La disparidad de género en materia de participación en ciencia y tecnología, dificulta la búsqueda de solución a desafíos globales, e impide la construcción de sociedades que respondan a las necesidades humanas.
Los retos cubren una amplia gama de situaciones críticas, que van desde la pandemia mundial de la Enfermedad Coronavirus 2019 (Coronavirus Disease 2019, Covid-19) hasta el cambio climático.
Por ello, es necesario promover la activa presencia femenina en los dos campos, aseguraron, al formular la denuncia, la francesa-marroquí Audrey Azoulay, y la jordana Sima Bahous, respectivamente, directora general de la Organización de las Naciones Unides para la Educación, la ciencia y la cultura (Unesco), y directora ejecutiva de la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres).
Tal inequidad se extiende al área académica, aseguraron, además, Azoulay y Bahous, en la declaración conjunta que difundieron el 11 de febrero, en el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.
“Para resolver los grandes retos a los que se enfrenta el mundo actualmente, desde la COVID-19 hasta el cambio climático, necesitamos nuestras mentes científicas más brillantes”, señalaron.
“Sin embargo, solo uno de cada tres científicos es mujer”, puntualizaron, en el texto de casi dos páginas que titularon “Promover la participación de las mujeres en la ciencia para desarrollar todo nuestro potencial”.
“Esta flagrante disparidad no solo dificulta nuestra capacidad para encontrar soluciones a nuestros retos comunes, sino que nos impide también construir las sociedades que necesitamos”, reflexionaron, para advertir que, “además, se trata de una disparidad sistémica”.
“En el mundo académico, las mujeres también siguen estando infrarrepresentadas entre los científicos de alto nivel”, revelaron, a continuación.
Al citar el “Informe de la UNESCO sobre la Ciencia de 2021”, las funcionarias internacionales plantearon que, sumado a todo lo anterior, “a las mujeres se les concede menos fondos para la investigación que a los hombres”.
Ello, además de que “tienen menos posibilidades de promoción”, escribieron.
El sector privado no es excepción en materia de desequilibrio de género, aseguraron.
Allí, “las mujeres tienen menor presencia en la dirección de las empresas y en los puestos técnicos de las industrias tecnológicas”, explicaron, para señalar que “la falta de igualdad de oportunidades en el trabajo está expulsando a las mujeres de las profesiones de investigación”.
“A pesar de la escasez de mano de obra en este ámbito, varios estudios muestran que las mujeres representan solamente el 22% de los profesionales quienes trabajan en el sector de la inteligencia artificial y el 28% de los graduados en ingeniería.”, indicaron.
“Asimismo, cuando fundan sus propias empresas, las mujeres reciben menos del 3% del capital riesgo total invertido, en comparación con los hombres”, señalaron.
Además de formular esas denuncias, Azoulay y Bahous propusieron actuar para enmendar la discriminatoria situación general.
“Debemos poner en práctica el principio de igualdad para que la ciencia sea favorable a las mujeres, porque con demasiada frecuencia funciona en su contra, por ejemplo, cuando los algoritmos perpetúan los prejuicios de sus programadores”, comenzaron a plantear, en ese sentido.
“De cualquier modo, en general, tenemos que ofrecer a las mujeres más oportunidades en la ciencia y la innovación”, escribieron, a continuación.
“Por ello, la UNESCO y ONU-Mujeres se esfuerzan por conseguir que las niñas accedan a la educación científica y por que puedan ocupar el lugar que les corresponde en estos sectores y profesiones”, indicaron las expertas.
En ese sentido, precisaron que, “el año pasado, el Foro Generación Igualdad puso en marcha la Coalición para la Acción sobre Tecnología e Innovación para la Igualdad de Género”.
“Su objetivo es duplicar la proporción de mujeres que trabajan en el ámbito de la tecnología y la innovación de aquí a 2026 y velar por que las mujeres y las niñas participen plenamente en la búsqueda de soluciones a los grandes problemas complejos e interdisciplinarios a los que nos enfrentamos”, explicaron.
“Para ello es necesario adoptar medidas específicas para aumentar la representación, así como mantener una vigilancia constante para erradicar la discriminación tan arraigada y los prejuicios inconscientes”, propusieron.
Organizado por ONU Mujeres, el foro se llevó a cabo en dos jornadas -entre virtuales y presenciales-, respectivamente, en la capital de México (29-31 de marzo), y en París (30 de junio-2 de julio).
Las deliberaciones internacionales se centraron, entre otras metas, en la elaboración de medidas a implementarse los próximos cinco años, regidas por seis Coaliciones para la Acción, además del pacto.
Las coaliciones son, de acuerdo con lo explicado en el sitio electrónico del foro, alianzas globales, innovadoras, y multipartitas, que involucran a gobiernos, sociedad civil, organizaciones internacionales, y sector privado.
Los principales objetivos de estos grupos de tarea consisten en impulsar acciones colectivas, propiciar la conversación mundial intergeneracional, promover una mayor inversión pública y privada, lograr resultados intergeneracionales concretos y transformadores, en beneficio de las niñas y las mujeres, según las fuente oficial.
Las áreas temáticas de trabajo de las coaliciones son las de “Violencia de género”, “Justicia y derechos económicos”, “Autonomía sobre el cuerpo, derechos y salud sexual y reproductiva”, “Acción feminista para la justicia climática”, “Tecnología e innovación para la igualdad de género”, y “Movimientos y liderazgos feministas”.
Respecto al foro, la agencia especializada de Naciones Unidas indicó, en una declaración que emitió el 9 de agosto, que el plan de acción aprobado en el marco de las deliberaciones “incluye estrategias para amplificar las voces de las mujeres y niñas indígenas en la justicia medioambiental, las organizaciones y movimientos feministas que defienden la autonomía sobre el cuerpo”.
Por otra parte, Azoulay y Bahous plantearon, en su declaración conjunta, que “ya estamos comprobando cómo la colaboración entre los sectores público y privado y entre generaciones puede generar un cambio positivo”.
“Por ejemplo, eliminando los estereotipos de género en la educación y poniendo en marcha políticas para incorporar a las científicas al mercado laboral y apoyarlas”, agregaron.
Entretanto, “la ciencia surge de la curiosidad universal que nos hace humanos, al plantear preguntas que son comunes a toda la humanidad”, y, “en este sentido, tenemos la necesidad urgente de construir ecosistemas científicos y tecnológicos más inclusivos, transformadores y responsables, libres de prejuicios y discriminación”, expresaron.
En opinión de ambas funcionarias de Naciones Unidas, “de ese modo podremos acelerar la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y abordar los retos que nos afectan a todos”.
Contenidos en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aprobada en 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) -a ser logrados para 2030-, se refieren, en el quinto, a “Igualdad de Género”.
En este punto, la idea consiste en poner fin a todas las formas de discriminación contra las mujeres y niñas, lo que no solamente constituye un derecho humano básico sino que es crucial para el desarrollo sostenible.
El mismo objetivo plantea, entre otros aspectos, que “se ha demostrado una y otra vez que empoderar a las mujeres y niñas tiene un efecto multiplicador y ayuda a promover el crecimiento económico y el desarrollo a nivel mundial”.
En la nota informativa que, sobre la declaración de Azoulay y Bahous, difundió el 11 de febrero, y que tituló “Para ser inteligente, la revolución digital tiene que incluir a la mujer”, Noticias ONU -la agencia informativa de Naciones Unidas- citó datos de la Unesco.
Según esas cifras, la proporción de mujeres entre los licenciados en ingeniería es inferior a la media mundial en varios países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde).
En ese sentido, no existe un patrón regional definido, ya que algunas de las proporciones más elevadas de mujeres graduadas en ingeniería se encuentran en el mundo árabe -por ejemplo, Argelia (48.5 por ciento), Siria (43.9), Marruecos y Túnez (44.2, en cada caso), Omán (43.2)-, indicó.
Similarmente, a nivel latinoamericano, en la misma profesión, figuran Perú (47.5 por ciento), Uruguay (45.9), Cuba (41.7).
A manera de síntesis de la situación, Noticias ONU informó que “las niñas y las mujeres siguen estando insuficientemente representadas en el ámbito de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas”.
La agencia agregó que, “a pesar de los avances, la brecha sigue abierta”, contexto en el cual las agencias del sistema de Naciones Unidas y sus dirigentes “tienen claro: necesitamos a las niñas y las mujeres en las ciencias, debemos asegurar la igualdad tanto en el ámbito educativo como en el profesional”.