Mujeres jóvenes al igual que adolescentes del Triángulo Norte de Centroamérica, quienes emprenden la ruta norte, hacia “el sueño americano”, consideran que el riesgo de violación es una casi certeza, lo que amerita precaver, como parte de los preparativos para el peligroso viaje.
Esto consiste en inocularse una sustancia que, en el caso de que ocurra esa particularmente brutal agresión machista, impide un indeseado embarazo.
La revelación fue parte del diálogo que Silvia Raquec, dirigente de la no gubernamental Asociación Pop No’j -organización de Guatemala que trabaja con comunidades indígenas de esa nación centroamericana-, sostuvo con el periódico mexicano Reforma.
El hecho de que tal situación de violencia probablemente ocurra, es parte de la disposición mental con la que numerosas migrantes se aprestan a cubrir los aproximadamente cuatro mil kilómetros que conducen, desde el triángulo -constituido por El Salvador, Guatemala, y Honduras-, hasta la frontera entre México y Estados Unidos-, según lo indicado por la defensora maya de los derechos indígenas, en las declaraciones que Reforma publicó el 23 de agosto.
“Nos impacta la situación de adolescentes, de jóvenes, que, cuando deciden migrar, se inyectan una solución para no quedar embarazadas”, expresó Raquec.
Es decisión obedece al hecho de que “ya está como la idea de que esa situación, de violación sexual, va ocurrir en algún momento de la migración”, señaló.
“No les queda otra salida más que migrar, y si en la situación de migrar también van a sufrir violencia, van a buscar la mejor manera de ellas también protegerse, porque su misión es llegar a Estados Unidos, no sólo a mejorar sus condiciones de vida sino que, también, a salvaguardar su propia vida”, precisó.
La dirigente indígena subrayó que “la situación es peor, en sus lugares de origen, que lo que puedan sufrir en el camino”.
De acuerdo con datos de la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres), citados por el medio de comunicación, hasta un 80 por ciento de las migrantes sufre alguna forma de violencia sexual durante el recorrido.
Las mujeres -como el resto de los miles de migrantes ciudadanos del triángulo, incluidos niños quienes, en algunos casos, viajan sin acompañamiento de una persona adulta-, se alejan de la inseguridad -que incluye agresión de género-, la pobreza, la falta de oportunidades que, cotidianamente, enfrentan en sus respectivos países de origen.
Esta subregión es considerada como una de las áreas más violentas, a nivel mundial.
Por su parte, Daniel Berlin, dirigente de la representación, en México, de la organización internacional Asylum Access, destacó la violencia de género, como una de las principales razones por las cuales mujeres y niñas, en alta proporción, están abandonando los tres países -caracterizados por entornos culturales fuertemente permeados por el machismo agresor-.
Las maras -violentas pandillas, con miles de integrantes en cada uno de los tres países centroamericanos- constituyen otro de los factores que, más destacadamente, se enmarcan en las causas por las que, en materia de inseguridad, el sector poblacional femenino está migrando masivamente.
“Un perfil común (de migrante femenina), es una persona que está huyendo de violencia intrafamiliar, o violencia de alguna pareja, novio o esposo”, indicó Berlin.
“También hay muchas mujeres que están huyendo -en particular, de El Salvador y Honduras, también, de Guatemala- de pandillas”, precisó.
“Hay muchos casos de reclutamiento de niñas, para fungir como novias, en las pandillas”, detalló, para informar, a continuación, que existe, “también, reclutamiento de niños”.
“Entonces, las mujeres quieren salir, para proteger a sus hijos”, explicó.
Respecto a la inseguridad de la cual es víctima la población femenina del triángulo, el periódico citó cifras del Observatorio de Igualdad de Género, de la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe (Cepal).
En esta zona, “las mujeres se ven doblemente afectadas, por un lado, debido a la pobreza y las dificultades económicas, y, por otro, debido a la violencia doméstica, violencia por las pandillas y violencia por parte del Estado, que no les ofrece mecanismos de protección”, señaló el medio.
Los datos del observatorio de la Cepal “respaldan este planteamiento presentado por activistas y expertos”, agregó, para precisar que “Honduras es el país con la mayor tasa de feminicidios, con una tasa de 6.2 por cada 100 mil mujeres, de acuerdo con los datos más actualizados de 2019”.
“En tercer lugar está El Salvador, con una tasa de 3.3, mientras que Guatemala tiene una tasa de 1.8 feminicidios”, indicó.
También mencionó números contenidos en un informe emitido, en 2017, por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), según los cuales, más de 90 por ciento de los migrantes centroamericanos está asentado en Estados Unidos.
Reforma señaló que, de acuerdo con lo que se indica en el documento, “las razones de migrar eran en su mayoría la violencia y la inseguridad, la pobreza y la reunificación familiar”.