La valiente decisión de una estudiante, de denunciar policialmente el abuso sexual por parte de un profesor, fue fatal.
A diferencia de lo habitual en la conservadora sociedad de Bangladesh, una adolescente quien fue abusada sexualmente, por el director del centro educativo donde estudiaba, decidió denunciar el incidente.
Once días después, fue asesinada.
En virtud de que la centroizquierdista primera ministra Sheikh Hasina, aseguró, a la familia de la víctima, los responsables del crimen fueron enjuiciados rápidamente –lo que ocurrió, en cinco meses, en un país donde los procesos penales por delitos de esa naturaleza suelen insumir años–.
Nusrat Jahan Rafi, de 19 años, nacida en la localidad de Feni, a unos 160 kilómetros al sur de Daca, la capital nacional, estudiaba en una madrassa (escuela islámica) local.
El 27 de marzo, por indicación del director, Siraj Ud Doula, la joven llegó a la oficina del jerarca, de acuerdo con versiones periodísticas nacionales e internacionales.
Una vez allí, Doula fue sexualmente abusivo con la joven, a quien reiteradamente manoseó, lo que la obligó a abandonar la oficina, según las mismas fuentes.
Nusrat decidió romper la tradición social nacional, y denunció el incidente, lo que derivó en la fatal consecuencia.
En materia de abuso sexual, la costumbre, en el país de sur asiático –que limita con India y Birmania, y tiene costa sobre la Bahía de Bengala, a su vez, el sector nororiental del Océano Índico-, es que las niñas y las mujeres así agredidas suelen abstenerse de denunciar lo ocurrido, por temor a sufrir, además, humillación familiar o social –o ambas-.
Al día siguiente de cometido el delito, la joven llegó, acompañada por familiares, a una delegación policial, para formular la denuncia, un agente grabó, con un teléfono celular, la declaración, según las informaciones periodísticas.
En la grabación –que fue filtrada a medios de comunicación locales-, se oye que el agente restó importancia a la denuncia, y afirmó que lo ocurrido “no es gran cosa”, no obstante lo cual, tras la declaración de Nusrat, su agresor fue detenido.
La captura de Doula generó una protesta callejera, organizada por dos alumnos, y apoyada por dirigentes políticos del lugar quienes participaron en la movilización, para exigir la liberación del detenido.
Al mismo tiempo, a nivel de la comunidad, Nusrat comenzó a ser objeto de hostilidad, contexto en el cual, y no obstante la preocupación de su familia, la joven asistió, el 6 de abril -10 días después del incidente con el director-, al centro educativo, para rendir los exámenes de fin del año lectivo.
Engañada por una compañera de estudios, la joven subió a la azotea del local, donde se suponía que uno de sus amigos era, en ese momento, objeto de una golpiza.
Pero cuando llegó al sitio, fue rodeada por unas cinco personas quienes, cubiertas con burqas –la prenda con la cual, en países islámicos, las mujeres se cubren para transitar por las calles-, le ordenaron que retirase la denuncia contra Doula.
En firme coherencia con su acción, la joven indicó que no lo haría, a continuación de lo cual sus agresores le amarraron las manos, la rociaran con querosene, y le prendieran fuego.
Cometido el crimen, los atacantes huyeron, y Nusrat fue rescatada y hospitalizada, primero, en un centro médico ocal, y, luego, dada su condición, en el Hospital de la Facultad de Medicina de Daca.
Quemado su cuerpo en un 80 por ciento, y temiendo por su vida, la joven grabó, en el teléfono celular de su hermano, Mahmudul Hasan Noman, una declaración, en la que relató la agresión, identificando a algunos de sus atacantes, y confirmó el abuso a que la sometió Doula.
“El profesor me tocó”, y “pelearé contra este crimen hasta mi último aliento”, expresó, mientras eras transportada en una ambulancia.
Nusrat murió el 10 de abril –cuatro días después de la brutal agresión-.
En declaraciones que formuló a la británica emisora de radio y televisión British Broadcasting Company (BBC), el jefe del Buró Policial de Investigación, Banaj Kumar Majumder, explicó que los asesinos trataron de que la agresión “pareciera un suicidio”, pero que la conspiración fracaso, porque la víctima no solamente fue rescatada sino que los identificó, en la denuncia grabada en la ambulancia.
El asesinato de Nusrat desencadenó protestas, las redes sociales fueron espacio para que miles de usuarios se manifestaran condenando el crimen, y 15 involucrados en el asesinato fueron detenidos –lo que se sumó a la captura de Doula-.
Todos fueron formalmente acusados en Mayo.
En tal contexto, Hasina se reunió, en la capital, con familiares de Nusrat, a quienes garantizó que los responsables intelectuales y materiales del asesinato serían enjuiciados, en un proceso penal rápido.
Así fue.
El juez Mamunur Rashid, del Tribunal de Prevención de Represión contra Mujeres y Niños, condenó, el 24 de octubre, a los 16, a la pena capital.
Durante el juicio –que duró cinco meses-, agentes policiales declararon que, durante los interrogatorios, los detenidos les indicaron que el ataque a Nusrat, en la azotea del centro educativo, fue ordenado por Doula, a simpatizantes quienes lo visitaron durante su detención, y que el plan era que la agresión pareciera un suicidio.
El abogado Giasuddin Nannu, defensor de los 16 criminales, anunció una apelación a la sentencia.
En cuanto a los casos de abuso sexual que ocurren en Bangladesh, de acuerdo con datos de la no gubernamental organización de derechos humanos Mahila Parishad, 940 denuncias de violación fueron registradas en 2018.
Al respecto, la profesora Kaberi Gayen, de la Universidad de Daca, planteó la necesidad de modificar la conducta de la sociedad nacional en cuanto a la violencia sexual.
“El cambio tiene que entrar, tanto psicológicamente como en la implementación del Estado de Derecho”, planteó, para agregar que “la sensibilización respecto al acoso sexual tendría que generarse desde la infancia, en las escuelas”.
Los niños “tienen que aprender (…) qué está mal cuando se trata de acoso sexual”, señaló.