La apertura del servicio militar a las mujeres, oficializada el fin de semana pasado, marcó un nuevo hito en lo que se muestra como el avance en materia de igualdad de género en Arabia Saudita.

Las ciudadanas del patriarcal reino árabe pueden, ahora, solicitar incorporación a las fuerzas armadas, aspirando a los rangos de soldado y sargento, de acuerdo con lo anunciado, el 21 de este mes, mediante un decreto, por el Ministerio de Defensa.

Las posiciones están disponibles en todas las ramas militares nacionales -Ejército de Arabia Saudita, Real Defensa Aérea Saudita, Real Marina Saudita, Real Fuerza Estratégica de Misiles, Servicios Médicos de las Fuerzas Armadas-, según la disposición ministerial citada por medios de comunicación lo mismo nacionales que internacionales.

Los requisitos para las mujeres son, esencialmente, los mismos que para los hombres, aunque, en algunos casos, con variantes.

Al igual que los aspirantes, las solicitantes deben aprobar procedimientos de admisión, estar médicamente aptas para el servicio militar, carecer de antecedentes policiales.

En el caso específico de las mujeres, deben ubicarse en el rango etario de 21 a 40 años, con estatura mínima de 155 centímetros, además de no ser empeladas gubernamentales ni estar casadas con extranjeros.

También deben ser titulares de documento nacional de identidad, y, en materia educativa, tienen que haber completado, por lo menos, el nivel de enseñanza secundaria.

La aceptación de mujeres en filas militares tiene como marco una iniciativa gubernamental de modernización del país árabe con mayor extensión territorial -y el principal exportador mundial de petróleo crudo-.

Se trata del plan de reformas sociales denominado Visión 2030, cuya implementación es dirigida por el príncipe heredero Mohammed bin Salman.

El plan de cinco secciones -incluida la introducción- contenidas en 85 páginas -en las cuales se menciona seis veces la palabra mujeres- establece, entre otros conceptos en materia de igualdad de género, que “las mujeres sauditas son otro gran capital” nacional.

A continuación, señala que, “con más de 50 por ciento de nuestros graduados siendo mujeres, continuaremos desarrollado sus talentos, invirtiendo en sus capacidades productivas, y permitiéndoles fortaleces su futuro y aportar al desarrollo de nuestra sociedad y economía”.

En tal contexto, la oferta laboral del país está experimentando una gradual apertura para la población femenina, al tiempo que limitaciones sociales tradicionalmente impuestas a ese sector, comienzan a eliminarse.

Según las versiones periodísticas, es creciente el número de mujeres desempeñándose, por ejemplo, en la atención de clientes en restaurantes, o como cajeras en establecimientos comerciales.

La visible apertura laboral y social ha incluido, además la incorporación de mujeres a la fuerza de trabajo del aparto estatal, así como la posibilidad de que soliciten pasaporte, que viajen sin la aprobación del respectivo mehram (custodio), y que no necesiten permiso masculino para conducir automóviles.

También se ha eliminado la obligación de consentimiento del mehram para cambiar de nombre.

La disposición en este sentido permite, a las integrantes de la socialmente limitada población femenina saudita, dejar de ser conocidas por su relación -familiar o conyugal- con un hombre, de modo que, ahora, pueden usar su propio nombre.

Según la tradición en este país árabe de costumbres y legislación profundamente patriarcales, los nombres femeninos no son mencionados, sino que las mujeres son conocidas como la esposa, la hermana, la hija, de un varón.

La costumbre también prohíbe que las sauditas sean abordadas por hombres con quienes no las relaciona alguno de esos vínculos.

No obstante los cambios, organizaciones de derechos de las mujeres, lo mismo que la oposición política a Bin Salman, sostienen que el plan Visión 2030 consiste en una acción solamente cosmética mediante la cual se procura disimular la naturaleza machista de la sociedad nacional.

Al respecto señalan, a manera de ejemplo, la reciente condena a prisión, el 28 de diciembre de 2020, impuesta a Loujain al-Hathloul, una de las principales activistas de derechos humanos del país, a quien, según lo indicado por medios de comunicación locales, le fueron tipificados delitos falsos, para que un tribunal antiterrorista la sentenciara a casi seis años de cárcel.

Sin embargo, por el tiempo que permaneció en detención preventiva, Al-Hathloul podría obtener la libertad el mes próximo o en abril.