El machismo atribuye de forma simplista, que los embarazos no intencionales, son responsabilidad y decisiones tomadas erróneamente por las mujeres, y las culpabiliza en vez de contextualizar la situación
Al analizar el fenómeno mundial de embarazos no deseados -que, según Naciones Unidas, se traduce en que la mitad de los embarazos no es fruto de una decisión personal-, la experta estadounidense Rebecca Zerzan aseguró, a la British Broadcasting Corporation (BBC), que suele enfocárselo desde el punto de vista moral, y recae sobre las mujeres la responsabilidad.
“Tenemos que quitar parte de la culpa, de las mujeres, y ponerlo en el contexto”, señaló, en declaraciones que el medio de comunicación británico difundió el 29 de agosto, en relación con un informe que, sobre esa situación, fue elaborado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (United Nations Population Fund, Unfpa).
“No podemos seguir pensando que esto es, simplemente, un tema de mujeres que toman malas decisiones”, planteó Zerzan, experta en temas de salud sexual y reproductiva lo mismo que de violencia de género, quien es la editora principal del estudio.
La especialista explicó que, “en general, este tema es visto desde una perspectiva moral: una mujer tomó malas decisiones, quedó embarazada y deberá hacerse cargo”.
“O es una situación triste: la mujer fue violada y quedó embarazada. Qué mal, pobre!”, agregó, para revelar, a continuación, que, “cuando lanzamos el informe (en marzo de 2022), también algunos decían que se trataba de un tema de responsabilidad personal”.
“Pero este trabajo busca mostrar que, en realidad, hay condiciones que llevan a que haya embarazos no intencionales”, aseguró, en referencia al Estado de la Población Mundial 2022, titulado “Visibilizar los invisible. La necesidad de actuar para poner fin a la crisis desatendida de los embarazos no intencionales”.
En la sección referida a Definiciones, en el documento de seis capítulos contenidos en 160 páginas, se establece la diferencia conceptual y clínica entre embarazo no intencional -o no planeado- y embarazo no deseado.
En el primer caso, se refiere a “una mujer que no tenía planeado tener -más- hijos”, o a un “embarazo inoportuno, que sucede antes de lo deseado”, mientras que, en el segundo, se trata de un “embarazo que una mujer no desea”, de acuerdo con lo señalado por el Unfpa.
Al respecto, Zerzan denunció que “vemos que en los lugares donde las mujeres no tienen el poder de decidir si quieren quedar embarazadas o no, tiende a haber peores niveles de equidad de género y de desarrollo”, además de que precisó que “son temas interrelacionados”.
“A nivel global, vemos que las condiciones que llevan a mujeres y niñas a quedar embarazadas sin elegirlo, son cosas (tales) como la exposición a la violencia sexual, las barreras al acceso a la educación, barreras al empoderamiento económico, la falta de servicios de salud que no las juzguen, e información sobre su salud reproductiva”, dijo.
En cuanto al dato estadístico de que, a nivel mundial, los embarazos son, en 50 por ciento, no intencionales, la experta informó que, “recién en 2015, empezamos a intentar medir la autonomía corporal de las mujeres”.
Al respecto, “los datos más recientes muestran que, en 68 países en todo el mundo, el 25% de las mujeres informan que no pueden decir que no al sexo”, denunció.
“Es decir que un cuarto de las mujeres, en los lugares que analizamos, sentían que no podían negarse a tener sexo”, reafirmó.
“Ya sea que fueran dependientes económicamente o socialmente de una pareja, o que sintieran presión de su familia política, sentían que no podían elegir, así que ese es un factor importante”, dijo, a continuación.
“La violencia sexual también es, absolutamente, una causa importante de embarazos no intencionales, a veces, solapado con lo anterior”, siguió explicando.
Sumado a eso, los prejuicios socioculturales se constituyen en barreras que impiden, a un considerable sector de la población femenina, hacer uso de métodos anticonceptivos -inclusive, en casos en que son accesibles-, agregó, respecto a un cuadro de situación patriarcal tradicional que golpea a cientos de millones de mujeres.
“Una de las razones principales por la que la gente nos dijo que no usaba anticonceptivos, es porque hay oposición a usarlos, en su comunidad”, comenzó a informar.
“En estos lugares, las mujeres que los usan pueden ser estigmatizadas, porque la expectativa es que tengan hijos”, contexto en el cual “también las mujeres más jóvenes -y niñas- que usan anticonceptivos, enfrentan mucho estigma”, precisó.
“Por ejemplo, las adolescentes que están sexualmente activas, enfrentan una enorme cantidad de estigma para tener acceso a métodos anticonceptivos, o incluso información sobre sus cuerpos”, señaló, como ejemplo adicional.
“Por otra parte, está el hecho muy real de que muchas mujeres sufren efectos secundarios cuanto utilizan anticonceptivos”, a lo que se agrega el hecho de que “no tienen acceso a la gama completa de opciones anticonceptivas que minimizaría estos efectos”, puntualizó.
“A muchas, no se les dice que podrían experimentar efectos secundarios, o que hay métodos alternativos, y no se les explica qué hacer si sufren por los efectos secundarios”, reafirmó.
“La mayoría de las mujeres que conozco, han probado más de un método anticonceptivo, a lo largo de su vida, a medida que sus circunstancias cambian”, relató.
“Y, en los lugares donde no hay elección entre diversos métodos -ya sea porque no hay acceso, o (porque) hay normas culturales que los limitan, algunas mujeres pueden decidir que ya no es posible para ellas seguir usando el anticonceptivo que tienen disponible”, siguió narrando.
Por si lo anterior no fuese altamente perjudicial para la población femenina afectada, “en muchas comunidades, también existe la creencia incorrecta de que los anticonceptivos orales pueden causar infertilidad”.
Respecto a la serie de prejuicios que mencionó, Zerzan reflexionó en el sentido de que “no necesariamente son puntos de vista profundamente arraigados sobre la anticoncepción sino sobre las mujeres, sus responsabilidades, y el rol que cumplen” en la sociedad.
“Muchas, son creencias de que las mujeres deberían ser de cierta forma”, planteó, a continuación.
En ese sentido, la especialista indicó que, en el informe, “los datos muestran que uno de los principales motivos por el que las mujeres no usan anticonceptivos, es porque practican la abstinencia periódica”.
Este punto, “sugiere que no tienen la expectativa de tener sexo”, pero, “cuando el encuentro ocurre, quizás no están pudiendo negociar el uso de un preservativo”, dijo. “Es decir que, incluso, son expectativas que las mujeres tienen sobre sí mismas: ‘voy a abstenerme así no me quedaré embarazada’. Y, luego, la realidad se impone”, planteó.
Respecto a este adicional componente sociocultural impuesto por el tradicionalismo patriarcal, Zerzan subrayó que, “definitivamente, este es un problema grande”.
“Vemos que a las mujeres les cuesta negociar el uso de un condón, en parte, porque los hombres y la sociedad lo ven como un problema de la mujer, y que ella se ocupará de evitar un embarazo”, informó, además de precisar que “las opciones anticonceptivas disponibles, para muchas mujeres, son mucho más limitadas de lo que creemos”.
“También, en parte, se debe a que no hay muchas opciones anticonceptivas para los hombres: solo hay dos, lo cual es un gran problema”, agregó, sin precisarlas.
“Los hombres también deberían tener más opciones”, sugirió.
“El motivo por el cual no tienen la gama de opciones que tienen las mujeres, es por inequidad de género, porque esperamos que las mujeres se ocupen del tema”, dijo.
Sin embargo, “en encuestas, los hombres tienden a responder de forma abrumadora diciendo que les gustaría tener la opción de asumir esa responsabilidad por su pareja”, lo que indica que “existe una demanda de que los hombres puedan dar un paso al frente y asumir parte de la responsabilidad, por sí mismos”.
“Así que, realmente, debemos dejar de ver esto como un problema relacionado con el comportamiento de las mujeres, o sus elecciones”, recomendó.
En opinión de la experta, “ciertamente, tener un mayor acceso a mejores métodos anticonceptivos es parte de la solución, pero eso, solo, no va a eliminar los embarazos no intencionales, porque en gran parte estos son el resultado directo de una capacidad limitada de poder elegir”.
Zerzan reflexionó, asimismo, en calidad de denuncia, que “un mundo donde un cuarto de las mujeres consultadas dice que no pueden negarse a tener sexo, es un mundo donde no tienen autonomía sobre sus cuerpos, donde las elecciones de las mujeres no son valoradas”.