En un país donde la violencia de género es un serio problema de seguridad, con una de las tasas más altas de femicidios en América Latina, el recién reelecto presidente de El Salvador, omitió una palabra en su discurso: mujer
Nayib Bukele se aseguró la reelección como presidente de El Salvador, y la anunció antes de que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) divulgase los primeros resultados preliminares oficiales.
En un mensaje en redes sociales, horas antes de la conferencia de prensa en la cual el TSE
-como máxima autoridad en su campo- oficializó los primeros números, Bukele se autoproclamó reelecto, al adelantar que, con apoyo de 85 por ciento de los electores, había ganado la votación,
Al asegurar, en su discurso, que, otorgándole el triunfo, el 4 de febrero, “El Salvador ha roto todos los récords, de todas las democracias, ¡de toda la historia del mundo!”, planteó que, “en todos los rincones del mundo, desde que existe la democracia, nunca un proyecto había ganado con la cantidad de votos que hemos ganado este día”, para agregar que, “es, literalmente, el porcentaje más alto de toda la historia”.
También enumeró las bondades de su proyecto político sin precedente, cuando trazó una línea de tiempo desde su primera victoria presidencial, en 2019 -con algo más de 50 por ciento de la votación-, pasando por el triunfo de su partido -Nuevas Ideas (N), identificado con la inicial de su nombre-, que en 2021 le aseguró la mayoría legislativa, hasta llegar, en 2022, al desde entonces vigente Régimen de Excepción -en la guerra contra la delincuencia-.
Y al cierre de su mensaje -permanentemente interrumpido con expresiones de aprobación por la multitud de seguidores reunida para aclamarlo-, reiteró el concepto de que, gracias a su drástica política de seguridad, “El Salvador pasó, de ser el más inseguro, al más seguro”, y advirtió: “ahora, ya en estos próximos cinco años, esperen a ver lo que vamos a hacer”.
La interrogante, respecto a sus prioridades, quedó, así, planteada, para la población salvadoreña. Sin embargo, para las mujeres, quedó confirmada una certeza: tienen garantizados cinco años más de misoginia.
Ello un país donde la violencia de género es un problema no solamente socioeconómico sino de seguridad, donde el machismo sigue matando en el marco de la tan severa cuanto exitosa política antidelincuencial, donde las mujeres quienes abortan -lo mismo intencional que accidentalmente- son etiquetadas como homicidas y sometidas a extensas penas de prisión.
En tal contexto, el jefe del proyecto político que no tiene precedente en la historia de la democracia planetaria, omitió, flagrantemente, una palabra: mujer.
Un ensordecedor silencio
Acompañado, en el balcón principal del Palacio Nacional -la antigua sede de los tres poderes del Estado, ubicada en el centro de San Salvador, la capital nacional-, por su esposa, Gabriela Rodríguez, el reelecto presidente -padre de dos niñas, nacidas, respectivamente, en 2019 y en 2023-, ignoró, en su triunfalismo, a 52.4 por ciento de la población nacional.
La invisibilización, por parte del régimen bukeliano, de las víctimas de violencia machista, como política gubernamental en materia social y de seguridad, es notoria desde la imposición, en marzo de 2022, del Régimen de Excepción.
La medida -que suspende garantías constitucionales, además de que facilita la violación de derechos humanos- ha permitido la detención y el encarcelamiento de algo más de 70 mil integrantes de maras (pandillas), algo que, por lógica, ha resultado en la drástica reducción de los homicidios.
Pero ese no es el caso de los femicidios, crímenes que, en el contexto de machismo que caracteriza a la sociedad salvadoreña, no han cesado en el marco del régimen de excepción.
De acuerdo con datos de la o gubernamental Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (Ormusa), el total de esos asesinatos, para 2022 -año de implantación del régimen-, fue de 68, dato que, para 2023, se ubicó en 46.
No obstante ello, la administración de persiste en señalar que la efectividad del Régimen de Excepción se traduce en el hecho de que, solamente en la presidencia de Bukele, El Salvador registra días de “cero homicidios”.
Por ejemplo, Diario la Huella -reproductor de la narrativa oficialista-, informó, el 21 de abril de 2023, bajo el título “El Salvador suma 350 días con cero homicidios”, que, la jornada anterior, “las autoridades no contabilizaron ningún hecho de violencia a nivel nacional, acumulando 17 días en lo que va del mes”.
“De igual forma, durante la gestión del presidente Nayib Bukele se cumplen 350 días con cero homicidios”, aseveró, poco antes de cumplirse el tercer año del actual quinquenio (2019-2024).
“El Salvador alcanzó la histórica cifra de 100 días sin homicidios en lo que va de 2023, luego de cerrar el miércoles 17 de mayo sin asesinatos a escala nacional, según datos de la Policía Nacional Civil (PNC)”, informó ese día.
“A la fecha, son 370 días sin muertes violentas se contabilizan desde la llegada del Presidente Nayib Bukele al Gobierno”, agregó, para aseverar, en flagrante inexactitud propagandística, que, “recientemente, El Salvador cumplió 365 días, un año completo, sin que se registren muertes violentas”.
Esa desinformación difundida por Diario la Huella, fue contundentemente refutada -con cifras- por Ormusa, que entonces reveló que catorce femicidios ocurrieron, del 1 de enero al 15 de marzo de 2023, en El Salvador.
Citada al respecto, el 30 de marzo de 2023, por el diario salvadoreño La Prensa Gráfica, Silvia Juárez, integrante del equipo de investigación de Ormusa, planteó que “estas cifras son alarmantes”.
Si bien ha reducido, notoriamente, la actividad de las maras, la operación de guerra antidelictiva impuesta por Bukele “no ha sido capaz de disminuir la violencia que enfrentan las mujeres en las relaciones de pareja, o de confianza”, denunció, para agregar que los datos analizados, hasta ese momento, por Ormusa, ilustraban un brutal fenómeno social patriarcal que “se ha mantenido”.
“Ni siquiera un régimen de excepción -o la suspensión de garantías individuales- ha logrado mermar, o poner un paro a la violencia que enfrentan las mujeres”, reafirmó, para agregar que, “en conclusión, es una estrategia de seguridad pensada en la seguridad de los hombres, y no de las mujeres”.
Casi un año después, la flagrante exclusión de las salvadoreñas, del discurso de triunfo electoral de Bukele, el 4 de febrero, plantea, para la población femenina salvadoreña, una preocupante perspectiva de género.
En la nota informativa que publicó, dos días antes, sobre la situación nacional en general, y de la población femenina en particular, el diario español El País citó a especialistas y dirigentes salvadoreñas.
Respecto a la autocrática concentración de poder que el presidente está, flagrantemente, logrando, la experta electoral Ruth Eleonora López, describió el autoritarismo del presidente.
“Bukele es una figura mesiánica, un líder patriarcal, un presidente (…) que se presenta ungido por Dios”, agregó, para aclarar que, en realidad, “es un hombre altamente conservador, con una tendencia muy clara a manipular la religión hacia el mensaje de que las mujeres tenemos que estar en nuestra casa”.
A respecto, Celia Medrano, defensora de los derechos humanos, destacó lo que describió como las voces en resistencia, al plantear que, “las más numerosas y claras, son las de las mujeres”.
“Son ellas quienes sufren la mayor carga económica, las que buscan a sus desaparecidos y detenidos (en el marco del Régimen de excepción), quienes ven cómo se hunde el presupuesto de combate a la violencia de género, y cómo las diputadas oficialistas cambian su biografía, en redes sociales, de feminista, a madre y esposa”, explicó, en calidad de denuncia.
“Ellas, frente a la voz autoritaria y el castigo, frente al tono dominante y el bastón de mando (en alusión al bastón de mando de la Fuerza Armada)”, reflexionó, para precisar: “ellas, convertidas en el adversario”.
Ante ello, “nuestro papel es combatir esa narrativa”, subrayó, en modo de exhortación.
Violencia de género política
En cuanto a la violencia de género que, específicamente, reciben las participantes en la política nacional, Medrano dijo, al medio de comunicación europeo, que, en el marco de la reciente campaña electoral, almacenó centenares de ataques machistas en redes sociales -una porción de los cuales la tuvo como destinataria-.
Dentro de ese contexto, dijo que uno de los más soeces insultos que recibió fue el siguiente: “pobre pendeja (tonta), las Constitución nos la pasamos por los huevos, busca quien te coja mejor”.
“Lo que vemos, a futuro, es un país sometido, donde las mujeres estarán en una situación cada vez más restringida, y las únicas mujeres que podrán estar ejerciendo la política son las que estén alineadas con el pensamiento del presidente”, pronosticó Medrano -quien, en las recientes elecciones, fue candidata vicepresidencial.
Por su parte, Ruth López, dirigente de Cristosal -oenegé anglicana de derechos humanos-, puntualizó que las líderes, activistas, profesionales salvadoreñas, en general, son víctimas de agresión por parte de troles gubernamentales machistas en línea.
“No hay mujer, en El Salvador -abogada, defensora de los derechos humanos, que estudie temas de corrupción-, que no haya sido víctima de muy fuertes ataques del gobierno y sus redes, que se coordinan desde la más alta jerarquía”, señaló.
Se trata de una variante de violencia machista que “se ha configurado como un mecanismo de desprestigio”, puntualizó.
Entretanto, la periodista Clanci Rosa, se refirió al flagrante componente de terror de Estado que es inherente al Régimen de Excepción.
“No está mal reconocer el miedo”, aseguró la comunicadora, además de revelar que, “en este gobierno, hemos bajado, bastante, el activismo”.
Ello, “no porque no s quiera hacer sino porque el gobierno ha configurado un aparato de represión que genera miedo”, explicó, para señalar que “el régimen de excepción es tan ambiguo, que da miedo que, en una protesta, puedes acabar presa”.
La periodista aseguró que, bajo el régimen bukelista, “es, casi, un crimen, defender derechos”.