Cuando los desastres golpean, las comunidades pueden recurrir a acciones de supervivencia negativas, como la trata, la explotación, el matrimonio infantil o el abandono escolar

La crisis ecológica, generada por el cambio ambiental, intensifica la violencia de género, además de que limita la efectividad de los mecanismos existentes para proteger a las víctimas.

Las afectadas son, por igual, mujeres y niñas, cuyos derechos son así violados mediante acciones entre las que figuran la trata, la explotación lo mismo laboral que sexual, todo lo cual tiene incidencia directa en el abandono en lo que tiene que ver con educación.

Al presentar, a la Asamblea General de las Naciones Unidas, un informe sobre esa materia, la jordana Reem Alsalem, relatora especial de Naciones Unidas sobre Violencia contra Mujeres y Niñas, sus Causas y Consecuencias, advirtió que el tema es de justicia de género, además de que constituye un problema específicamente ambiental.

El cambio climático “no sólo da lugar a una crisis ecológica sino a una de justicia de género”, denunció Alsalem, para agregar que “agudiza la violencia de género, y limita la eficacia de los mecanismos de protección”, indicó, el 5 de octubre, Noticias ONU -la agencia informativa de Naciones Unidas-.

“Cuando los desastres golpean, las comunidades pueden recurrir a acciones de supervivencia negativas, como la trata, la explotación, el matrimonio infantil o el abandono escolar”, aseguró la experta, cuando dio a conocer, en el foro mundial, el documento que tituló “La violencia contra las mujeres y las niñas en el contexto de la crisis climática, incluida la degradación ambiental y la mitigación del riesgo de desastres y la respuesta ante estos”.

“El cambio climático y la degradación ambiental aumentan el riesgo y la incidencia de la violencia contra las mujeres y las niñas”, advirtió.

“El impacto del cambio climático acentúa todos los tipos de violencia contra las mujeres y las niñas -desde la física y psicológica hasta la económica-, además de que limita la disponibilidad y eficacia de los mecanismos de protección, y debilita la capacidad de prevenir los abusos contra ellas”, denunció.

En opinión de Alsalem, “pese a la gravedad de la situación, y a que hay una conciencia creciente sobre el impacto de la crisis climática en las mujeres y las niñas, esto no se ha reflejado lo suficiente en las políticas mundiales, regionales, y nacionales”.

Al definirlo desde este punto de vista, la relatora explicó que el cambio climático “no es sólo una crisis ecológica sino, fundamentalmente, una cuestión de justicia, prosperidad, e igualdad de género”.

Además, está “intrínsecamente vinculado e influenciado por la desigualdad estructural y la discriminación” contra la población femenina, dijo Alsalem, quien también es asesora en los campos de respuesta humanitaria, desplazamiento forzoso, y recuperación temprana.

“Cuando los desastres -de inicio lento o repentino- golpean y amenazan los medios de subsistencia, las comunidades pueden recurrir a mecanismos de supervivencias negativos

-como la trata, la explotación sexual-, y prácticas nocivas como el matrimonio precoz o infantil, y el abandono escolar”, puntualizó.

Se trata de un conjunto de realidades que “atropella los derechos de las mujeres y las niñas, y las coloca en escenarios de alto riesgo”, precisó, a continuación, como advertencia.

Por otra parte, denunció que “las defensoras de los derechos humanos y ambientales, las mujeres y las niñas indígenas, las mujeres de diversas identidades de género y orientaciones sexuales, las mujeres mayores, las mujeres con discapacidad, y las mujeres en situación de pobreza y las desplazadas por la fuerza, están en particular riesgo, y, a menudo, carecen de protección”.

La experta planteó, asimismo, la necesidad de mayor sensibilidad en cuanto a la particular vulnerabilidad ese sector poblacional ante la crisis ambiental.

“A pesar del daño irreparable y significativo al bienestar de las mujeres y las niñas, se necesitan más esfuerzos y recursos para comprender el nexo entre el cambio climático y la violencia contra las mujeres y las niñas”, reflexionó.

Entre otras conclusiones incluidas en el informe de 11 capítulos contenidos en 26 páginas, Alsalem indicó, en forma de pronóstico, que “el cambio climático es y será, sin duda, el fenómeno de mayor calado de cuantos dictan las formas nuevas y existentes de desigualdades entre los géneros”.

Además, “será un factor determinante en las formas en que se manifiesta la violencia contra las mujeres y las niñas en todas las sociedades y en diferentes contextos, incluso en entornos sin desastres, en el transcurso de desastres y con posterioridad a éstos”, escribió.

Al formular recomendaciones, Alsalem planteó, en el texto, que “las niñas y las mujeres deben ocupar un espacio central en las políticas de mitigación del cambio climático y de adaptación a éste”.

Por lo tanto, “los Estados deben seguir dando prioridad a la adopción y promulgación de marcos jurídicos e institucionales sobre la violencia por razón de género que tengan en cuenta las cuestiones de género, en particular en la lucha contra el cambio climático”.

Durante la presentación del informe, Alsalem subrayó que “el bienestar y los derechos de las mujeres y las niñas, no deben quedar en segundo plano: deben colocarse en el centro de las políticas y las respuestas”.

Foto: Denniz Futalan