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Brecha de género persiste, aunque más latinoamericanas se incorporan a fuerza laboral

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El enfoque de género, como parte de los modelos de crecimiento de las respectivas economías nacionales, constituye un componente esencial en materia de potencialización del producto interno bruto (PIB) de cada país

La participación de mujeres en el marcado de trabajo latinoamericano presenta, hace tres décadas, una sostenida tendencia alcista, lo que no se ha traducido en la eliminación de la brecha de género en ese campo, de acuerdo con los datos más recientes elaborados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

Reducir el margen de desigualdad constituye un objetivo no solamente ético sino económico, aseguró la agencia especializada de Naciones Unidas, en el informe que, titulado “Participación laboral de las mujeres en América Latina. Contribución al crecimiento económico y factores determinantes”, dio a conocer el 22 de octubre.

En ese sentido, el enfoque de género, como parte de los modelos de crecimiento de las respectivas economías nacionales, constituye un componente esencial en materia de potencialización del producto interno bruto (PIB) de cada país, planteó, además, en el documento de cinco capítulos contenidos en 47 páginas.

La participación laboral femenina (PLF) no es aún independiente de factores tales como la superación de barreras sociales, incluidas las decisiones referidas a la economía del hogar, señaló.

En las últimas tres décadas, la participación laboral de las mujeres de 15 y más años creció del 41,3% a 53,9%, mientras que la de los hombres se mantuvo relativamente estable, en torno al 78% en promedio, para 18 países de América Latina”, informó la Cepal, cuya sede central está en Santiago -la capital chilena-, y sus dos sedes subregionales se ubican, respectivamente, en la Ciudad de México (CDMX) -para Centroamérica-, y en Puerto Españala capital de Trinidad y Tobago, para el Caribe-.

A pesar de esta importante reducción en la brecha de género de participación laboral, el espacio para que más mujeres se sumen al mercado de trabajo es amplio”, agregó.

La Cepal precisó, en calidad de denuncia, que, en ese contexto de marginación respecto a actividades remuneradas, la población femenina en el área del trabajo está en situación de desventaja económica, lo mismo que de autonomía personal limitada.

En ese sentido, aclaró que “una reducción de la brecha de género en el acceso y calidad del empleo no solo es ética y socialmente deseable por la reducción de la desigualdad, sino que desde el punto de vista económico significa un incremento de la productividad y la actividad económica”.

También explicó que “la incorporación de la dimensión de género en los modelos de crecimiento económico da cuenta del potencial para el producto bruto interno (PBI) que tendría un involucramiento laboral más equitativo en términos de participación, ingresos, representación en posiciones de liderazgo y en la toma de decisiones”.

La Cepal -una de las cinco comisiones regionales especializadas de Naciones Unidas-, destacó, al respecto, los obstáculos que atentan contra lairrestricta presencia femenina en las filas del trabajo en el contexto latinoamericano, que, además, presenta desempeño en materia de reducción de la brecha laboral de género inferior al de otras regiones en desarrollo, a nivel mundial.

Las mujeres enfrentan barreras que se modelan a través de un conjunto más acotado de posibilidades en su elección ocupacional, penalidades salariales que desincentivan la participación, menor calidad de insumos en el proceso de acumulación de capital humano y normas sociales que afectan las decisiones de participación y poder de negociación en el hogar”, indicó.

Según la comisión, “la contribución económica de la reducción de la brecha de participación laboral entre hombres y mujeres proviene de las ganancias en eficiencia y de la mejor asignación de recursos”.

Por un lado, un incremento la oferta laboral que se concreta en trabajo remunerado aumenta la actividad económica”, empezó a explicar.

Por otro lado, la mejor asignación de tiempo entre trabajo en el mercado y trabajo en el hogar y asociación de habilidades a requerimientos en los puestos de trabajo puede implicar ganancias en productividad”, puntualizó, a continuación.

A ello se suma el hecho de que “la plena utilización de las capacidades de las mujeres en el trabajo remunerado tiene un efecto multiplicador en distintas dimensiones de desarrollo tanto en el corto como en el largo plazo, siguió aclarando.

Por ejemplo, esto implicaría mayor producto e inversión en capital humano, lo cual redunda no solo en mejoras de productividad sino también en mayor inversión en las generaciones futuras”, agregó.

Lo anterior, en virtud de que “este crecimiento económico sostenido genera una nueva demanda que indirectamente promueve la paridad de género”, planteó, para señalar que “los países podrían beneficiarse significativamente del cierre de la brecha”.

En este sentido, informó que “las estimaciones sobre la magnitud de esta contribución encuentran que una mayor participación laboral de las mujeres podría significar un incremento del producto desde 4% hasta 45%”.

Asimismo, “la reducción de las brechas de género en la participación laboral reviste importancia como fuente de crecimiento económico para América Latina”.

De acuerdo con el análisis de la Cepal, “se estima que, entre los impulsores de crecimiento de la región, casi el 80% proviene de la creciente incorporación laboral más que de incrementos en la productividad”.

Por ello, una mayor participación laboral femenina se traducirá en un crecimiento cuya magnitud dependerá del perfil de las mujeres que ingresen al trabajo remunerado y las oportunidades laborales que puedan ofrecer las economías”, aseguró.

Sin embargo, identificar cuáles son los factores determinantes de la participación laboral de las mujeres no es tarea sencilla ya que la misma es resultado de decisiones personales y familiares que a su vez se ven influenciadas por el contexto económico, social, político e institucional en el cual se toman.

Sobre la brecha de género en el campo del trabajo, en términos generales, la economista, docente universitaria, en investigadora académica estadounidense Claudia Golding dijo, el 9 de octubre -cuando recibió el Premio Nobel en Economía-, que aún hay grandes diferencias entre mujeres y hombres, en términos de qué hacen, cómo son remuneradas, y todo eso”.

Al leer, ese día, en Estocolmo -la capital sueca-, el comunicado del caso, el presidente del Comité del Premio Nobel de Ciencias Económicas, Jakob Svensson, explicó que el galardón fue asignado a Goldin, “por haber impulsado nuestra comprensión de los resultados, para las mujeres, del mercado laboral”.

“Su investigación revela las causas de cambio, así como las principales fuentes para la persistencia de la brecha de género”, señaló, asimismo.

“Las mujeres están vastamente subrepresentadas en el mercado laboral mundial, y, cuando trabajan, ganan menos que los hombres”, denunció la entidad.

“Goldin ha demostrado que la participación femenina en el mercado de trabajo no presentó, durante este período, una tendencia ascendente sino una curva en forma de U”, precisó.

“Por otra parte, la participación de mujeres casadas descendió con la transición de una sociedad agraria a una industrial, en el siglo diecinueve, pero empezó a aumentar con el crecimiento del sector de servicios, temprano en el siglo veinte”, señaló, a continuación.

El comité precisó, además, que “Goldin explicó este patrón como el resultado de un cambio estructural, y de normas sociales evolutivas respecto a las responsabilidades de las mujeres respecto al hogar y a la familia”.

Foto: Magda Ehlers

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