Las mujeres constituyen un sector imprescindible en la primera línea de respuesta en el combate global contra el coronavirus (COVID-19), por lo que sus necesidades son de atención prioritaria, planteó la Entidad de las Naciones Unidas para Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres).

En tiempo de crisis –como el actual- la mayoría de la población femenina recibe un mayor impacto, que la masculina, por cuanto, entre otras consecuencias, se intensifica el papel que históricamente se le ha impuesto en materia de labores domésticas no remuneradas –lo que incluye el cuidado de miembros de la familia particularmente vulnerables, como niños, adultos mayores, personas enfermas o con alguna discapacidad-, señaló ONU Mujeres.

Las crisis también golpean, con particular fuerza, a las trabajadoras informales, ya que se trata de situaciones que dañan la economía de los países, en particular de quienes obtienen ingresos en la informalidad laboral, según, en el informe titulado “COVID-19 en América Latina y el Caribe: cómo incorporar a las mujeres y la igualdad de género en la gestión de la respuesta a la crisis”.

Un sector particularmente vulnerable, señalado en este contexto, es el de las mujeres en procesos migratorios irregulares –quienes, por lo general, se desplazan junto con niños-, como es el caso, en América Latina, de los masivos desplazamientos, de miles de personas, desde el Triángulo Norte de Centroamérica –El Salvador, Guatemala, Honduras-, hacia Estados Unidos, vía México.

Cualquier respuesta efectiva, a la presente crisis sanitaria mundial, debe incorporar, en lo que se refiere a la población femenina, aspectos tales como el trabajo de cuidados, la autonomía económica, la violencia física o sexual, la participación de las mujeres en la toma de decisiones, el análisis de género y la migración irregular, son solo algunas de las áreas de preocupación que deben ser parte de una respuesta efectiva ante la crisis sanitaria que atraviesa el mundo en este momento, según lo indicado en texto de tres páginas.

También resulta esencial incorporarlas a los procesos de toma de decisión, precisó.

Tras señalar que, en la respuesta a la pandemia es necesario tener en cuenta que los impactos y las implicaciones son diferentes para mujeres y hombres, ONU Mujeres señaló que “las mujeres son imprescindibles en la lucha contra el brote – como primeras respondientes, trabajadoras y profesionales sanitarias, voluntarias comunitarias y cuidadoras, así como por ser desproporcionalmente afectadas por la crisis”.

Son personas quienes “están en la primera línea de la respuesta y asumen mayores costos físicos y emocionales, así como un mayor riesgo de infección en la respuesta a la crisis”, agregó, en alusión a que, por lo general, desempeñan labores en áreas tales como, por ejemplo, enfermería, limpieza, lavandería, en centros de asistencia médica.

De modo que “es fundamental atender a las necesidades inmediatas de las mujeres que están en la primera fila de la respuesta e incorporarlas en los procesos de toma de decisiones”, recomendó, en el documento que señala una decena de impactos que la crisis está teniendo en la población femenina, y plantea una docena de recomendaciones.

“Las mujeres están en la primera línea de la respuesta y asumen mayores costos físicos y emocionales, así como un mayor riesgo de infección en la respuesta a la crisis”, por lo que “es fundamental atender a las necesidades inmediatas de las mujeres que están en la primera fila de la respuesta e incorporarlas en los procesos de toma de decisiones”, sugirió, además de indicar que “siguen siendo las más afectadas por el trabajo de cuidados no remunerado, sobre todo en tiempos de crisis”.

La agencia de Naciones Unidas encargada de promover la igualdad de género y el empoderamiento de la población femenina, precisó que, “debido a la saturación de sistemas sanitarios y al cierre de las escuelas, las tareas de cuidados recaen mayoritariamente en las mujeres, quienes, por lo general, tienen la responsabilidad de atender a familiares enfermos, personas mayores y a niños y niñas”.

En materia económica y laboral, en el dramático escenario actual, “el empleo y los servicios de cuidados se ven afectados para las trabajadoras en general y en particular para las trabajadoras informales y las trabajadoras domésticas”, lo que resulta en que “la capacidad de las mujeres para conseguir sus medios de vida se ve altamente afectada por el brote”, advirtió.

Entre otras razones, porque “las cuarentenas reducen considerablemente las actividades económicas y de subsistencia y afectan sectores altamente generadores de empleo femenino como el comercio o el turismo.”, explicó.

Igualmente, “la reducción de la actividad económica afecta en primera instancia a las trabajadoras informales que pierden su sustento de vida de forma casi inmediata, sin ninguna red o posibilidad de sustituir el ingreso diario en general”.

Ese cuadro de situación golpea, en particular, a las trabajadoras domésticas, entre otros, en dos sentidos puntuales.

“Por un lado, los desafíos derivados de la mayor carga de cuidados por el incremento del trabajo no remunerado en los hogares y el cuidado de niños y niñas durante el cierre de las escuela”, y, “por otro lado, la posibilidad de perder el ingreso cuando, por razones sanitarias, se les solicita dejar de trabajar por considerarlas un riesgo de contagio para las familias con las que trabajan”, detalló, a manera de ejemplo.

En materia migratoria, el sector de mujeres y niñas es particularmente vulnerable, en el riesgoso contexto de los desplazamientos irregulares y masivos de personas.

“La migración irregular de las mujeres y niñas genera mayores riesgos de protección asociados como la violencia de género y la trata”, peligros que “pueden incrementarse debido a las restricciones de viaje internas y externas, las dificultades de acceso a servicios de salud y medicamentos, así como la falta de documentación”, a lo que, a causa de la pandemia, se suma “un aumento del estigma, la xenofobia y la discriminación”, denunció.

ONU Mujeres señaló, en ese sentido, “ejemplos generalizados de estas expresiones relacionadas con la raza, el género y estatus migratorio, que conducen a una mayor desigualdad, alejan a las personas de los servicios que necesitan, exacerban estereotipos así como la hipersexualización de las mujeres, y dificultan su integración socioeconómica en las comunidades de acogida”.

También advirtió que, “en contexto de emergencia aumentan los riesgos de violencia contra las mujeres y las niñas, especialmente violencia doméstica, debido al aumento de las tensiones en el hogar4 y puede también aumentar el aislamiento de las mujeres”.

Por ello, “las personas sobrevivientes de violencia pueden enfrentar obstáculos adicionales para huir de situaciones violentas o para acceder a órdenes de protección y/o servicios esenciales que pueden salvar vidas, debido a factores como las restricciones de la circulación o la cuarentena”, planteó.

En ese sentido, “el impacto económico de la pandemia puede generar barreras adicionales para dejar una pareja violenta así como mayor riesgo de explotación sexual”, indicó, a continuación.

Tras precisar que cualquier respuesta efectiva a la crisis sanitaria global debe tener en cuenta lo que describió como dinámicas de género, ONU Mujeres planteó, entre 14 recomendaciones, la necesidad de “asegurar la disponibilidad de datos desagregados por sexo y el análisis de género, incluyendo las tasas diferenciadas de infección, impactos económicos y en la carga de cuidado diferenciados, barreras de acceso de mujeres, e incidencia de violencias doméstica y sexual”.

Además, “asegurar la dimensión de género en la respuesta requiere destinar recursos suficientes para responder a las necesidades de las mujeres y niñas”, por lo que “la respuesta debe considerar de manera diferenciada las necesidades y capacidades de mujeres, hombres, niñas y niños, y garantizar que todas las personas afectadas sean beneficiadas por la asistencia”.

Un aspecto destacado es el referido a la necesaria participación, del sector femenino, en la toma decisiones.

Se debe “implicar a las mujeres en todas las fases de la respuesta y en la toma de decisiones nacionales y locales, especialmente a grupos de mujeres que están recibiendo mayormente el impacto de las crisis como las mujeres trabajadoras del sector sanitario, trabajadoras domésticas y del sector informal, así como mujeres migrantes y refugiadas”, precisó.

Al respecto, recomendó “adoptar medidas directas de compensación a trabajadoras informales, incluyendo trabajadoras sanitarias, domésticas, migrantes y de los sectores más afectados por la pandemia, a fin de que sea posible mantener la generación de ingresos y los medios de subsistencia de las mujeres más afectadas”.

Y señaló que es igualmente necesario “promover estrategias específicas de empoderamiento y recuperación económica de las mujeres, considerando programas de transferencias monetarias, para mitigar el impacto del brote y sus medidas de contención, incluido el apoyo para que se recuperen y puedan desarrollar resiliencia para futuras crisis”.

De acuerdo con  datos de agencias especializadas internacionales de diferentes gobiernos, al 19 de marzo, a nivel latinoamericano y caribeño, Brasil es el país que más casos presenta es Brasil, con 534-un fallecimiento-, seguido por Chile, con 238, Perú (234, uno fatal), Ecuador (199, tres fatales), Panamá 137 (uno fatal), México (118, un fallecido), Colombia (102), Argentina (97, dos fatales), Costa Rica (87, un fallecido), Uruguay (79), Jamaica 15 (un fallecido), El Salvador (12).