La desigualdad de género en el ámbito político obedece profundamente a enraizados prejuicios patriarcales plateó el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, el abogado austríaco Volker Türk
El futuro de la humanidad depende de la participación de mujeres y niñas en los procesos de toma de decisiones, agregó el funcionario internacional.
La paridad constituye un objetivo cuyo logro es urgente, aseguró Türk, en declaraciones que la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas parea los Derechos Humanos Oacnudh) citó en un comunicado que difundió el 14 de junio.
Es igualmente imperativo tomar conciencia de la situación, aseguró el experto.
“El patriarcado debe pasar a ser una cosa del pasado”, expresó Türk, cuya disertación de doctorado, en 1992, se centró en el mandato del alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
“Nuestro futuro depende de que las mujeres y las niñas ocupen un lugar en la mesa donde se toman las decisiones, en cualquier lugar del mundo”, subrayó, a continuación, en calidad de advertencia.
Sin embargo, la participación de mujeres en el ámbito político, es notoriamente escasa, respecto a lo cual Türk planteó que “los prejuicios basados en el género, en la vida pública y política, que afectan a las mujeres, siguen estando profundamente arraigados en todo el planeta”.
Por lo tanto, “se necesita medidas urgentes para acelerar los avances destinados a conseguir una participación plena de las mujeres”, aseguró.
En ese sentido, hizo referencia al hecho de que “fue apenas el año pasado que, por primera vez en la historia, las mujeres consiguieron representación en todos y cada uno de los parlamentos que operan en el mundo”.
Pero, “aun hoy, todavía solamente uno de cada cuatro parlamentarios son mujeres”, precisó.
“Al ritmo actual que lleva el cambio, se necesitarían 155 años para que las mujeres puedan acabar con la brecha de desigualdad entre géneros”, en el ámbito político, vaticinó, para subrayar que “esta lucha es aún más ardua para las mujeres que han sido marginadas históricamente, y cuya representación parlamentaria va rezagada”.
“Dicho de manera sencilla: este es un llamamiento a despertar conciencias”, porque “la paridad no puede esperar”, expresó.
Además, aclaró “que la participación equitativa y significativa de las mujeres se exprese en la práctica, no consiste solamente en que se escuchen los derechos de las mujeres” sino “en la capacidad de nuestras sociedades de hacer frente a las crisis más apremiantes que afectan a nuestro planeta en la actualidad”.
En opinión del Acnudh, “es indispensable que saquemos partido del pleno potencial, y de la contribución colectiva de toda la humanidad, para adoptar medidas efectivas destinadas a proteger al planeta, a asegurar una paz duradera, y a conseguir hacer realidad los Objetivos de Desarrollo Sostenible”.
El funcionario hizo, así, referencia al proceso que, conducente a la determinación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), inició en la conferencia global que tuvo lugar del 4 al 15 de setiembre de 1995, en la capital de la República Popular China, cuando fueron aprobadas la Plataforma de Acción de Beijing, y la Declaración de Beijing -documentos que tomaron su nombre de esa ciudad, la capital de la República Popular China-.
La plataforma -consistente en seis capítulos, contenidos en 138 páginas- se define, en el primero de sus 361 artículos, como “un programa encaminado a crear condiciones necesarias para la potenciación del papel de la mujer en la sociedad”.
También señala que su propósito central consiste en “acelerar la aplicación” de estrategias “orientadas hacia el futuro para el adelanto de la mujer1y eliminar todos los obstáculos que dificultan la participación activa de la mujer en todas las esferas de la vida pública y privada”.
Ello, “mediante una participación plena y en pie de igualdad en el proceso de adopción de decisiones en las esferas económica, social, cultural y política”, lo que “también supone el establecimiento del principio de que mujeres y hombres deben compartir el poder y las responsabilidades en el hogar, en el lugar de trabajo y, a nivel más amplio, en la comunidad nacional e internacional”, agrega.
La plataforma es complementada, desde 2015, por la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible que, aprobada ese año por la Asamblea General de las Naciones Unidas, contiene los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que consisten en 17 metas establecidas para cumplirse, a más tardar, para 2030.
El quinto de los ODS se refiere, específicamente, a “Igualdad de Género”, y apunta a poner fin a todas las formas de discriminación contra las mujeres y las niñas”, señalando, entre otros planteamientos, que ello no solamente constituye un derecho humano básico, sino que es crucial para el desarrollo sostenible.
También determina la necesidad de “eliminar todas las prácticas nocivas, como el matrimonio infantil, precoz y forzado y las mutilaciones genitales femeninas”.
Respecto a la desigualdad de género en el campo global político, y a la lucha contra ese discriminatorio cuadro de situación, Türk exhortó, a “los Estados, parlamentarios, los medios de comunicación, la sociedad civil, el sector privado, y a cada uno de nosotros y nosotras” a implementar seis medidas.
Se trata, por una parte, de “atender las causas originarias de la discriminación de género
-incluyendo las normas sociales-, las cuales limitan la participación de mujeres y niñas en la vida pública y política, incluso a través de la educación y de campañas de concienciación”.
Por otra parte, “valorar, reconocer y distribuir de otra manera el trabajo de cuidados no remunerado, el cual recae, de forma desproporcionada, en las mujeres”.
Además, “considerar cuotas, escaños reservados, y oportunidades de formación, para incrementar la representación de las mujeres en los órganos legislativos, además de en otras instituciones clave de la vida política y pública, así como en el sector privado”.
Igualmente, “trabajar para conseguir el objetivo de la paridad de género en los órganos de tratados de derechos humanos de las Naciones Unidas”.
Asimismo, “crear códigos de conducta, y mecanismos de presentación de informes, con vistas a conseguir una tolerancia cero hacia el acoso y la violencia contra las mujeres en la política, incluyendo la esfera digital”.
También, “promocionar modelos de referencia femeninos, y otorgar una mayor visibilidad a sus contribuciones”.
En declaraciones reproducidas el 4 de abril, por el diario La Estrella de Panamá, la senadora mexicana y defensora de los derechos humanos, Indira Kempis, defensora de los derechos humanos y senadora mexicana, llamó a desmantelar las barreras patriarcales, para lograr mayor participación femenina en el área de la política.
Ello depende de la neutralización de los obstáculos de género, de acuerdo con lo planteado por Kempis, cuya labor en este campo de las garantías fundamentales se ha centrado en la defensa de los sectores poblaciones mexicanos en situación de vulnerabilidad socioeconómica.
El éxito en la lucha por la equidad de género en el ámbito político se asegura “derribando todas las barreras que se nos han impuesto”, señaló.
Ello incluye visibilizar las diferentes variantes de agresión machista que afectan a las mujeres.
“Es necesario hablar de la violencia que vivimos, al igual que los rezagos que se dan a partir de este sistema”, porque, “precisamente, por no tener una perspectiva de género, no se han sentado las bases para que no existan esos techos de cristal o esas limitantes a partir de diferentes escenarios”, precisó.
A manera de ejemplo, dijo que, “hoy, si una mujer quiere ser presidente de un país, tendría que pasar por diferentes limitantes”, porque lograr ese objetivo “no es tan sencillo como parece”.
La región de America Latina y el Caribe, ha tenido, desde el surgimiento de las repúblicas independientes, en el siglo 19, ocho presidentas surgidas de elección popular -además de presidentas interinas, quienes han desempeñado el cargo, principalmente, a causa de crisis políticas-.
Se trata de la nicaragüense Violeta Barrios (1990-1997), la guyanesa Janet Rosenberg Jagan (1992-1997), la panameña Mireya Moscoso (1999-2004), la chilena Michelle Bachelet (2006-2010, 2014-2018), la argentina Cristina Fernández (2007-2011, 2011-2015) -actual vicepresidenta (2019-2023)-, la costarricense Laura Chinchilla (2010-2014), la brasileña Dilma Rousseff (2011-2016), la hondureña Xiomara Castro (2022-2026).
En opinión de Kempis, “gran parte de lograr ese empoderamiento que tanto queremos es saber que los espacios en los que nos desenvolvemos, o deseamos desenvolver, son espacios seguros para nosotras, donde habrá herramientas necesarias para salir adelante, y, sobre todo, para entender que no se nos da nada gratis”.
“Insisto en esto: hemos luchado por nuestros derechos, entonces, no estamos aquí nada más para ejercerlos, pero todas esas barreras las tenemos que ir eliminando para que las mujeres nos sintamos capaces y seguras”, subrayó, a manera de exhortación.
El legislador reflexionó, además, en el sentido de que, “si no hay una perspectiva y una consciencia de género, siempre vamos a pensar que no es para nosotras, cuando, en realidad, siempre hemos estado preparadas para estar en este mundo, y ser parte de él como cualquier hombre a nuestro alrededor”.