La noche del 14 de septiembre de 1821, corrió por las empedradas calles de Guatemala -ahora Antigua- con un farol en sus manos y buscando a los ciudadanos para que se congregaran en la plaza y frente al cabildo apoyar la independencia con canciones y llamados a la libertad.
María Dolores Bedoya de Molina nació un 20 de septiembre de 1783, en Guatemala. Ella sobresalió en una época en donde las mujeres no tenían trascendencia en la política. Compartía con su esposo, el doctor Pedro Molina, el deseo y la lucha por las ideas libertarias. Su participación en este periodo histórico sentó las bases para la inclusión de la mujer en las decisiones sociales.
Dolores era anfitriona, en su finca «La Jauja», de largas jornadas con independentistas guatemaltecos en donde se conspiraba por la emancipación.
La noche del 14 de septiembre de 1821, corrió por las empedradas calles de Guatemala -ahora Antigua- con un farol en sus manos y buscando a los ciudadanos para que se congregaran en la plaza y frente al cabildo apoyar la independencia con canciones y llamados a la libertad. También cuentan que mandó a tocar música de tambores y disparar cohetes de festejo para que los indecisos de la ciudad dieran por cierto que se había declarado la independencia y que el pueblo celebraba su triunfo. De esa manera, al sentir las detonaciones y el rubor del pueblo, las autoridades coloniales creyeron que había estallado una rebelión, entonces apuraron el proceso.
Un monumento a Dolores Bedoya fue develado el 25 de febrero de 1949, al inaugurarse la Escuela Nacional Dolores Bedoya en Ciudad de Guatemala y fue creada por el artista plástico guatemalteco Adalberto de León Soto.
«La mujer es en su juventud una flor que el hombre usa como la abeja y marchita y gasta… que es agente, que no necesite del hombre para subsistir, que se le dé una educación para que se baste a sí misma. Yo estoy por la independencia».
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Dolores Bedoya, en una carta dirigida a uno de sus hijos.