Dos mujeres líderes de la comunidad transgénero de El Salvador denunciaron que la violencia hacia la población sexualmente diversa -en particular, contra aquel sector-, está obligando, a números crecientes de sus integrantes, a desplazarse de sus comunidades de origen.

Entre los perpetradores de esas agresiones -incluidos crímenes de odio-, figuran agentes policiales, señalaron, además, las dirigentes trans Bianka Rodríguez y Venus Nolasco, en declaraciones reproducidas, el 5 de junio, por la agencia informativa estadounidense The Associated Press (AP).

Ante las quejas presentadas por las víctimas, la actitud general, por parte de integrantes de las fuerzas de seguridad, es prejuiciada y ofensiva, expresaron.

Rodríguez, quien dirige la asociación Comunicando y Capacitando a Mujeres Trans con VIH (Comcavis Trans), planteó que el desplazamiento forzado de la población de lesbianas, gays, bisexuales, transgéneros, intersexuales, queer y más (Lgbtiq+) “ha ido en aumento cada año”.

Ello no obstante la vigencia de legislación “de protección de personas desplazadas a causa de la violencia”, planteó, para lamentar que “no esté siendo efectiva”.

La activista, quien, además, es la primera colaboradora trans de alto perfil del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), expresó que las movilizaciones forzadas pueden ser recurrentes, y que resultan, principalmente, de la violencia marera (pandillera).

Por su parte, Nolasco, líder de la organización Perlas de Oriente -en alusión al sector territorial salvadoreño que cubre en su labor-, expresó que “la comunidad trans, vive en permanente hostigamiento de las personas homofóbicas -las pandillas, los agentes de la policía municipal y hasta de la Policía Nacional Civil”.

Respecto a la segunda, indicó que se trata de una fuerza de seguridad “que nada hace para investigar los asesinatos de la población Lgbti”.

Al enumerar las variantes de agresión machista de las cuales las personas transgénero son víctimas, Nolasco dijo que los atacantes “les tiran piedras, las golpean, las pandillas les cobran renta (extorsión monetaria)”.

Sumado a ello, “cuando llegan a un puesto de la Policía Nacional Civil, a poner la
denuncia, lo que reciben es rechazo, insultos y desprecio”, dijo.

Los agentes de turno “les dicen: ‘no, vos son aquel maricón que se pone en las esquinas, aquí no vengas a reclamar derechos, porque para vos no hay derechos’”, continuó relatando.

A manera de ejemplo de la brutal violencia diversofóbica, Nolasco indicó -sin mencionar lapso de tiempo- que Perlas de Oriente “inició con 50 personas, pero el crimen y el desplazamiento forzado lo han minado y ahora solo quedan 35, entre chicos gay, mujeres lesbianas, mujeres trans y bisexuales”.

“No sé qué nos depara la vida”, reflexiono, además de subrayar que, “aquí, nadie hace algo para protegernos”.

“Nos pueden humillar, agarrar a golpes, y hasta matar como quieran, y no pasa nada, porque para las autoridades no valemos nada”, planteó.

En ese sentido, Rodríguez y Nolasco se refirieron al asesinato de la joven trans Zashy Zuley del Cid Velásquez, quien, la noche del 25 de abril, mientras caminaba por una calle de la ciudad de San Miguel -la capital del oriental departamento (provincia) de igual nombre-, fue fatalmente baleada en la espalda.

El crimen constituyó la dramática culminación de años de exclusión familiar, discriminación social, recurrente agresión pandillera, según relatos testimoniales difundidos por medios de comunicación tanto salvadoreños como internacionales -incluida AP-.

De acuerdo con estas fuentes, Del Cid, una joven de origen humilde, optó, en 2014, por abandonar el hogar familiar, en una comunidad en el sudoriental y costero departamento de Usuluán, que limita con el de San Miguel -en cuya capital se estableció-.

Allí rentó una casa, en la colonia (barrio) Ciudad Pacífica, donde reside Nolasco, con quien mantenía amistad.

Se trata de un sector migueleño que, no obstante su nombre, registra alta presencia de integrantes de la Mara Salvatrucha -una de las primeras maras establecidas en El Salvador, lo mismo que en Guatemala y Honduras-.

Nolasco relató que “los pandilleros comenzaron a hostigarla, hasta que le propinaron una golpiza y le quebraron un brazo”.

“Le advirtieron que se fuera, pero ella no hizo caso”, agregó la líder transgénero, y dijo que, ante el peligro en el que hallaba Del Cid, le dio alojamiento.

“Un día, los pandilleros la agarraron”, se le llevaban, la querían matar, supliqué que no la mataran, que la dejaran libre, y que ella se iba ir de la colonia”, continuó narrando.

La dirigente indicó que Del Cid optó, en 2015, por regresar a Usuluán, a la casa de sus padres, quienes continuaron rechazándola.

“Querían que fuera un niño”, razón por la cual “trató de complacerlos, pero no pudo, sabía que era una mujer”, puntualizó la defensora trans.

“Zashy trató de cambiar, se metió a la Iglesia, y tuvo una relación con una muchacha -con la que procreó una niña-, pero me dijo: ‘hay algo en mí que no deja de gustarme los hombres’”, reveló.

Del Cid regresó a San Miguel, alquiló una habitación, e instaló, exitosamente, un salón de belleza, de acuerdo con el mismo relato.

Sin embargo, “Zashy vivía desesperada, su familia no la quería por su preferencia sexual, y los pandilleros la habían amenazado”, indicó la amiga de la víctima.

“Ella sabía que la iban a matar, quería huir del país, irse para los Estados Unidos, pero la mataron de un balazo en el pulmón”, expresó.

En ese sentido, AP indicó que “los migrantes transgénero formaron parte de las caravanas que intentaron llegar a la frontera de Estados Unidos en los últimos años e incluso en esas movilizaciones enfrentaron acoso”.

Se trata de grupos de miles de migrantes, mayoritariamente del Triángulo Norte de Centroamérica -El Salvador, Guatemala, Honduras- quienes deciden abandonar la violencia, la pobreza, la corrupción, la falta de oportunidades que cotidianamente enfrentan en sus respectivos países de origen.

AP también informó que, “un día después del asesinato de Zashy, la vicepresidenta estadounidense Kamala Harris identificó la violencia contra la comunidad LGBT en Centroamérica como una de las causas de la migración en la región”.

En referencia al asesinato de la joven trans, el periódico salvadoreño El Mundo indicó, el 27 de abril, que Acnur condenó el crimen, además de señalar que, “este año, del Cid se encontraba en un proceso de formación para emprendedores”.

La joven estaba recibiendo, desde el año pasado, de Acnur y de Comcavis Trans, asistencia humanitaria -incluido alojamiento-, “en el marco de un proyecto de protección y medios de vida para personas desplazadas internamente en el país, para fortalecer una sala de belleza”, informó la agencia especializada de Naciones Unidas.

Al citar datos de Comcavis Trans, el periódico también informó que, este año, hasta el 26 de abril, los asesinatos de personas transexuales ascendían a tres.

Según la organización no gubernamental, desde 2011 hasta esa fecha, los homicidios contra la comunidad sexualmente diversa en general se ubicaban en 73, total del cual 44 de las víctimas fueron personas transexuales -41 mujeres, tres hombres-.

Al respecto, la agrupación expresó que, se trata de “una cifra que no es definitiva porque está basada en la documentación periodística”, y denunció que “más personas LGBTI son asesinadas en el completo anonimato”.

También advirtió que, “más preocupante es que de los 44 casos de personas trans asesinadas, únicamente se han logrado condenas judiciales para 3 casos”.