los niños deberían tener herramientas de empoderamiento que fortalezcan su autoconcepto, su valor como persona y aprendan a enfrentar las presiones sociales”, finalizó la doctora.
¡Una historia feliz!
Recuerda que a sus cinco años se sintió confundido respecto a su sexualidad, pero ese era un tema que no se tocaba en una familia católica y rural; una vez superada su niñez, ya tenía identificada su orientación sexual: homosexual.
En la etapa escolar y colegial fue víctima de bullying por no practicar deportes e inclinarse por grupos de baile folclórico y danza contemporánea; además de las especulaciones sobre por qué no tenía novia.
Durante su adolescencia sintió miedo de comentar el tema con su familia, porque no sabía cómo iban a reaccionar, por lo que manejó el tema de forma discreta.
Luego de su primera relación formal decidió hablar con su familia y para sorpresa, lo que ellos sospechaban era realidad; por lo que el apoyo y acompañamiento fue total hacia Roison.
Hoy, Roison Espinoza Reyes tiene 27 años, es fisioterapeuta de profesión y especialista en discapacidad, políticas públicas y Derechos Humanos. El hijo de don Rosali Espinoza y doña Argerie Reyes nació en Guanacaste, pero vive en San José.
Agradece a la vida que sus amigos de infancia hoy siguen siendo sus mejores amigos; por su núcleo familiar que es tan unido como lo recuerda de pequeño; y sus demás familiares que le acogieron y aceptaron sus preferencias.
Doña Argerie, nos cuenta que es “una mamá como cualquier otra con un hijo homosexual”
- ¿Qué sintió cuando Roison comenzó a hablarle del tema de forma abierta?
R/ Yo lo tomé muy normal, de hecho en una ocasión le dije que yo sabía que él era gay y lo que hizo fue reírse y me dijo: “usted lo que quiere es que yo diga que sí, porque los gays son muy apegados a la mamá”; pero siempre lo supe, sólo que esperé que Roison tomara la iniciativa.
- ¿Su rol de mamá sigue siendo el mismo?
R/ ¡Claro! Me preocupo más, ya que vive solo. Lo llamo todos los días, le pregunto que si comió, que cómo le va con el trabajo y cada vez que voy a visitarlo le dejo tacitas con varias comidas en la refrigeradora.
- ¿Hubo comentarios malintencionados hacia usted por la orientación de su hijo?
R/Los comentarios hirientes no faltaron y yo respondía que eso no era nada malo, que me dolería más saber que la policía lo buscaba por algún delito; pero que podían consultarle a él y así salir de dudas.
- ¿Cuál es su mensaje para las mamás que viven una etapa similar con sus hijos?
R/ Debemos apoyar y amar a nuestros hijos, Dios tiene un propósito para nosotros como padres. En esta vida todo es posible; yo soy una mamá como cualquier otra con un hijo homosexual.