La violencia de género constituye, en México, un problema del sistema, una conducta que no solamente se considera como algo natural sino que se defiende, advirtió Wendy Figueroa, activista por los derechos de las mujeres.

El fenómeno se enmarca en la estructura patriarcal enraizada el país, la que impide, a la población femenina, el pleno ejercicio de sus derechos, aseguró Figueroa, quien dirige la Red Nacional de Refugios (RNR), a la edición mexicana de Forbes, la revista estadounidense especializada en información de negocios.

En su sitio en Internet, la RNR se identifica como una organización feminista, cuyos principios rectores son los derechos humanos, lo mismo que igualdad sustantiva, perspectiva de género, democracia, horizontalidad, inclusión, unidad, transparencia, y rendición de cuentas.

En cuanto a la agresión por razón de género, es necesario que se haga conciencia en cuanto a que el control machista impide el pleno ejercicio de la identidad individual, Figueroa planteó, además, en las declaraciones reproducidas el 19 de julio.

“Para poder entender la violencia contra las mujeres, tenemos que reconocer que es un problema estructural y sistémico”, señaló, para, a continuación, denunciar que, “en México, se justifica y naturaliza la violencia”.

La defensora de los derechos femeninos, aseguró, en ese sentido, que, en México, “hay un sistema patriarcal que obstaculiza que las mujeres accedan a sus derechos”, y recomendó que, “para atender la violencia, debemos combatir la discriminación”.

Al respecto, explicó que, una parte de su trabajo, y el de su organización, se centra en combatir invisibilización del fenómeno, el que contiene una importante carga de agresión emocional.

“Pareciera ser que las violencias que no son físicas son naturales, pero no es así”, aseguró.

“Hay una confusión importantísima con el tema del amor romántico”, agregó, además de plantear que “se nos ha dicho, históricamente, que las mujeres necesitamos estar con alguien, que viene nuestro príncipe a salvarnos, que somos medias naranjas”.

En realidad, “eso habla de dependencia, y da pie a violencia emocional, más cuando esto te lleva a control y celos”, precisó, como advertencia.

En cuanto a lo que describió como “la idea de pertenencia”, aseguró que “las mujeres deben estar conscientes de que, cuando te controlan, cuando dejas de ser tu misma, cuando te revisan el celular, que dejas de tener contacto con las personas que quieres, eso es un foco (de alarma), y no es el espacio para ser plena”.

Figueroa dijo, asimismo, que un componente del trabajo que lleva a cabo consiste en ayudar, “a otras mujeres, a identificar comportamientos de violencia emocional, para poder tomar acciones al respecto”.

La defensora también hizo referencia a algunas de las características de agresión definidas en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia -aprobada en 2007-.

En ese sentido, precisó que la violencia emocional se caracteriza por “humillar, criticar, no creerte, decirte que estás loca, ley del hielo (indiferencia), que las personas estén constantemente preguntando dónde estás, que revisen tu celular, que pidan la ubicación de tu dispositivo móvil”.

En cuanto a la violencia física, indicó que se trata de “agresiones físicas de cualquier tipo, empujones, pellizcos, golpes”, mientras que la de naturaleza sexual es “cualquier exposición a un material de acto sexual, pornográfico”, además de “que obliguen, a las mujeres, a tener relaciones sexuales”.

Figueroa aclaró, respecto a este punto, que, en general, “se piensa que en los matrimonios no hay abuso sexual, pero, si no hay consentimiento, llegan a darse las violaciones dentro del matrimonio”.

La agresión sexual también incluye “trata , exposición y explotación”, indicó.

Respecto a la violencia patrimonial, explicó que consiste en “el daño a las posesiones”, lo que “puede ser tu auto, o, como ocurre en el caso de las mujeres migrantes, una de las agresiones frecuentes es controlar documentos personales de identificación, y limitar el ejercicio de la ciudadanía”.

Por otra parte, la violencia económica implica “controlar los ingresos, invisibilizar el trabajo doméstico”, puntualizó.

Wendy Figueroa

Figueroa denunció, además, que la pandemia mundial del nuevo coronavirus -que golpea, fuertemente, a México- agudizó la histórica ausencia de equidad de género.

En el marco de la emergencia sanitaria, estallada hace algo más de un año, “las desigualdades crecieron, pues quedarse en casa acrecentó las agresiones en los hogares, y aumento la carga de trabajo y cuidados para las mujeres”, dijo.

“Hubo un incremento en violencia contra las mujeres, pornografía infantil y abuso sexual”, señaló la defensora, en el sentido de que “muchas mujeres tuvieron que convivir más de 24 horas con sus agresores, además de que vieron un aumento (…) de trabajo” no remunerado en el hogar.

La directora de RNR hizo así referencia al hecho de que, a causa de las medidas preventivas adoptadas por numerosos gobiernos, a nivel mundial -incluida la cuarentena, en algunos casos impuesta mediante toque de queda-, un alto número de víctimas de agresión de género, o en riesgo de serlo -tanto adultas como menores-, se ha visto en convivencia 24/7 con los agresores, y con muy limitadas posibilidades de procurar ayuda y protección física.

“Estar en casa nos lleva a tener contacto con las tecnologías, hay violencia cibernética, en redes sociales, es un foco rojo para las mujeres y para las infancias”, detalló.

También advirtió sobre el riesgo adicional de que, en esos entornos virtuales, “se puede enganchar a los niños y niñas para ser tratados (traficados)”.