Seguramente algún día han visto por ahí o recuerdan al icónico personaje de los estudios Fleischer: Betty Boop. Una mujer “sexy” de cabeza grande que se convirtió en todo un símbolo de sensualidad y elegancia femenina. Pero Betty no fue solo un personaje que nació en la cabeza de los hermanos Fleischer o Grim Natwick (su diseñador), ella representaba a todo un movimiento femenino que había surgido, desafiando las reglas de la moda y lo políticamente correcto de la época: las flappers.
En un período de liberalismo social que siguió al final de la Primera Guerra Mundial, donde la mujer logró la emancipación en una medida considerable. De los clubs privados de jazz emergió una nueva tendencia entre las jóvenes, los cuales aparecieron a raíz del cierre de muchos bares y cabarets por motivo de la Ley Seca (1920-1933). Este tipo de mujeres, denominadas «Flappers», usaban faldas cortas que dejaban al descubierto sus rodillas cuando bailaban y no llevaban corsé, en cambio usaban fajas que reprimían la forma femenina, también lucían un corte de cabello tipo «bob», escuchaban y bailaban música no convencional para esa época (jazz), usaban grandes cantidades de maquillaje y joyas (para entonces solo las prostitutas lo hacían), bebían licores fuertes, fumaban y conducían, -a veces a altas velocidades-. Todas estas -y otras- conductas que se decía que eran «similares a las de un hombre», representaban un desafío a las leyes y a lo socialmente correcto de la época. Eran nuevas mujeres que no pretendían ser un hombre, pero tampoco querían quedar relegadas a los cánones de la época.
Volviendo al personaje, Betty Boop fue el primer dibujo animado de una chica flapper y se dice que su creador Grim Natwick se basó en la actriz Helen Kane para su diseño. Aunque Natwick reconoció que en el año 1932 rediseñó el personaje con una apariencia más humana y hay quienes afirman que se llegó a parecer más a Mae Questel, quién le dio su voz al famoso personaje.
La muchacha cabezona y sexy de los hermanos Fleischer logró trascender, incluso hasta nuestros días, aunque no se puede decir lo mismo de las nuevas mujeres «flappers», que con la llegada de La Gran Depresión y la reacción conservadora que volvía a someter a las mujeres al rol de amas de casa y responsables de mantener a flote a la familia en medio de la crisis, no lograron sostener su estilo de vida, marcando entonces su fin. Aunque sería injusto decir que no trascendieron del todo, pues gracias a «las flappers» sucedieron importantes cambios como la retirada del corsé, la libertad para elegir el corte de cabello o peinado y la introducción del maquillaje y las joyas a la moda femenina, pero quizá lo más importante sea la brecha que abrieron para dar paso a cantantes, bailarinas y actrices de cine mudo que se convirtieron en una tendencia.