La dictadura teocrática de Irán ejecutó mediante ahorcamiento, a un participante en las manifestaciones opositoras encabezadas por mujeres

Se trata del primer caso de implementación de la pena capital en ese contexto, en el cual otras 10 personas detenidas durante las protestas han recibido igual condena.

Al informar sobre el caso, medios de comunicación internacionales -incluidos Cable News Network (CNN), British Broadcasting Corporation (BBC), Deutsche Welle (DW)- indicaron que la víctima – Mohsen Shekari, de 23 años- fue acusado de haber herido, con un arma punzocortante, a un basiji -integrante de la fuerza paramilitar Sâzmân-e Basij-e Mostaz’afin (La Organización para la Movilización de los Oprimidos), más conocida como Basij

La Basij, es una de las cinco fuerzas integrantes del Sepā-e Pāsdārān-e Enghelāb-e Eslāmi (

Cuerpo de Guardia Revolucionaria Islámica), una rama de las fuerzas militares iraníes.

De acuerdo con la versión oficial, difundida por la Agencia de Noticias Mizan -que, en Persa, el idioma oficial, significa La Balanza (de la Justicia)-, y citada por los medios, Shekari fue acusado -y declarado culpable- de ser “agitador”, “hacer la guerra contra Dios”, y demostrar “odio contra Dios”.

El joven iraní fue detenido el 25 de octubre, y condenado, el 1 de noviembre, por un Tribunal Revolucionario, que anunció y llevó a cabo, el 8 de diciembre, el ahorcamiento, según diferentes versiones periodísticas.

Mizan -agencia informativa perteneciente al Poder Judicial iraní- indicó que, durante su participación en el cierre de una calle de Teherán -la capital nacional- por parte de manifestantes mayoritariamente mujeres, Shekari atacó, usando un machete, a un basiji.

También según la versión de la dictadura, el detenido admitió, en el transcurso del juicio, que fue pagado para agredir a efectivos de seguridad, lo que facilitó que el tribunal determinase que el acusado usó el arma “con la intención de matar, causar terror, y perturbar el orden y la seguridad de la sociedad”.

La inmediata apelación, por parte de la defensa de Shekari, fue rechazada, el 20 de noviembre, por la Corte Suprema de Irán.

De acuerdo con organizaciones iraníes e internacionales de derechos humanos, la brutal represión antiopositora -principalmente por parte de paramilitares de la Basij– había cobrado, al 7 de diciembre, 458 vidas.

Por su parte, la cadena de televisión informativa estadounidense Cable News Network (CNN) indicó, el 8 de diciembre, que, en el marco de “una investigación reciente”, que llevó a cabo sobre la crisis de derechos humanos que persiste en Irán, “un testimonio encubierto reveló violencia sexual contra manifestantes, incluidos menores, en los centros de detención de Irán desde el comienzo de los disturbios”.

La ejecución de Shekari ocurrió una semana después de que, usando lenguaje considerablemente impreciso, el fiscal general, Mohammad Jafar Montazeri, dio a entender que el régimen habría disuelto la represiva y temida Gasht-e Ershad (Policía Guía, o Policía Orientadora) -fuerza de seguridad de control de la fe, popularmente conocida como “policía de la moral” -.

En términos similares, planteó, además -en las declaraciones que formuló en la ciudad santa de Qom, capital de la provincia de igual nombre, en el centronorte iraní-, que los poderes judicial y legislativo trabajan, al parecer, para modificar la crecientemente repudiada Ley sobre Hijab y Castidad.

El hijab es un velo religioso que cubre la cabeza, hasta el cuello, y que las mujeres están obligadas a usar.

Esa legislación -cuyo cumplimiento es responsabilidad de la policía religiosa- está en el origen de las protestas que tienen lugar en el país ubicado en el oeste asiático.

Las masivas manifestaciones fueron desencadenadas, hace algo más de dos meses, por el asesinato policial de la joven iraní Mahsa Amini, de 23 años.

Las demostraciones se llevaron a cabo, inicialmente, por parte de mujeres, contra la ley sobre el uso del hijab, habiendo derivado en las actuales muestras de viralizado de repudio a la dictadura teocrática, en general.

Amini murió, el 16 de setiembre, a causa de golpes que recibió, en detención, luego de que efectivos de la fuerza represiva religiosa la arrestaron en Teherán -la capital nacional-.

Según los agentes involucrados en la detención, Amini violó la estricta Ley sobre Hijab y Castidad, al llevar inadecuadamente puesto el velo religioso, ya que no le ocultaba, completamente, el cabello -razón por la cual fue capturada-.

La aplicación de esa legislación es responsabilidad de la Sede para el Ordenamiento del Bien y la Prohibición del Mal -una especie de ministerio de la moralidad-, y la severidad en el cumplimiento de la estricta ley fue fortalecida, en agosto, mediante decreto emitido por el masivamente cuestionado presidente Iraní, Ebrahim Raisi.

Instalada, en 1979, la misógina dictadura teocrática es encabezada por un líder supremo -actualmente, el ultraconservador ayatola (máximo sacerdote) Ali Khamenei-, la más alta autoridad gubernamental -con rango superior al presidente-.

El régimen religioso fue constituido luego de que un proceso denominado Revolución Islámica (1978-1979) derrocó al monarca iraní, el sha (rey) Mohammad Reza Pahlavi -quien gobernó desde 1941 hasta 1979-, para instalar en el poder al ayatola Ruhollah Khomeini -quien estaba exiliado en Francia-.

El patriarcado sacerdotal iraní obliga, a las mujeres -y a las niñas, a partir de la edad de siete años-, a usar hijab, cuyo propósito específico es el de cubrir el cabello -que, de acuerdo con lo establecido por la costumbre musulmana, las mujeres mantienen largo-.

Según lo determinado por el régimen, el hijab debe usarse ajustado a la cabeza, de modo que, no hacerlo, implica brutal sanción.

Al igual que en el limítrofe Afganistán -bajo la dictadura del fundamentalista grupo islámico Talibán, establecida el 15 de agosto de 2021-, el régimen iraní aplica, severa y arbitrariamente, normas religiosas, en violación de las garantías fundamentales -en particular, despreciando los derechos de la población femenina-.En ese sentido, entre otras disposiciones, el código penal vigente en Irán determina que las mujeres cometen un delito si, en público, aparecen sin el hijab.

En desafío a esto, las jornadas iniciales de la actual protesta se caracterizaron por acciones liberadoras, por parte de numerosas mujeres.

En el contexto de esos actos, centenares de manifestantes quemaron sus respectivos hijabs, además de que se cortaron el cabello.

Desde entonces, la consigna inicial de la masiva protesta -“mujer, vida, libertad!”- se complementa con una más general expresión de repudio al régimen: “muerte a la República Islámica!”.

Foto: Inimafoto A