Maraya Jiménez Taysigue y Ana María Arenas Moreno resolvieron el enigma que faltaba para asegurar que lo que hay en ese sector del PNC corresponde definitivamente a un segundo barco que se encalló contra el arrecife coralino

María Suárez Toro

El importante hallazgo de las embajadoras del mar, Maraya Jiménez Taysigue y Ana María Arenas Moreno en las exploraciones en el Parque Nacional Cahuita (PNC) se enmarca en la manera “orgánica” en la que las mujeres que hacen ciencia, aportando datos que cambian muchas veces marcan nuevos rumbos en el conocimiento mismo.

Eso pareciera ser lo que ocurrió la mañana del 18 de mayo en el Sitio de los Anclas y los Cañones en el PNC cuando ambas, en lugar de concentrarse en bucear para encontrar ladrillos sueltos, se lanzaron a bucear las aguas en busca de las relaciones entre los objetos y las hipótesis sobre el naufragio de un barco en ese lugar. Y allí dieron con el lugar de cientos de ladrillos.

Resolvieron un misterio

Con ello resolvieron el enigma que faltaba para asegurar que lo que hay en ese sector del PNC corresponde definitivamente a un segundo barco que se encalló contra el arrecife coralino.

La documentación de archivos en Dinamarca, daba cuenta que el segundo barco danés del acontecimiento que se estudia había sido soltado a la deriva por esclavizados y marineros hasta chocar con el arrecife.  En el lugar hay cañones y hay anclas, pero sin encontrar muchos ladrillos era imposible confirmar a ciencia cierta que ese fuera otro naufragio.

Ese día Maraya y Ana María cómo asistentes en un mapeo de fotogrametría con los arqueólogos internacionales, se tiraron al mar buscando establecer la relación entre todos los hallazgos de los años anteriores, reencontrando y resignificando el “yellow brick road” en el Sitio de los Anclas y los Cañones donde identificaron cientos de miles de ladrillos en un camino desordenado hacia la playa.

Esa observación relacional realizada por las dos asistentes ha confirmado que fueron dos naufragios, no uno, lo que constituye un tremendo aporte en este contexto en el que haber comprobado definitivamente que son dos, nos ha acercado mucho más a la hipótesis de los dos barcos esclavistas daneses que llegaron juntos y naufragaron juntos en el Caribe costarricense.

La algarabía que se armó en la embarcación guiada por “Capi” y su tripulación de cuatro arqueólogos y una arqueóloga fue tremenda. Llevaban varias horas filmando ladrillos sueltos entre anclas y cañones. Hasta ese momento se consideraba imposible – a menos que se hallaran miles de ladrillos – que fuese otro barco el que soltó esas anclas y los cañones a un kilómetro de distancia del Sitios de los Ladrillos donde hay otros miles de ladrillos, pertenecientes a una embarcación que se hundió quemada.

Y es que en la documentación histórica de archivos en Dinamarca dan cuenta que tanto el Fredericus IV y el Christianus V cargaban más de 40,000 ladrillos cada uno cuando naufragaron en algún lugar del Caribe Sur de Costa Rica.  Al ser esos barcos los hipotéticos naufragios que el CCBEM Embajadore del Mar viene documentando desde el 2016, encontrar muchos ladrillos en el Sitio de los Ladrillos fue muy relevante anteriormente para saber y empezar a probar que esos podrán pertenecer a uno de esos dos barcos daneses.

“Pero faltaba encontrar ladrillos en el Sitio de Anclas y para poder comprobar que ese era un naufragio de un segundo barco porque miles de ladrillos no podrían haber desaparecido totalmente en el transcurso de los 303 años desde la llegada de los barcos a Costa Rica; era un enigma a resolver – dijo el arqueólogo danés Andreas Bloch – aclarado que las dos embajadoras del mar al fin resolvieron el misterio encontrando un camino de ladrillos en el sitio.”

¿Cómo lo hicieron?

Cuentan las buceadoras que conectaron las informaciones que sus colegas embajadores del mar le habían contado sobre las Expediciones anteriores, usaron su conocimiento sobre el arrecife del lugar y lo que han aprendido sobre la carga de los barcos en los cursos de la Nautical Archeology Society (NAS) para comunidades, y elaboraron su hipótesis de observación para lanzarse a observar el sitio desde todo ello.

“Si el barco soltó cañones a 50 – 60 metros y anclas a 30 – 40 metros, lo “último que soltó al estrellarse contra el arrecife tiene que haber sido los ladrillos en el fondo de la embarcación y su trayectoria era hacia la costa al ser empujado por las olas estando a la deriva.”

Ellas se lanzaron entonces a observar en la orilla de la playa, encontrándolos allí en una cantidad exorbitante y además desparramados, como ocurre en un naufragio por choque contra arrecife.

Otro significado contextualizado históricamente

Para mí, cómo coordinadora del proyecto de investigación cultural en el que se enmarca en aporte de la observación de esas dos mujeres no fue casualidad. Históricamente las mujeres hacen ciencia desde las relaciones, no necesariamente los objetos sueltos.

Mi investigación del 2005 sobre aportes de mujeres en ciencias a través de la historia, publicadas en el libro “Mujeres Metamorfósis del Efecto Mariposa” documenta que ellas han hecho aportes sustanciales holísticos en las ciencias en todos los rincones del mundo, todos los momentos de la historia y todas las disciplinas del saber, porque se fijan más en las relaciones que en los objetos o hechos aislados.

Es el caso de la primera esposa de Einstein – Mileva Marić – que le aportó las matemáticas del Premio Nobel que él ganó en fotoeléctrica sin que a ella se le acreditara su aporte.

Es el caso de las mujeres Afro estadounidenses que aportaron las matemáticas del lenguaje computacional FORTRAN en NASA, Katherine Johnson, Dorothy Vughan and Mary Jackson no fueron reconocidas hasta hace poco.

Es el caso de Lynn Margullis con la tesis del planeta simbiótico que prueba que la vida nació aquí en este planeta, producto de la relación y fisión entre núcleos de organismos unicelulares, aunque su entonces marido, el famoso Carla Sagan, sostenía que la vida había venido de otro planeta. Costó que la comunidad científica le creyera por encima de la voz de su famoso marido.

Y así sucesivamente, cientos de casos que me llevan a afirmar hoy con mucho orgullo, que aunque a las mujeres se les reconocieron sus aportes décadas y siglos después de haberlos realizado, para mí – a mucha honra – Maraya y Ana María han pasado a formar parte de esa herencia de la nueva ciencia ciudadana relacional con este hallazgo.

Agraciadamente nuestros arqueólogos internacionales no son como los maridos de esas mujeres que hicieron tremendos aportes sin haber sido reconocidas por ellos. Todo lo contrario, inmediatamente, en la conferencia de prensa virtual realizada por los arqueólogos de la fotogrametría del sitio, Dr. Kotaro Yamafune y MSc. Andreas Bloch reconocieron en aporte emblemático de las dos Embajadoras Del Mar. (Ver transmisión en CCBEM en Facebook)