La belleza externa es una cualidad subjetiva, que en muchas ocasiones se asienta en la cultura y en otra, en caprichos de una élite social

La belleza externa es una cualidad subjetiva que en muchas ocasiones se asienta en la cultura, y en otras, en caprichos de una élite social. Un buen ejemplo lo son las sociedades afrodescendientes, en donde ser muy esbelta y ausentes de curvas es poco atractivo, sin embargo, tener un gran trasero, caderas anchas y busto prominente, es perfecto.

El ideal de belleza “blanca” femenina ha cambiado, no porque los diseñadores hayan contratado para sus pasarelas mujeres negras, orientales, latinas, algunas llenas y curveadas, otras mayores de 40 años, sino porque la sociedad a evolucionado, o mejor dicho, globalizado el concepto de belleza. Ya no es un “estándar”.

La televisión y redes sociales nos han mostrado una gran diversidad de mujeres con rasgos, medidas, alturas y tonalidades de piel particulares, que hemos aprendido a aceptarlas, disfrutarlas y respetarlas, porque sobresalen cualidades que tienen que ver su carácter e inteligencia, mucho más que con su aspecto.

Hoy día la belleza es vinculada a diferencias y no a similitudes; a lo llamativo de la mirada, ademanes, forma de hablar, pensar, proyección corporal, capacidad de diálogo y razonamiento, y otras variables, que una mujer tradicionalmente hermosa, podría considerarse fea, o viceversa.

Ahora observamos a una Oprah Winfrey (empresaria de televisión), Michelle Bachelet (ex presidenta de Chile), Mary Barra (directora ejecutiva de General Motors), Kamala Harris (vicepresidenta de los Estados Unidos), Tsai Ing-wen (presidenta de la República de China), Gail Boudreaux (directora ejecutiva de Anthem), y realmente lucen hermosas con sus cuerpos carnosos, disímiles la una de la otra.

Hay otro grupo de mujeres hermosas adultas mayores muy atractivas, como Christine Lagarde (presidenta del Banco Central Europeo), Sheikh Hasina (primer ministra de Bangladesh) y Rosalía Mera (mayor accionista Zara, Stradivarius, Massimo Dutti), que exhiben sus canas y arrugas con mucha hidalguía y coquetería.

Si fuéramos a elegir la más bella de todas las mencionadas, estoy segura de que las variables de selección serían personalidad e inteligencia, éxito y poder. Esa es la belleza que se destaca en ellas, porque la mayoría son carnosas, canosas, y todas poderosas.

Foto: Laura Tancredi