Cuatro casos de mujeres que fueron ejecutadas antes de dar a luz por la dictadura, fueron identificados, probablemente sometidas a amenazas de abuso sexual y/o amenazas referidas al destino de sus hijos y embarazo
La organización de derechos humano Abuelas de Plaza de Mayo, que investiga las decenas de miles de desapariciones forzadas por la más reciente dictadura militar argentina (1976-1983, dictadores: Jorge Rafael Videla, Roberto Eduardo Viola, Leopoldo Fortunato Galtieri y Reynaldo Benito Antonio Bignone), identificó a otras cuatro mujeres embarazadas quienes fueron asesinadas por el régimen antes de que dieran a luz.
Se elevó así a 19 el total de casos de esa índole conocido durante casi medio siglo de labor, aseguró la oenegé, en el comunicado que difundió, el 1 de setiembre, en la red social Instagram.
En la investigación de esas brutales violaciones a los derechos humanos, la organización contó con el apoyo de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi), el Equipo Argentino de Antropología Forense (Eaaf), y el Poder Judicial, de acuerdo con lo indicado en el documento de tres considerablemente extensos párrafos.
“Se trata de cuatro mujeres asesinadas antes de dar a luz”, informó, en calidad de denuncia.
“A lo largo de estos casi 46 años de lucha, dimos por cerrados 15 casos de mujeres asesinadas antes de dar a luz, y hoy debemos sumar a esa lista, cuatro más”, precisó.
“Lamentablemente, no es la primera vez que debemos concluir una búsqueda con este final”, aseguró, a continuación.
“Son casos que han llevado años de investigación, trámites y reconstrucción, también tiempo de asimilación por parte de las familias que, en muchos casos han decidido hacer el duelo en la intimidad”, reveló.
La agrupación se define, en su sitio en Internet, como “una organización no gubernamental creada en 1977 cuyo objetivo es localizar y restituir a sus legítimas familias todos los niños desaparecidos por la última dictadura argentina”.
Los datos de Abuelas, respecto al trabajo de ubicación de menores desaparecidos por el régimen -actualmente, adultos-, indican que, desde 1978 -hasta lo que va de 2023-, 137 personas fueron ubicadas -lo que la organización llama “Casos Resueltos”-.
Brutalidad del régimen
En cuanto a la brutalidad del régimen -lo mismo en términos generales que en cuanto a la represión de género-, la organización señaló, en el comunicado, que “el terrorismo de Estado cometió los crímenes más horrendos: desapariciones forzadas, secuestros, torturas, asesinatos, delitos sexuales”.
“Los genocidas arrojaron personas vivas al mar, mantuvieron con vida a mujeres embarazadas hasta dar a luz para quedarse con sus bebés y luego asesinarlas”, siguió denunciando.
“También acribillaron a mujeres embarazadas, algunas con panzas incipientes, como los casos de Dora Elena Vargas, Olga Liliana Vaccarini e Hilda Margarita Farías. Y otras con panzas más notorias, como Liliana Beatriz Girardi, embarazada de seis meses”, precisó, a continuación.
En cuanto a los casos revelados en el comunicado, informó que “las identificaciones de estas 4 mujeres han sido producto de investigaciones documentales, exhumación de fosas comunes, comparación de huellas, entre otras pericias realizadas por diversas instituciones y organismos que trabajan para reconstruir lo que ocurrió con los y las desaparecidas víctimas de la dictadura, ya que los genocidas siguen callando tras más de 40 años”.
Estudio revela detalles sobre la crueldad
En un estudio que dio a conocer, en julio de 2015, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) proporcionó detalles sobre la crueldad a la cual los torturadores del régimen sometieron, en articular, a las presas políticas.
Al hacer referencia a las por lo menos 30 mil personas desaparecidas en el marco de la represión antiopositora, el Conicet precisó que, “en Argentina, durante la última dictadura militar que gobernó el país entre 1976 y 1983, más del 30% de las víctimas del terrorismo de Estado fueron mujeres”.
“Ellas –en tanto detenidas– sufrieron condiciones atravesadas por el abuso sexual”, agregó, en el documento de 21 páginas, titulado “Género y violencia: Memorias de la represión sobre los cuerpos de las mujeres durante la última dictadura militar argentina”.
Las víctimas sufrieron “agresiones verbales -insultos, bromas, burlas y denominaciones impropias, expresiones obscenas, comentarios y tonos lascivos que convierten al cuerpo en objeto-; amenazas de abuso sexual y/o amenazas referidas al destino de sus hijos o de sus embarazos”, comenzó a enumerar.
Lo anterior, además de “desnudez forzada, requisas vejatorias, tratos humillantes a detenidas y familiares visitantes; embarazos no deseados, inducción del parto, abortos provocados por la tortura, separación y apropiación de los hijos”, continuó detallando.
“También fueron sometidas a formas de esclavitud sexual, violación y aplicación de tormentos en órganos sexuales”, indicó, a continuación.
Sumado a ello, las sobrevivientes, “luego del cautiverio, sufrieron -y, en muchos casos, aun sufren- la invisibilidad de estas prácticas en las investigaciones, en los distintos relatos y, hasta hace muy poco, en las políticas reparatorias”, denunció.
Citada en el documento, la víctima Miriam Lewin relató la violencia lo mismo física que conceptual a la que fue sometida durante su secuestro.
“En el medio de la tortura me decían: ‘hija de puta’, ‘puta montonera’”, agregó.
La segunda expresión hizo referencia a la organización guerrillera peronista Montoneros (1970-1983), que tomó su nombre de las irregulares agrupaciones gauchas (rurales) armadas que participaron en las guerras civiles argentinas del siglo 19.
Dado su carácter esencialmente no disciplinado, se decía que actuaban en “montón” (en grupo), expresión de la que derivó su denominación.
La guerrilla Montoneros se caracterizó -al igual que el contemporáneo y uruguayo Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T)- por la participación, en proporción destacada, de mujeres combatientes.
Lewin dijo que, como parte de la violencia verbal, los torturadores le preguntaban, agudizando, aún más, la agresión: “en cuántas orgías estuviste?”, “cuántos abortos te hiciste?”, y destacó, respecto a ambas expresiones, que “esto es una cosa que me lo repitieron varias veces”.
“Es más, algunas cosas eran exclamaciones que contribuían a desestabilizarme, pero el tema de los abortos me lo preguntaban, y haciendo un silencio, como esperando que yo, efectivamente, les respondiera”, siguió relatando.
“Yo, no me había hecho ningún aborto, y, en realidad, no entendía para qué me lo preguntaban”, señaló, para reflexionar que “yo creo que lo de los abortos era como el summum de la degradación -no?-: que eras puta, que te habías acostado con un montón de tipos, en orgías, y que, además, te habías hecho varios abortos”.
“Ese era el modelo de mujer militante demonizado que ellos tenía, en su cabeza”, puntualizó la víctima.
Al respecto, el Conicet señaló que, “a partir de este testimonio podemos vislumbrar la concepción que los perpetradores tenían de las secuestradas: eran mujeres que se apartaban de la moral patriarcal que ellos valoraban, (al cual) ellos creían que peligraba y que pretendían reforzar”.
De acuerdo con la reflexión contenida, en ese sentido, en el estudio del Conicet, “llama la atención el acento que ponían en la posibilidad del aborto, y más aún llama la atención si tenemos en cuenta que muchas mujeres denunciaron que se les practicaron abortos clandestinos estando secuestradas”.
Foto: KoolShooters