Mafalda es una feminista de vanguardia, cuya promoción de la igualdad de género tiene vigencia medio siglo después de que la precoz niña empezó a reflexionar -y a hacer pensar- sobre el machismo, el trabajo doméstico no remunerado, además del capitalismo, la explotación laboral, la política en general -y la sopa-.

Crítica de la estructura patriarcal de la sociedad, le preocupa el hecho de que su madre se dedique permanentemente a labores de hogar tradicionalmente asignadas a las mujeres -cocinar, lavar, limpiar, planchar, cuidarla, lo mismo que a Guille, su hermano menor-.

En los diálogos hija-madre, Mafalda recurrentemente cuestiona la actitud de la “ama de casa”, que no le gusta -aversión que, también radicalmente, siente por la sopa-.

En una de las incontables tiras de la historieta, Mafalda camina junto a una tabla de planchar sobre la cual se observa una plancha y ropa cuidadosamente apilada, mira el reluciente piso del apartamento, ve, en la cocina, una cantidad considerable de platos, tazas, utensilios de cocina lavados y secándose.

En el cuadro de cierre, pregunta a su madre -quien está colocando ropa en una lavadora-: “mamá, ¿qué te gustaría ser si vivieras?”.

Y, en otra historieta, después de caminar junto a ropa planchada, una alfombra enrollada y colocada sobre una silla, para poder barrer, está delante de su madre quien, de rodillas le da brillo al piso, y le pregunta: “Mamá, ¿vos qué futuro le ves a ese movimiento por la liberación de la mujer… No, nada, déjalo”.

Además, se preocupa por las madres, en general, y por el papel que, en calidad de tales, el machismo les asigna como trabajadoras domésticas no remuneradas: “¡¡Aprovecho el día de la madre para saludar a todas las mamás!! …Y para recordarles a algunas sacrificadas que fregar, planchar, cocinar y todo eso…no quiere decir fregarse la vida, plancharse las inquietudes, freírse la personalidad y todo eso, ¿saben?”.

Por intermedio de Mafalda, su creador, el argentino Joaquín Salvador Lavado Tejón, universalmente conocido como Quino -fallecido esta semana, en Argentina-, expresó su mensaje, sobre una variada gama de problemas sociopolíticos -incluido el machismo-.

Habiéndose desempeñado como historietista, Quino desarrolló, desde 1964 hasta 1973, su creación más popular.

Fue un período que incluyó acontecimientos, lo mismo internacionales que argentinos, de naturaleza social y política.

Uno de ellos fue el espontáneo movimiento estudiantil francés de mayo-junio de 1968, desarrollado, principalmente en París, y que, si bien se llevó a cabo para cuestionar el sistema político económico nacional, tuvo repercusión e influencia a nivel mundial, incluida argentina.

Otro de los hechos de impacto mundial que caracterizaron ese tiempo fue la guerra en Vietnam, masivamente repudiada en Estados Unidos, finalizada en 1973, con el retiro de las tropas estadounidenses del lugar.

En la región sudamericana, esa casi década incluyó el cruento golpe de Estado de 1973 contra el socialista presidente chileno Salvador Allende, mientras que, a nivel nacional, se caracterizó por tres sucesivas dictaduras militares ultraderechistas, la elección presidencial del peronista Héctor Cámpora, en 1973, el triunfo electoral, ese año, del general Juan Domingo Perón, y el primero de los dos años de su última presidencia.

De modo que Mafalda y Quino fueron testigos de acontecimientos históricos que conmovieron política, social, y económicamente, al mundo -Argentina incluida-, contexto en el cual el movimiento feminista universal fue cobrando fuerza.

En cuanto al país de origen de ambos, 2018, el penúltimo año del repudiado gobierno (2015-2019) del empresario derechista Mauricio Macri -a quien le fue, reiteradamente, y con notorio entusiasmo, cantada la consigna “Mauricio Macri, la puta que te parió!”-, el feminismo argentino se empoderó de la exigencia de legalización del aborto.

Masivas manifestaciones, principalmente en Buenos Aires, frente a la sede del bicameral Poder Legislativo -que, entre sus senadores contaba a Cristina Fernández, la primera presidenta (2007-2011, 2011-2015) del país-, tuvieron lugar para apoyar el reclamo, con sus participantes luciendo, como sello de identificación, pañuelos verdes.

En ese contexto, organizaciones antifeministas y antiaborto, usurparon, para su causa, a la brillante y popular niña.

Así, difundieron una imagen de Mafalda, luciendo un pañuelo celeste -el color con el que se identifican las organizaciones opuestas a la “marea verde”-, junto a la leyenda “Salvemos las dos vidas”, y acompañada por un texto apócrifamente atribuido a Quino, indicando que “Mafalda siempre estará a favor de la vida, por lo tanto no le pongan el pañuelo verde, porque su color es el celeste”.

El creador de la admirable niña, fue categórico al rechazar esa movida.

“Se han difundido imágenes de Mafalda con el pañuelo azul que simboliza la oposición a la ley de interrupción voluntaria del embarazo. No la he autorizado, no refleja mi posición y solicito sea removida”, dijo el historietista.

“Siempre he acompañado las causas de derechos humanos en general, y la de los derechos humanos de las mujeres en particular, a quienes les deseo suerte en sus reivindicaciones”, agregó.

Esas fueron algunas de la pocas declaraciones públicas del artista, fallecido el 30 de setiembre, en Mendoza, la ciudad donde nació en 1932 -y capital de la occidental y andina provincia de igual nombre, fronteriza con Chile-.

En un artículo de opinión publicado en diciembre de 2018 por la agencia informativa argentina Infobae, la escritora porteña (de Buenos Aires) Patricia Kolesnicov inició el texto, planteando: “¡Pero cómo Mafalda no va a hablar de las mujeres!”.

“¿Cómo no va a ver que ella no puede ser presidente -y Manolito sí-, que su mamá no tiene vida -el famoso «qué te gustaría ser si vivieras»- porque trabajo y casa son una misma cosa, que el futuro que se ve a través del rulero empieza en el amor romántico y termina en la cocina?”, preguntó, además.

“¿Cómo no va a verlo si, en fin, es una chica de los 60 y a su alrededor hay Beatles y hay Vietnam y de repente lo que ‘se lleva’ es la metralleta?”, agregó.

La escritora destacó, asimismo, lo que describió como “quizás el aspecto más explícitamente feminista de Mafalda: lo familiar -lo personal- es político”, algo que impide, a numerosas mujeres, desarrollar su potencial.

Y reflexionó que, “a Mafalda le preocupa su madre, la cabeza de su madre, y se proyecta contra ese modelo, pero también le preocupa -sobre todo- el mundo entero”.