Las mujeres, en la patriarcal sociedad marroquí, son juzgadas socialmente según estándares extremadamente estrictos -e injustos-, particularmente si se trata de quienes, desafiando las históricas normas de comportamiento, actúan libremente, u opinan sin autocensurarse.
Esto hace que los hombres, al sentirse desafiados en su tradicional poder de género, quieran castigar a las mujeres quienes procuran romper injustos esquemas sociales.
Al explicar la situación, la escritora marroquí-francesa Leïla Slimani, sostiene que, respecto a su vida sexual, las mujeres en Marruecos -país en la región noroccidental africana de Magreb- deben desarrollar una conducta de apariencia, para no ser criticadas -y hasta castigadas penalmente-.
“El problema es que no hay ninguna zona gris entre la puta y la virgen: se es una puta o una virgen, no se puede ser nada más”, explicó Slimani, en reciente diálogo con la emisora estadounidense National Public Radio (Radio Pública Nacional).
De ello deriva “la manera en que la gente te mira, cuando sos una mujer libre, o cuando actuás libremente, o cuando, por ejemplo, te expresás, das tu opinión, el modo de tu comportamiento en la calle”, siguió planteando.
“Y los hombres te miran, y, de alguna manera, quieren castigarte, quieren castigarte por esta libertad, porque esta libertad los desafía, está desafiando su poder”, agregó la autora de “Sex and lies. True stories of women’s intimate lives in the Arab World” (“Sexo y mentiras. Historias verdaderas de la vida íntima de las mujerers en el mundo árabe”), uno de sus varios libros.
Slimani relató, como ejemplo personal, que, durante su infancia y su adolescencia, “siempre escuché a la gente hablar sobre la niñas como peligrosas -el hecho de que pueden violarte, que pueden atacarte-, y, también, que, al ser una mujer, se es una tentadora”.
“Por lo tanto, siempre tuve la idead de que yo tenía algo en mí que era sucio, que yo no era pura, y todo el mundo hablaba sobre las niñas buenas (…) este ideal de la niña buena que es pura, que es, por supuesto, virgen, que va a sacrificarse por otras personas”, siguió narrando.
“Y yo podía sentir, aun cuando era una niña, que yo no era este tipo de niña, por lo que no podía sentirme pura, y sentía que iba a decepcionar a toda mi sociedad”, agregó.
Slimani también se refirió, en el contexto del injusto código social marroquí de conducta para las mujeres, a las penalizaciones por lo que se considera como comportamiento inapropiado.
“El gran problema actual, en Marruecos, es que el código penal establece prisión de hasta un año para quien tenga sexo antes del matrimonio, dos años para adulterio, y tres años si se es homosexual”, además de que “el aborto es ilegal”, puntualizó.
No obstante ello, “todo el mundo tiene sexo en Marruecos, como en todos los lugares, pero si estás en el lugar equivocado, en el momento equivocado, pueden detenerte, o tendrás que dar dinero a un policía o a alguien, para no tener un problema”, precisó, a continuación.
“De modo que todo el mundo te dice: ‘OK, hay que hacer lo que uno quiera, pero mentir todo el tiempo, y, especialmente, las mujeres’”, porque, “para una mujer, es muy difícil vivir abiertamente y hablar con honestidad sobre su vida sexual: la gente quiere que seás una mentirosa y una hipórcita, escondiéndote”, reveló.
Respecto a la injusta visión de género imperante en Marruecos -el reino en cuya capital, Rabat, nació, hace 39 años-, Slimani señaló que la conducta sexual masculina no es juzgada socialmente sino que se la considera como natural.
“Tenemos esta idea de que los hombres necesitan tener actividad sexual, para los hombres, es una necesidad, igual que necesitan comer, necesitan beber, y necesitan tener sexo, de modo que no se juzga eso, no es un problema moral, sencillamente, necesitan eso”, pero, “para las mujeres, es muy diferente”, comenzó a plantear.
“Creo que esa es la manera en que nuestras culturas -y, especialmente, las religiones monoteístas- ven el deseo de las mujeres: es muy misterioso. No entendemos, realmente, qué lo provoca”, dijo, a continuación.
Slimani formuló un mensaje a la sociedad marroquí, parafraseando la consigna “Black Lives Matter” (“Las Vidas Negras Importan”), con la que se identifica el masivo movimiento nacional de Estados Unidos contra la brutalidad policial racista.
“Quiero hablar a todos, y (…) quiero usar una cita ya muy famosa”, expresó, y, a continuación, planteó que, “lo que quiero decir, a la sociedad marroquí, es que las vidas de las mujeres importan, aun si esas mujeres son solamente mujeres sencillas, y nadie las ve, nadie está teniendo ninguna consideración por ellas”.
“Y, cuando hablen sobre sexo, la gente solamente va a juzgarlas y a decir que son putas y que no quiere oírlas”, vaticinó, para agregar que “no, eso no es verdad, esas mujeres importan, y tenemos que escucharlas”.
De acuerdo con datos del Ministerio de Solidaridad, Familia y Desarrollo Social de Marruecos correspondiente al año pasado, más de 54.4 por ciento de las mujeres es víctima de violencia de género, siendo el grupo etario de 25 a 29 años el más vulnerable.