El terrible historial de Arabia Saudí, en lo que se refiere a la protección y la promoción de los derechos de las mujeres, pone de manifiesto el gran abismo que separa la realidad que viven las mujeres y las niñas

En su esfuerzo por proyectar la imagen de que se preocupa por defender los derechos de su población femenina, la monarquía de Arabia Saudita se aseguró la presidencia de la próxima sesión de la Comisión sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer (Commission on the Status of Women, CSW).

El exitoso lobby del país que cubre la mayor parte de la Península Arábiga, en Oriente Medio, resultó, al cierre de la 68 Sesión de la CSW, desarrollada del 11 al 22 de marzo, en la sede de Naciones Unidas, en la nororiental ciudad estadounidense de Nueva York, en su elección, por aclamación, para dirigir los trabajos de la reunión a llevarse a cabo el año próximo.

Ello, no obstante el hecho de que, si bien presenta alguna mejora en materia de políticas de género, la monarquía mantiene en prisión -o desaparecidas-, a defensoras de las derechos de las saudíes.

Cuando presentó, a votación, la candidatura, el presidente saliente, el embajador de Filipinas en naciones Unidas, Antonio Manuel Lagdame, preguntó si había alguna oposición.

Ante el silencio que siguió, a manera de respuesta, el diplomático señaló que “no oigo ninguna objeción”, y declaró: “queda decidido”.

Al respecto, la gubernamental Agencia Saudita de Prensa (Saudi Press Agency, SPA) indicó, el 28 de marzo, que “la presidencia del comité por parte del Reino, viene como una afirmación de su interés en cooperar, dentro del marco de la comunidad internacional, con el mejoramiento de los derechos y del empoderamiento de las mujeres”.

“También está en línea con los logros cualitativos, por el Reino, en este campo, gracias a la atención especial y al cuidado que los líderes del Reino ponen en el empoderamiento y los derechos de la mujer”, agregó.

El caso de la desaparecida Manahel al-Otaibi

Sin embargo, de acuerdo con versiones periodísticas internacionales, Manahel al-Otaibi, detenida al final de 2022, permanece desaparecida.

Al-Otaibi, entonces de 29 años, una artista y preparadora física, fue acusada de haber utilizado una hashtag -cuya traducción del árabe al inglés es #societyisready (la sociedad esta lista, o está dispuesta)-, para promover el fin de la custodia masculina.

En una petición difundida, sin fecha, en su sitio en internet, para exigir la puesta en libertad de la joven, la no gubernamental Amnistía Internacional (AI) denunció que “las autoridades saudíes detuvieron el 16 de noviembre de 2022 a Manahel al Otaibi. Desde noviembre de 2023 nadie ha vuelto a saber de ella”.

“Su actividad en redes sociales le costó la libertad”, planteó AI, para agregar que “está acusada de ir contra la ley saudí por la publicación de unas fotos en Snapchat en las que aparecía en un centro comercial sin abaya (vestido largo tradicional) y con una vestimenta ‘indecorosa’, además de publicar en redes sociales mensajes ‘contrarios a la normas y leyes relativas a las mujeres’, por ejemplo pidiendo el fin de la tutela masculina”.

La oenegé internacional con sede en Londres, informó que el caso de al-Otaibi está asignado al Tribunal Penal Especializado (Specialized Criminal Court, SCC), entidad que, creada en 2008, enjuicia a personas sospechosas de ser terroristas, lo mismo que a activistas de derechos humanos.

Citada en la petición de cuatro párrafos, Fawzia, hermana de la presa-desaparecida política, denunció que, “poco antes de perder el contacto con ella, Manahel nos dijo que otra presa le había dado una paliza brutal”, y agregó que “me preocupa la suerte de mi hermana, ante un tribunal tan injusto”.

“Esta es la realidad de cómo se trata a las mujeres saudíes, que las autoridades intentan ocultar tras su lavado de imagen”, planteó Fawzia, además de precisar que, “cualquier actividad que promueva el feminismo y los derechos de las mujeres, está criminalizada”.

AI denunció, asimismo, en el documento, que, “actualmente, las autoridades penitenciarias han cortado todo contacto de Manahel con su familia y el mundo exterior, y se niegan a facilitar información sobre su paradero y bienestar”.

La oenegé planteó, además, que “Manahel debe ser puesta en libertad, de inmediato, y todos los cargos deben ser retirados”.

Entretanto, lo actuado en la 68 CSW fue condenado por activistas y organizaciones defensoras internacionales de los derechos humanos.

Arabia Saudita sistemáticamente discrimina contra las mujeres

La no gubernamental Human Rights Watch (HRW), denunció, en un comunicado que difundió en inglés, el 22 de marzo, en su sitio en Internet, que “Arabia Saudita sistemáticamente discrimina contra las mujeres, y persigue a activistas de los derechos de las mujeres”

“El sitio web de su propia misión en Naciones Unidas admite que el gobierno no es líder en materia de derechos de las mujeres: ‘Saudi Arabia está caminando de puntillas en el progreso de las mujeres, pero el camino a recorrer todavía es largo’”, señaló la oenegé internacional con sede en la nororiental ciudad estadounidense de Nueva York.

También reveló que “en respuesta a una pregunta sobre las calificaciones de arabia Saudita para presidir la CSW, la misión saudita dijo: ‘el empoderamiento de las mujeres es un objetivo colectivo de la comunidad internacional (…) hacia el cual el Reino de Arabia Saudita ha dado pasos importantes, y reformas que siguen en marcha’”.

Por su parte, citada, el mismo día, en un comunicado de AI, la directora adjunta de Trabajo de Incidencia de la oenegé internacional, la británica Sherine Tadros, formuló severas críticas, tanto a la CSW como a Arabia Saudita.

La comisión “tiene un mandato claro: promover los derechos de las mujeres y la igualdad de género, y es fundamental que el país que la preside, lo cumpla”, señaló Tadros.

“El terrible historial de Arabia Saudí, en lo que se refiere a la protección y la promoción de los derechos de las mujeres, pone de manifiesto el gran abismo que separa la realidad que viven las mujeres y las niñas, en Arabia Saudí, de las aspiraciones de la Comisión”, agregó.

“La Carta de las Naciones Unidas establece, claramente, que el respeto de los derechos humanos es un objetivo fundamental de la organización”, puntualizó.

Por lo tanto, “la membresía de un país en los órganos de derechos humanos de las Naciones Unidas, implica la responsabilidad añadida de fortalecer este respeto, tanto en el mundo como en el país de que se trate, más aún si ocupa en ellos un puesto de liderazgo”, explicó.

En opinión de la activista, “Arabia Saudí no demuestra su compromiso con los derechos de las mujeres, por el mero hecho de conseguir un puesto de liderazgo en la Comisión, sino emprendiendo iniciativas concretas en el país, como abolir el sistema de tutela masculina, y revocar las disposiciones de sus leyes que discriminan a las mujeres”.

Foto: Ali Karim