Phumzile Mlambo-Ngcuka & Helena Dalli

La presente crisis sanitaria global, no obstante estar afectando particularmente a las mujeres, entre otros aspectos, como disparadora de la violencia contra ese sector de la población, puede servir como factor de cambio en materia de desigualdad de género.

La identificación y comprensión de los principales componentes de esa histórica e injusta situación impuesta por la naturaleza patriarcal de las sociedades, constituye un elemento clave con miras a lograr ese cambio.

Al exponer esta línea de análisis, dos expertas internacionales en la materia platearon que las catástrofes mundiales suelen determinar el curso de la historia, lo que puede ser el caso de la pandemia mundial del nuevo coronavirus, causante de la Enfermedad Coronavirus 2019 (Coronavirus Disease 2019, Covid-19).

En el marco de la presente emergencia sanitaria, la lucha por la igualdad de género continua, aseguraron, en un artículo de opinión, la directora ejecutiva de la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres), la sudafricana Phumzile Mlambo-Ngcuka, y la comisaria de la Unión Europea (UE) para la Igualdad de Género, la maltesa Helena Dalli.

“Las catástrofes moldean el curso de la historia”, y “la gripe española de 1918 originó el acceso de muchas mujeres al mercado de trabajo, en funciones previamente reservadas a los hombres”, plantearon, en el texto que, en su versión en español, se tituló “De cómo la COVID-19 podría contribuir a la justicia de género”.

Las autoras hicieron así alusión a la letal pandemia de influenza (febrero de 1918-abril de 1920) que infectó a aproximadamente 500 millones de personas -alrededor de un tercio de la población mundial del momento-, y generó unos 50 millones de víctimas fatales.

En el marco de esa crisis sanitaria mundial, “algunas (mujeres) llegaron a recibir salarios iguales a los de sus predecesores y a ocupar puestos directivos”, pero “un siglo más tarde, en medio de otra pandemia, seguimos luchando enérgicamente por la igualdad de género”, señalaron.

Ahora, “la crisis del coronavirus ha acentuado las desigualdades y los desequilibrios de poder existentes y afectado de manera desproporcionada a las mujeres, como ilustra el desolador y marcado aumento de la violencia doméstica”, denunciaron.

“Sin embargo, la pandemia es también una oportunidad que nos permitirá ‘reconstruir a mejor’ y transformar las desigualdades estructurales de género”, plantearon, en una nota optimista.

Para ello, “el primer paso es comprender dónde se encuentran las principales brechas, como por ejemplo en la vapuleada economía de los cuidados”, expresaron, para agregar que, “en todo el mundo, las mujeres realizan en promedio el triple del trabajo asistencial y doméstico no remunerado que los hombres, trabajo que incluye la mayor parte de los cuidados infantiles”.

Al citar datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el desempeño de ese tipo de labores ha impedido a 606 millones de mujeres, en edad laboral, hallar un empleo remunerado, lo que, comparativamente, ha ocurrido a 41 millones de hombres, señalaron, sin especificar el período de tiempo en el que se enmarcan esas cifras.

La brecha de género se ha ampliado exageradamente, a causa de las necesarias medidas implementadas por la mayoría de los gobiernos, para tratar de controlar la propagación del virus, aseguraron, además.

Se trata, entre otras, del aislamiento social -cuarentena-, obligatoria en algunos países, que, si bien ayuda a encapsular el contagio, obliga a las mujeres y niñas víctimas de violencia de género -o en riesgo de serlo- a convivir 24/7 con los agresores.

“Las medidas de contención de la pandemia, las órdenes de confinamiento y el cierre de las escuelas han tensionado esta brecha hasta el punto de fractura, pues las mujeres se añaden obligaciones asistenciales que casi siempre se superponen a un empleo remunerado como trabajadoras esenciales o a nuevas fórmulas de trabajo a distancia”, advirtieron.

En los casos de quienes no se mantienen en reclusión domiciliar, “las mujeres también están en la primera línea de prestación de servicios sanitarios y asistenciales, por lo que se exponen diariamente al riesgo de infección por coronavirus”, aclararon.

Al respecto, informaron que, a nivel mundial, las mujeres representan un 69 por ciento de los profesionales de salud, además de un 88 por ciento de los cuidadores personales.

Mlambo-Ngcuka y Dalli también se refirieron al problema global de la agresión de género, y mencionaron una iniciativa conjunta de Naciones Unidas y la UE, que apunta a eliminarlo.

“Las crecientes denuncias que apuntan a la existencia en todo el mundo de una pandemia oculta de violencia doméstica y otras formas de maltrato contra las mujeres subrayan la importancia de seguir actuando para prevenirla y repelerla”, expresaron.

Ello, “a través de actuaciones como la Iniciativa Spotlight de la UE y las Naciones Unidas”, precisaron, a continuación.

La Iniciativa Spotlight -cuyo lema es “No dejar a nadie atrás”- es, según definición en su sitio web, “una asociación mundial plurianual entre la Unión Europea y las Naciones Unidas para eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas”.

De acuerdo con datos globales en poder de la iniciativa, una de cada 3 mujeres ha sufrido violencia física o sexual, una de cada dos mujeres asesinadas en 2012 murió agredida por su pareja o por familiares, y una de cada cinco mujeres y niñas ha sufrido violencia física o sexual de parte de su pareja.

Mlambo-Ngcuka y Dalli expresaron, además, en el artículo, que, “ahora que el mundo está buscando la mejor forma de recuperarse de la pandemia de coronavirus y de crear resiliencia, instamos a todos los países a que efectúen esas inversiones en la economía asistencial que están pendientes desde hace tanto tiempo”, aseguraron.

“Ello significa otorgar prioridad a las dotaciones presupuestarias destinadas a ampliar el acceso a los servicios asistenciales, a aumentar su calidad y a garantizar la dignidad en el trabajo y la protección social”, indicaron.

“Esas inversiones serán críticas para una recuperación sostenible que generará múltiples beneficios”, entre otros, que “las mujeres con responsabilidades asistenciales que hayan perdido su puesto de trabajo se (re)incorporarán con mayor facilidad al mercado laboral”.

Asimismo, que “los recursos se dirigirán hacia la economía asistencial, lo que potencialmente generará puestos de trabajo en un momento en el que las tasas de desempleo se están disparando y en el que los gobiernos están procurando que la población vuelva al trabajo”, plantearon.

Las autoras llamaron, en definitiva, a que “transformemos esta crisis en una oportunidad de cambio en positivo hacia un futuro más equitativo para todos”.