La identidad de las mujeres se ha construido, históricamente, a partir de ofensivos y menospreciantes conceptos machistas -por lo tanto, ajenos-, tales como “zorra”, o “puta”, expresiones que las agredidas tienen que tomar como propios, y darles nuevo significado.

El planteamiento incluido en su libro “Vírgenes, esposas, amantes y putas”, publicado en Madrid, fue reafirmado por la ex actriz porno española Amarna Miller en declaraciones que el diario electrónico El Mundo reprodujo el 28 de enero.

En ese sentido, indicó que la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales, transgéneros, e intersexuales (Lgbti) ha dado un ejemplo, al apropiarse de expresiones agresoras, y, al usarlas, darles nuevo significado.

Al respecto, la ex protagonista de películas para adultos, expuso el concepto de que la pornografía puede ser feminista.

“La identidad de la mujer ha sido limitada, y también construida, por variables ajenas, que se nos han impuesto a lo largo de los siglos”, comenzó a explicar, respecto al mensaje de su libro.

“Esto ha hecho que nuestra identidad se vea constreñida”, agregó, para precisar que “vírgenes, esposas, amantes y putas son algunas de las categorías principales que se nos han impuesto, a las mujeres”, y detallar: “la virgen avergonzada de su inocencia, la esposa fiel, la amante que tiene que estar oculta, y la zorra”.

“Son, todo, posiciones de alteridad, porque, al final, como no hemos sido nosotras mismas las que hemos construido nuestras categorías y nuestra propia identidad, hemos tenido que adaptarnos a la visión que los otros tenían de nosotras”, reflexionó.

De modo que el libro “es una forma de reivindicar que esas categorías también nos pertenecen, y que tenemos que resignificarlas y reapropiarnos de ellas de una manera empoderante”, puntualizó, en el diálogo con el periódico español.

Al describir como totalmente factible la implementación de ese cambio de significado, planteó que “tenemos un referente muy bueno dentro del colectivo Ligbti, que decidió, hace ya años, reapropiarse de la palabra maricón y de la palabra bollera (lesbiana), y resignificarlas”.

Se trata de “coger (tomar) lo que ha sido un insulto, una palabra construida para denostarles, y hacer de ella una bandera”, de modo de afirmar: “tú me has insultado con esto, pues yo, ahora, lo utilizo desde el orgullo”, dijo.

“Con zorra o con puta, las mujeres podemos y debemos hacer lo mismo: reapropiarnos de esas palabras, de un modo positivo”, reafirmó.

En cuanto a la inclusión, en el libro, de experiencias personales negativas -maltrato, diferentes casos de abuso-, aclaró que lo hizo como aporte a la exposición de la realidad de las mujeres.

“Demasiadas veces en mi vida, he aprendido a base de pegarme una gigantesca hostia (golpe) y, después de darme esa hostia, he pensado: ‘¿Por qué nadie me ha hablado de esto antes, si es algo que ahora sé que muchas de nosotras hemos sufrido? ¿Por qué hay tantas cuestiones, relacionadas con las mujeres, que siguen silenciadas, que siguen invisibilizadas?’”, expresó.

“Ahora estamos viviendo un cambio, una evolución a mejor, pero todavía hay muchas cuestiones sobre las cuales no se habla”, por lo que “yo he decidido hablarlas”, indicó, para subrayar que, “este libro, es una manera de poder masticar mi verdad y sacarla ahí fuera, al mundo”.

Al respecto, precisó que “no intento imponer un dogma, no intento decir que lo que yo opino es lo único que existe, pero creo que ser mujer es un rompecabezas compuesto por muchos nexos diferentes, que son nuestras experiencias individuales, y juntar todas esas experiencias crea la narrativa de lo que implica ser mujer. Y yo quiero aportar la mía”.

“Hablo, con orgullo, de cosas que sé que van a ser políticamente poco convencionales, o que no van a estar dentro de los cánones”, y “lo hago desde un lugar íntimo y bonito que quiero compartir con las personas que me siguen o que quieren saber más de mi discurso”, dijo, a continuación.

“Además, hace ya muchísimo tiempo que no podemos hablar de feminismo en singular”, porque “los feminismos son plurales, y son muchos, y hay feminismos que se contradicen entre sí en las premisas que quieren alcanzar”, aunque “la meta final es la misma, en todos”, aseguró.

“Las maneras a través de las cuales vamos a llegar a esa meta difieren, y, a veces, difieren de maneras muy radicales”, expresó.

En ese sentido, planteó que la pornografía puede ser feminista.

“Tendemos a usar pornografía como sinónimo de industria pornográfica, y son conceptos diferentes”, agregó, para precisar que “la industria pornográfica (…) sí, es machista”.

“Pero la pornografía no es eso” sino que “es la representación de la sexualidad a través de un formato -puede ser el vídeo, claro, pero también puede ser la literatura o hay frescos en Pompeya (la histórica ciudad de la antigua Roma) que son pornográficos”, señaló.

“Nos centramos tanto en la idea de la industria pornográfica, que nos olvidamos de todas las otras increíbles representaciones del sexo que existen, y son muy positivas a la hora de desarrollarnos como seres humanos, porque la sexualidad es una parte de nuestra vida, y es una parte de nuestra interacción con el mundo y con la sociedad”, puntualizó.

“La representación de esa realidad puede ayudarnos a crecer, a tomar referencias, a inspirarnos, a entender mejor nuestros cuerpos y mil cosas más”, y, en virtud de esto, “lo que hay que hacer es coger esto, que es maravilloso, y representarlo de una forma equitativa y feminista”, sugirió.

En la visión de Miller, por lo general, se parte de la base de que “la industria pornográfica convencional tiene cosas extremadamente machistas (…) como otras tantas industrias”, no obstante lo cual, “partiendo de esta base, es más fácil entender de qué hablo con porno feminista”, y “creo que hay gente que ya lo está haciendo”, aunque es algo “tremendamente minoritario”.

“Intentar simplificarlo, es perder los verdaderos matices que tiene toda esta problemática, y toda esta historia”, advirtió, para sugerir que “la manera de avanzar, y de construir un mundo más equitativo, es buscando información e intentando entender la complejidad del asunto, no silenciando voces, tachándolo, renegando de ello e intentando que no exista”.

Sobre este punto, aseguró que “el porno puede ser feminista, pero no lo será si nadie cree en ello”.