El dictatorial régimen teocrático que gobierna, hace casi dos años y medio, a Afganistán, impone terror, mediante ignorancia e incultura, a las estudiante universitarias, a quienes prohibió, recientemente, acceso a la educación superior, aseguró una de las alumnas afectadas por la discriminatoria medida.
Al relatar, al medio de comunicación español elDiario.es, la situación de las mujeres, específicamente en materia de enseñanza, Farahat -quien, cuando fue impuesta la nueva prohibición machista, se hallaba próxima a graduarse como médica- aseguró que la población estudiantil universitaria femenina en el país asiático, siente desconcierto.
Farahat -nombre ficticio, al igual que los de otras dos afganas citadas en la nota informativa que, sobre el tema, elDiario.es difundió el 7 de enero-, aludió, así, a la decisión que fue comunicada, mediante carta que el ministro de educación, Neda Mohammad Nadeem, dirigió a las autoridades de los centros educativos superiores nacionales.
En el texto, fechado el 21 de diciembre, Nadeem emitió la orden de prohibir, a las mujeres, acceso al aprendizaje en las universidades.
“Se les informa, a todos, que implementen la orden mencionada, de suspender la educación de las mujeres, hasta nuevo aviso”, planteó el ministro.
Al respecto, Farahat aseguró que “somos víctimas del terror, de la ignorancia, y la incultura”.
“Somos niñas afganas, nacimos con dolor, y vivimos con dolor, pero el cierre de las puertas de las instituciones educativas ha sacudido todo nuestro ser”, expresó.
Al quedar implementada la medida de la patriarcal tiranía, “nos rompimos y caímos en pedazos, un nuevo dolor se sumó a los anteriores”, reflexionó, en alusión a la represiva política de género que el régimen implementa.
Las estudiantes universitarias afganas se sienten “más desmotivadas que nunca”, agregó, a continuación.
En puntual alusión a su caso, explicó que, a causa de la discriminadora política antimujeres impuesta por la dictadura, “las metas que tenía, para el futuro, me parecen lejanas”, no obstante lo cual, “nunca dejaré de intentarlo, aunque todo el universo se dé la mano e intente destruirme”.
También citada en la nota informativa de elDiario.es, Zahra -una psicóloga quien pudo graduarse poco antes de la fecha en que fue impuesta la prohibición-, relató que, al revisar, ese día, los mensajes llegados a su teléfono celular, se enteró de la medida.
“Realmente, para mí no fue ninguna sorpresa”, porque “lo esperaba, de los talibanes”, aseguró, además de denunciar que, “esta decisión, está volviendo loco a todo el mundo”.
“Nadie quiere quedarse en casa, mirando las paredes”, planteó.
También reveló que la nueva orientación del régimen originó manifestaciones de protesta, a nivel nacional, las que fueron, invariable y rápidamente reprimidas.
Los dictadores “son un grupo de terroristas que llegaron a Afganistán sin ninguna vía humanitaria, y están forzando a la gente a hacer estas cosas por sus estúpidas creencias”.
Zahra hizo, así, referencia a la toma del poder, en agosto de 2021, por el grupo fundamentalista islámico Talibán, y a la arbitraria y errónea interpretación que, para justificar su política misógina, la organización da al Corán -el libro sagrado musulmán-.
La psicóloga reflexionó, además, que, en la brutal realidad de marginación de género a la cual están enfrentadas, las afganas “nacimos con dolor, y vivimos con dolor”.
Por su parte, Mahjuba, una docente, relató que la población femenina afgana es reprimida de diferentes maneras, lo que significa la sistemática violación de sus derechos.
En tal cuadro de situación, “nos enfrentamos a un futuro desconocido, hemos perdido todas nuestras esperanzas”, pero no así la voluntad de lucha y resistencia, aseguró.
“Cuando una mujer es analfabeta, una familia es analfabeta. Cuando una familia es analfabeta, una sociedad es analfabeta”, reflexionó, sobre el impedimento a las mujeres de acceder a las universidades, para agregar que, “al fin y al cabo, las mujeres son la mitad de la sociedad afgana”.
La disposición fue seguida, tres días después, por el anuncio de una nueva restricción de género.
En este caso, el régimen ordenó, el 24 de diciembre, a las casi doscientas organizaciones no gubernamentales (ONG) -lo mismo nacionales que internacionales-, acreditadas en el país asiático, la prohibición de contar con personal femenino.
Esta nueva agresión misógina se apoyó en que el régimen recibió denuncias en el sentido de que algunas trabajadoras de oenegés no cumplen, a cabalidad, las disposiciones islámicas en materia de vestimenta, específicamente, en el uso del hijab -velo religioso que cubre la cabeza, hasta los hombros, de quienes lo usan-.
El Ministerio de Economía -la entidad gubernamental encargada de autorizar, o prohibir, la operación de oenegés, en territorio afgano- incluyó la disposición, en una carta que, al día siguiente, dirigió a las algo más de 180 oenegés registradas en Afganistán.
“Ha habido graves quejas por el incumplimiento del hijab islámico y otras normas y reglamentos relativos al trabajo de las mujeres en las organizaciones nacionales e internacionales”, aseveró el ministerio, la autoridad entre cuyas atribuciones figura, puntualmente, la de aprobar los permisos para las ONG que desarrollan actividades en el país.
El anuncio de la medida es, además, un indicio de que el régimen está peligrosamente infiltrado, a profundidad, en el sector de las oenegés.
Al referirse a la serie de prohibiciones que la dictadura está imponiendo a las mujeres -lo mismo adultas que menores de edad-, Mahjuba aseguró, a elDiario.es, que “los talibanes están borrando nuestra identidad”.
Foto: Lil artsy