Dos hermanas británicas, respectivamente, de 21 y 16 años, encabezan una cruzada que choca, de frente, contra el acoso callejero que sus compatriotas soportan cotidianamente.
“Our Streets Now” (“Nuestras Calles Ahora”) es el nombre de la campaña que Maya Tutton lanzó, el año pasado, unto con su hermana menor, Gemma, para combatir lo que consideran la más frecuente variante de la violencia de género, componente de la inequidad que afecta a mujeres y niñas.
El foco de la lucha feminista de estar en la erradicación de la violencia machista, en todas sus manifestaciones, contra ese sector de la población, para lograr su seguridad y, así, su libertad, planteó Maya Tutton, en un artículo de opinión difundido por la Entidad de las Naciones Unidas para Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres).
Se trata de lograr la igualdad de género, lo que no será posible hasta que los espacios públicos se conviertan en lugares donde mujeres y niñas se sientan seguras, aseguró, en el texto de una docena de párrafos.
“Yo soy la Generación Igualdad porque… Quiero vivir en un mundo de igualdad, en este momento”, declaró al inicio de su declaración.
“Me pronuncio porque he enfrentado el sexismo, pero también porque sé que el sexismo que he enfrentado es mínimo en comparación con las barreras que otras enfrentan”, agregó, en alusión a países en cuyas sociedades históricamente patriarcales las mujeres y las niñas son privadas de virtualmente todos sus derechos.
“Una de mis experiencias más frecuentes de sexismo mientras crecía fue el acoso sexual que enfrenté en los espacios públicos”, señaló.
“Sin embargo, no fue hasta cuando Gemma, mi hermana menor, comenzó a sufrir acoso sexual que me di cuenta de que había que hacer algo”, porque “lo aceptable tiende a convertirse en inaceptable cuando les sucede a las personas que queremos”, reflexionó.
Al plantear que las “jóvenes mujeres (están) en el centro de la lucha para poner fin al acoso sexual en el espacio público”, Maya advirtió que “la igualdad de género nunca podrá alcanzarse hasta que las mujeres y las niñas se sientan seguras en los espacios públicos”.
Y esa es, precisamente, la base sobre la cual ambas construyeron la campaña, porque el acoso sexual en espacios públicos constituye “la forma más común de violencia contra las mujeres y las niñas”, puntualizó.
La campaña ofrece, en su sitio en Internet, un espacio para que las víctimas compartan sus respectivas experiencias denominado “Our Stories” (“Nuestras Historias”).
La iniciativa también incluye una petición que, titulada “Make Street Harassment a Criminal Offence in the UK” (“Hagan del Acoso Callejero una ofensa Criminal en el Reino Unido”), está abierta a la firma de quienes deseen apoyar la campaña.
“Leer y compartir historias de acoso sexual en el espacio público es parte central de nuestra campaña, pero puede tener serias implicaciones para la salud mental”, aseguró Maya, quien aseguró que “las historias diarias de violencia sexual son difíciles de tratar”, y confesó, a continuación, que “me ha sido difícil construir los límites necesarios para protegerme a mí misma”.
La joven activista aportó una visión estadística de la situación, y denunció la discriminación de género en entidades donde se toma decisiones que afectan a las mujeres.
“Tiene particular importancia destacar las voces de las jóvenes cuando se analiza el acoso sexual en el espacio público, ya que las mujeres de 18 a 24 años reportan las tasas más altas de acoso”, precisó.
Pero, “a pesar de esta sobrerrepresentación (estadística), las mujeres y las niñas más jóvenes suelen estar subrepresentadas en los órganos de toma de decisiones”, advirtió, para señalar que “el sexismo y la discriminación por razones de edad se combinan en nuestra sociedad para devaluar la importancia de las voces de las mujeres jóvenes”.
Por ello, “nuestro activismo es crucial para construir un mundo más igualitario”, planteó.
“Todas las formas de opresión están interrelacionadas, por lo que utilizamos el mecanismo de la interseccionalidad para dejar claro que para alcanzar la igualdad de género, también debemos combatir el racismo, la homofobia, la discriminación contra personas discapacitadas y otras formas de discriminación”, explicó.
En materia de acoso sexual en espacios públicos, el problema se ha agudizado a causa de las medidas gubernamentales para tratar de contener la propagación del nuevo coronavirus, causante de la Enfermedad Coronavirus 2019 (Coronavirus Disease 2019, Covid-19) -que, desde el inicio, este año, de la pandemia mundial, ha golpeado fuertemente al Reino
Unido-.
En particular -al igual que en otros países-, el aislamiento social -cuarentena- obliga a las víctimas de violencia de género -o en riesgo de serlo- a convivir 24/7 con sus agresores.
“En los últimos meses hemos recibido muchas historias inquietantes de niñas y mujeres que explican el modo en que ha empeorado el acoso en el marco de las medidas de emergencia de la COVID-19”, algo que ha conducido, “a muchas (a) sentirse más vulnerables que antes”, denunció.
De modo que, “a medida que han ido aumentando los casos de abuso doméstico y acoso en línea, hemos fortalecido nuestra campaña contra todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas”, informó.
En ese sentido, “nosotras, en Our Streets Now, creemos que ‘construir mejor’ (luego de la pandemia) es reconstruir una sociedad más justa y equitativa, libre del acoso sexual en el espacio público”, expresó.
Por ello, “en lugar de volver a la normalidad, tenemos que impulsar el cambio”, lo que significa que, “conforme reabran los bares y los clubes nocturnos, debemos presionar para que se adopten medidas más estrictas contra el acoso y la agresión sexuales”, indicó.
Y, “cuando volvamos a la escuela, es esencial hacer campaña para mejorar la educación sexual y la enseñanza antirracista”, agregó.
Asimismo, “en las universidades, contar con talleres de consentimiento, administrados en línea, que enseñen a todo el cuerpo estudiantil sobre el respeto, el sexo y la violencia contra las mujeres y las niñas es otro paso importante”, siguió proponiendo.
“Es crucial que nos aseguremos de que la pandemia no dé vuelta atrás al reloj en el progreso de las mujeres hacia la igualdad”, planteó, en alusión a los logros registrados, durante décadas, en materia de equidad de género -aunque no del todo arraigados-.
En opinión de Maya, “poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas es la parte más importante del feminismo, porque hasta que no estemos seguras, no seremos libres”.
En ese sentido, encima del link a la petición -que, en los primeros cien días obtuvo alrededor de cien mil firmas-, se lee: “We won’t rest until public sexual harassment is ilegal” (“No descansaremos hasta que el acoso sexual público sea ilegal”).
Un país donde ese objetivo se ha logrado es Costa Rica, donde el 10 de agosto -dos días antes del artículo de Maya- la Ley Contra el Acoso Sexual Callejero recibió firma presidencial.
El objetivo central de la legislación es el de garantizar el derecho, a todas las personas, de transitar, libres de acoso sexual, por los espacios públicos, los sitios privados de acceso público, o permanecer en ellos, así como desplazarse en medios de transporte remunerado de personas, lo mismo públicos que privados.
De acuerdo con lo establecido en la ley, el acoso sexual callejero consiste en “toda conducta o conductas con connotación sexual y con carácter unidireccional, sin que medie el consentimiento ni la aceptación de la persona o las personas a las que está dirigida”.
Ello, “con potencial de causar molestia, malestar, intimidación, humillación, inseguridad, miedo y ofensa, que proviene generalmente de una persona desconocida para quien la recibe y que tiene lugar en espacios públicos o de acceso público”.
La nueva ley -que recibió, el 14 de julio, aprobación parlamentaria- también determina medidas de prevención y sanción a quienes incurran en esta modalidad de violencia de género, que implica, además, discriminación sexual.
En materia de castigo, las penas van desde 10 meses hasta un año de cárcel, para quien grabe un video, de otra persona, con connotación sexual, y, en el caso de que las imágenes sean compartidas con otras personas, la condena se extiende hasta tres años de prisión.
Además, acciones tales como acorralamiento o persecución de la víctima, en espacios públicos, sin su consentimiento, implica pena de ocho meses a un año de cárcel, y, cuando el hostigamiento consista en exhibicionismo o masturbación, palabras, silbidos, gemidos, jadeos, gestos, o ademanes ofensivos, el agresor será sancionado con multa o con prisión hasta por un año.
Se considera como elemento agravante el hecho de que la víctima sea menor de edad, o anciana, o padezca alguna discapacidad, así como el hecho de que quien cometa el delito sea reincidente.
En coincidencia con la línea de pensamiento de Maya, la ministra de la Condición de la Mujer, Patricia Mora, dijo, luego de la firma -en la que participó-, que “el acoso sexual, en todas sus manifestaciones, es violencia contra las mujeres, y esto tiene enormes repercusiones, en nuestras vidas”.