En Costa Rica, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos-INEC (2011) más de 614 mil trabajan duro, pero no tienen acceso -ni el derecho reconocido- a una remuneración y se encuentran desempleadas debido a «obligaciones del propio hogar»; 569.664 son mujeres y 44.361 son hombres.

Esas obligaciones, que implican jornadas 24/7 por las que no se percibe salario alguno, a pesar de ser mucho más extenuantes y de mayor responsabilidad que otros oficios, se relacionan con el hacerse cargo de los quehaceres domésticos cotidianamente, así como el cuido de niños, niñas, personas enfermas, con discapacidad o adultas mayores; asumidas principalmente por mujeres con edades entre los 24 y los 54 años.

Esta tendencia invisibilizante y excluyente, está relacionada con la edad reproductiva de las mujeres y la conformación de las familias, pero sobre todo, con la división sexual y social del trabajo, según dicta el mundo imaginario de lo femenino y lo masculino.

Es así como uno de los pilares fundamentales para alcanzar la igualdad efectiva entre hombres y mujeres, pasa por la redistribución del trabajo doméstico no remunerado y una justa organización social de las tareas de cuido.

Estamos hablando de que hombres y mujeres tengamos las mismas responsabilidades familiares, para que entonces sí, haya acceso real a los mismos derechos. Para que dejen de ser las mamás, las abuelas, las hermanas o las hijas de cada seno familiar, las únicas responsables de trabajar el doble o sacrificar metas académicas, laborales y personales, a fin de proporcionar bienestar a sus seres queridos.

Las “cenicientas” costarricenses no necesitamos el rescate de un príncipe azul. Queremos tomar las oportunidades que la responsabilidad exclusiva del trabajo doméstico nos ha negado por generaciones y que se reconozca, visibilice y remunere el esfuerzo desempeñado, si decidiéramos quedarnos en casa.

Esto será posible a través de la construcción de una nueva masculinidad y de un Estado dispuesto a romper roles preestablecidos, con el impulso y ejecución de respuestas nacionales, que velen por el cumplimiento de los objetivos del desarrollo sostenible (ODS, ONU) con enfoque de género y derechos humanos.

Después de todo, como lo señaló la CEPAL, ONU , “no es posible realizar todo el potencial humano y alcanzar el desarrollo sostenible si se sigue negando a la mitad de la humanidad el pleno disfrute de sus derechos humanos y sus oportunidades”, en referencia a las mujeres y las situaciones de desigualdad que enfrentamos.

Quienes integraremos la próxima Asamblea Legislativa tendremos el deber de ocuparnos en generar legislación y control político que conciba el cuido como una responsabilidad social, en la que hombres, mujeres e instituciones deben participar, para garantizar facilitar a las familias la posibilidad de asumir responsabilidades hogareñas de manera compartida.

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Nielsen Pérez Pérez

Candidata a Diputada primer lugar de San José

Partido Acción Ciudadana