Contar con un buen desempeño competitivo es un reto diario en la vida profesional de cualquier persona, pero cuando se es madre, esposa y jefe de familia, la pregunta ¿cómo alcanzar mayores niveles de competitividad? se convierte en un dura faena, con probabilidad de sacrificios y sacrificados.

Según Daniel Goleman, en el libro Inteligencia Emocional, la competitividad de una persona, depende de su equilibrio intelectual,  de manera que sirva de apoyo al desarrollo de destrezas. La iniciativa, empatía, adaptabilidad y  persuasión son habilidades emocionales que  ayudan a ser más competitivos,  permitiendo contribuir a elevar los niveles de perfección en nuestros procesos diarios, sin apartarnos de gozar una buena calidad de vida.

Es precisamente la Inteligencia emocional una de las variables que mejor definen el liderazgo femenino, pues entre las féminas se destaca aún más lo que podríamos definir como el conjunto de habilidades psicológicas que permiten apreciar y expresar de manera equilibrada nuestras emociones, forma de pensar y comportamiento.

Y es que más allá del conocimiento técnico y la educación formal que pueda tener una persona, sea hombre o mujer, y que siempre es necesaria, la base de la competitividad recae en conductas simples como saber escuchar y comunicarse oralmente, adaptabilidad y respuestas creativas ante los obstáculos y los reveses; el dominio personal, confianza en sí mismo, motivación para trabajar en búsqueda  de un objetivo, deseo de desarrollar la carrera y enorgullecerse de lo alcanzado; la efectividad grupal e interpersonal, espíritu de colaboración y de equipo, habilidad para negociar desacuerdos y el deseo de contribuir y de  potencial el liderazgo.

Administración efectiva del tiempo

Como para la mujer es más difícil ser competitiva, no por la carencia de inteligencia emocional y racional, sino por la limitación del tiempo debido a sus múltiples roles dentro de la sociedad, lo primero que debe hacer es administrar eficientemente cada minuto de su vida.

Stephen Covey, un destacado experto en este tema, que ha desarrollado varias teorías de la efectividad y competitividad humana basado en los siete hábitos de la gente altamente efectiva, resume en la frase  “hacer primero lo primero” la necesidad de  administrar el tiempo identificando  lo urgente y no urgente y lo importante  de lo no importante.

Las actividades urgentes son las que requieren acción inmediata y las importantes las que tienen que ver con los resultados. Las no urgente y no importantes son la que regularmente ocupan más de nuestro tiempo, de ahí la importancia de poner en orden las tareas diarias para ayudarle a mantener el equilibrio de presiones laborales y personales, facilitando el logro de los objetivos, de manera más eficiente y competitiva.

Para ayudarle a ordenar las acciones del día a día, establecer prioridades y tomar mejores decisiones debe organizar su tiempo empezando por el análisis de ¿en qué gasta y en qué invierte su tiempo? levantando una lista de cosas (urgentes e importantes) que debe hace y debe hacer.

Sin que le tiemble la mano elimine los enemigos de su tiempo, que son los que hacen que los “gaste” y hasta pierda miserablemente, como las llamadas telefónicas no planificadas, reuniones improvisadas, interrupciones personales como asuntos domésticos,  y la atención a visitas inesperadas. Planee desde el día o la semana anterior; no deje las acciones importantes para “después”, delegue en los demás las cosas que no le corresponde hacer (o que alguien las puede hacer por usted) y aprenda a decir “no”.

De otra parte, identifique las acciones que sí son una “inversión” en tiempo, que son aquellas que generan beneficios a su desempeño laboral como análisis de situaciones, cumplimiento de acciones concretas y reuniones con personas claves que nos ayudarán a llegar a determinada meta o cumplir un objetivo.

La administración eficiente del tiempo crea un centro potenciador de desempeño y nos  permitirnos el disfrute de otras actividades no laborales.

Sin intención de querer extenderme más de lo necesario, es bueno señalar que existen otras características del liderazgo competitivo que, efectuados de la manera correcta, podrían dar resultados mucho mejores que lo imaginado, los cuales estaré abordando en la segunda parte.