La opresión a la cual, bajo la dictadura imperante en Afganistán, están sometidas las mujeres, en ese país, constituye un crimen de lesa humanidad, de acuerdo con lo expresado por cuatro defensoras de los derechos humanos -particularmente las garantías fundamentales de la población femenina-
La opresión a la cual, bajo la dictadura imperante en Afganistán, están sometidas las mujeres, en ese país, constituye un crimen de lesa humanidad, de acuerdo con lo expresado por cuatro defensoras de los derechos humanos -particularmente las garantías fundamentales de la población femenina-.
La comunidad internacional, un sector de la cual se mantiene en silencio ante los atropellos cometidos por el régimen, debe declarar que esa situación es, efectivamente, un flagrante delito brutalmente cometido contras las mujeres y las niñas, plantearon.
En declaraciones reproducidas, el 19 de diciembre, por el medio de comunicación alemán Deutsche Welle (DW), las activistas denunciaron que, no obstante declaraciones de varios gobiernos y de organismos internacionales de condena, la dictadura del movimiento fundamentalista islámico Talibán mantiene la nociva conducta.
Las cuatro activistas -Malala Yousafzai, Niloufar Nikseyar, Sahraa Karimi, Shaharzad Akbar- fueron entrevistadas por DW en el contexto de la reunión que el consejo de Seguridad de las Naciones Unidas llevó a cabo un día después, para abordar las dramática situación humanitaria que presenta, en general, el país surcentral asiático.
Los talibanes implementan, en Afganistán, contra las mujeres y las niñas, “apartheid de género”, señalaron.
Las defensoras aludieron, así, al brutal sistema discriminatorio que, conocido como apartheid (separación, en afrikaans -idioma hablado en Sudáfrica y Namibia-), fue impuesto, desde 1948 a 1994, por el régimen racista blanco que durante décadas gobernó a Sudáfrica, y su contraparte de la ex África Sudoccidental (la actual Namibia).
Yousafzai -ganadora del Premio Nobel de la Paz 2014, por su activismo en promoción y defensa del derecho de la población femenina a la educación-, señaló que, “en Afganistán, millones de mujeres y niñas están siendo expulsadas, sistemáticamente, de la vida pública”.
“Todos tenemos que hacer más para que los talibanes sean responsabilizados por ello”, dijo, en calidad de exhortación, agregando, de inmediato, que, “sobre todo, pido, a todos los gobiernos, que declaren el apartheid de género como un crimen contra la humanidad.
Yousafzai, oriunda de la localidad de Mingora, en la noroccidental provincia paquistaní de Khyber Pakhtunkhwa -fronteriza con Afganistán, y zona de influencia talibana-, fue baleada, el 9 de octubre de 2012, a la edad de 24 años, a causa de su defensa y promoción del derecho humano de las mujeres, a la educación.
De acuerdo con testimonios y versiones periodísticas del momento, un talibán ingresó, esa tarde, al autobús escolar a bordo del cual se hallaba un grupo de niñas y adolescentes, preguntó por Yousafzai, y, tras localizarla, le disparó tres veces, con una pistola, hiriéndola en el lado izquierdo de la frente, la cara, y el hombro izquierdo.
En estado crítico durante algunos días, la víctima fue trasladada a la central ciudad inglesa de Birmingham, donde fue hospitalizada y sometida a exitosa terapia de rehabilitación intensiva.
También citada por DW, Nikseyar, una escritora afgana quien fue docente en la Universidad de Herat -en la ciudad de Herat, la capital de la occidental provincia de igual nombre, a su vez, limítrofe con Irán y Turkmenistán-, se refirió, igualmente, a la ineficacia de la comunidad internacional respecto a combatir la misógina política de la dictadura.
“Hace mucho tiempo, la comunidad internacional está informada sobre la situación”, dijo, en calidad de señalamiento.
“Cada vez que se presenta la oportunidad, se publica un nuevo informe sobre la situación de las mujeres y las niñas en Afganistán”, siguió planteando, para agregar que, “cada vez, se nos asegura que el mundo escucha nuestra voz y que la situación mejorará”.
“Sin embargo, no hemos visto ninguna mejoría en los últimos dos años”, precisó, en referencia al tiempo transcurrido desde que los talibanes tomaron, violentamente, el poder en el país.
Surgido en 1994, en el marco de la guerra civil afgana (1992-1996), el movimiento tuvo control, desde 1996-hasta 2001, de aproximadamente tres cuartas partes de los algo más de 652 mil kilómetros cuadrados que constituyen el territorio nacional.
La criminal administración talibana fue derrocada en diciembre de 2001, cuando se llevó a cabo una invasión militar, a Afganistán, encabezada por Estados Unidos.
No obstante esa pérdida, el movimiento se mantuvo, desde entonces, en resistencia armada y, tras el retiro, en agosto de 2021, de las tropas estadounidenses -las fuerzas extranjeras que aun ocupaban el país-, la ofensiva talibana logró el objetivo de ingresar a Kabul, la capital nacional, derrocando, el 15 de ese mes, al gobierno del presidente (2014-2021) Ashraf Ghani.
Respecto a la ausencia de voluntad política de la comunidad internacional, en términos generales, Nikseyar dijo que, “a pesar de ello, como mujer, siempre me esfuerzo por ser la voz de las víctimas en Afganistán”, y aseguró, a continuación, que “no queremos perder nuestra esperanza”.
De acuerdo con lo informado por DW, la activista “forma parte de un grupo de mujeres que organizan lecturas de libros en casa para mujeres y niñas”.
“Incluso para este tipo de encuentros entre mujeres, tienen que informar a los talibanes, y pedir permiso”, indicó el medio de comunicación alemán.
Por su parte, Sahraa Karimi, directora de cine afgana exiliada en Estados Unidos, también dijo, a DW, que, en Afganistán, rige el “apartheid de género (…) un crimen de lesa humanidad”.
“Durante los últimos dos años, a través de los recientes informes sobre Afganistán y las restricciones diarias a los derechos de las mujeres afganas, hemos visto que los talibanes no han hecho ningún cambio en su postura”, aseguró Karimi, quien, al momento de fugarse del control talibán, se desempeñaba como presidenta de la Organización Cinematográfica Estatal Afgana.
Al respecto, reflexionó, en calidad de denuncia, que, “desafortunadamente, la comunidad internacional, especialmente los países que están involucrados en decisiones importantes, apoyan, con su silencio, a los talibanes y les permiten reprimir aún más los derechos fundamentales de las mujeres”.