Cristina Peri Rossi, la escritora uruguaya radicada en España quien este año obtuvo el Premio Cervantes de literatura, relató que la noticia sobre el otorgamiento del galardón le llegó mientras se recuperaba, en el apartamento donde reside, de un ataque de asma que había determinado, por algunos meses, su hospitalización.
Durante su proceso de rehabilitación, fue conocido el fallo emitido por el jurado del Ministerio de Cultura que, desde 1976, asigna, anualmente, la distinción cuya denominación oficial es Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes -aunque es más conocida en su versión abreviada-.
En declaraciones telefónicas que el diario español El País reprodujo el 10 de noviembre
-día en que se difundió el anuncio-, Peri relató que, “por la puerta, se iba el médico, y entraba el Cervantes”.
En la resolución -leída, en conferencia de prensa, por el ministro de Cultura, Miquel Iceta-, los integrantes del jurado abdicaron que el otorgamiento del premio de 125 mil euros (unos 144 mil dólares), este año, a la uruguaya, respondió a la “exploración y crítica de su escritura”.
Asimismo, se tuvo en cuenta que su producción literaria tiene, como centro principal, “la condición de la mujer y la sexualidad”.
La decisión reconoció, igualmente, que la obra de la escritora constituye ”un recordatorio perpetuo del exilio”.
La autora -cuya trayectoria literaria comenzó en 1953, con la publicación de “Viviendo”, una recopilación de cuentos- es la sexta mujer -y la tercera persona originaria de Uruguay- premiada con el Cervantes.
Las otras cinco escritoras son la cubana Dulce María Loynaz (1992), las españolas María Zambrano (1988) y Ana María Matute (2010), la mexicana Elena Poniatowska (2013), y la también uruguaya Ida Vitale (2018).
Respecto a los literatos orientales -como los uruguayos se definen, por estar, su país, al este del Río Uruguay, que es parte de la frontera con Argentina-, los galardonados son Peri, Vitale, y Juan Carlos Onetti (1980).
En términos humorísticos, la poeta, cuentista, y novelista, comenzó a narrar que, meses atrás, “me tuvieron que llevar al hospital, por el asma”.
“Vinieron, acá, dos camilleros, uno grandote, de metro ochenta y mostachos espesos”, agregó en hablando en la nororiental ciudad de Barcelona, donde se estableció hace décadas, cuando se exilió a causa de la brutal y corrupta dictadura militar fascista (1973-1985) de Uruguay.
“Y, antes de bajar, le dije: ‘Si, por el camino, me han de hacer el boca a boca, por favor, que no sea usted’”, expresó.
Al explicar la anécdota con los trabajadores de salud, dijo que, ”en mi vida, siempre he tenido que desdramatizar, aunque no se me ha entendido”.
“Si no lo hago así, si no relativizo las cosas, me asusto mucho”, reflexionó.
En lo que tiene que ver con su permanencia en España, después del fin de la dictadura, Peri dijo, a El País, que “prefiero soñar con Montevideo (la capital uruguaya), y vivir acá”.
“Allí murieron mi madre y mi hermana -demasiada tristeza-, y, ahora, quiero alegrías, como la del Cervantes”, indicó.
También hizo referencia a la valoración, del jurado, en cuanto la “exploración y crítica de su escritura”.
Sobre el segundo componente, confesó que, “bueno, sí, son algunos de mis rasgos, siempre fui muy crítica con la vida política y social”, para agregar que “la realidad me ha dado motivos continuos de quejas”.
En elación con el factor de exploración mencionado en el fallo, explicó que “he tocado todos los géneros”, aspecto en cuanto al cual señaló que “la poesía es una percepción, la narrativa, un discurso”, las definió como dos géneros destacados en su trabajo.
“El poemario Las musas inquietantes (publicado en 1999) es uno de mis libros preferidos, porque, cada una de las pinturas, va ligada a un personaje y un sentimiento”, planteó, a continuación.
A manera de ejemplo -y como muestra de la censura de que su obra fue objeto, en Uruguay-, se refirió al trabajo poético cuyo título es “Los amores equivocados”.
“En un colegio católico de mi país, expulsaron al profesor, por hacerlo leer en clase”, dijo.
Al hacer referencia a “Todo lo que no te pude decir”, señaló que “es una de mis mejores novelas, y va sobre la relación de un hombre con un chimpancé”.
Al describir su producción literaria, en términos generales, la resumió señalando que profundiza “en la búsqueda y el análisis de la asimetría de las complejas relaciones personales”.
Respecto a la represión -principalmente selectiva- que caracterizó al criminal régimen militar uruguayo, Peri narró un hecho ilustrativo.
“Vi, incluso, una noche, cómo arrojaban envuelto en mantas un cadáver al mar, situado en un ángulo de visión desde mi ventana”, relató.
Asimismo, indicó que, “en Montevideo, se lacraban los ataúdes (de las víctimas torturadas y asesinadas), y se les entregaban los cadáveres a los familiares, después de que éstos firmaran un papel en el que se comprometían a no abrirlos”.
Planteó, además, que, en el contexto del terror de Estado imperante entonces, “renuncié a una carrera universitaria brillante, y a un futuro literario que ya tenía encarrilado”.
“Pero sabía, con seguridad, que el futuro del país estaba, ya, encarrilado hacia el golpe, y tuve soplos (información clandestina) que me permitieron averiguar que mi vida corría peligro”, agregó, al precisar que esa dramática situación política, de atroces violaciones a los derechos humanos, determinó su exilio.