La base del tránsito hacia sociedades libres de violencia de género está en la educación, en sus diversas áreas -incluidas la universitaria y la policial-, planteó la directora ejecutiva de la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres), la sudafricana Phumzile Mlambo-Ngcuka.
Lograr los cambios de comportamiento necesarios para terminar con ese fenómeno social, requiere, igualmente, la eliminación de estereotipos, agregó Mlambo-Ngcuka, en una declaración que emitió en el marco de la conmemoración del Día Internacional para la eliminación de la Violencia contra la Mujer.
La participación de hombres y niños, en calidad de aliados, es también necesaria para que el esfuerzo sea exitoso, y puede desarrollarse con el apoyo de la sociedad civil, como actor orientador, aseguró la funcionaria internacional.
También destacó el hecho de que, en el marco de la presente pandemia mundial del nuevo coronavirus, causante de la Enfermedad Coronavirus 2019 (Coronavirus Disease 2019, Covid-19), la violencia de género se ha disparado globalmente, afectando lo mismo a adultas que a niñas.
La funcionaria aludió así al efecto que han tenido algunas medidas adoptadas por la mayoría de países afectados, en un esfuerzo por controlar la propagación de la enfermedad, principalmente el aislamiento social -cuarentena, en algunos casos, obligatoria-, que obliga a mujeres y niñas víctimas de ataques machistas -o en riesgo de serlo- a una permanente convivencia con los agresores.
Al respecto, denunció que, en cuanto a esa violencia, existe una pandemia invisibilizada, que data de antes -y persistirá después- de la presente emergencia sanitaria global.
“El cambio comienza en las facultades de Derecho y las academias de policía cuando les enseñan a sus estudiantes a reconocer e intervenir en casos de maltrato y a estar alertas ante la discriminación”, reflexionó Mlambo-Ngcuka, una ex vicepresidenta (2005-2008) de Sudáfrica.
“Implica erradicar la impunidad, con sólidos marcos jurídicos y políticos, y datos para registrar los avances y exigir cuentas de nosotras y nosotros mismos y de las autoridades”, agregó, a continuación en la extensa declaración difundida por ONU Mujeres, en su sitio en Internet.
“Igualmente importante son los cambios culturales que ayudan a evitar la violencia contra las mujeres desde el inicio”, aseguró.
“Para lograr estos cambios, necesitamos derribar estereotipos y actitudes que avergüenzan a las mujeres sobrevivientes y naturalizan y excusan los comportamientos de los agresores”, indicó, en el texto de doce párrafos conmemorativo de la fecha establecida, hace dos décadas, por la Asamblea General de las Naciones Unidas.
“Para ello, debemos sumar la participación de los aliados, entre ellos, hombres y niños”, escribió, para agregar, en alusión a la crisis sanitaria, que, “después de todo, mientras que el virus no discrimina, un hombre o un niño puede elegir no ejercer violencia, y la sociedad puede guiarlo para que no lo haga y puede exigirle cuentas si lo hace”.
Al respecto, detalló la incidencia de la pandemia en la espiral ascendente de agresión a mujeres y niñas, y precisó que la misma atención inmediata que se ha dado a la emergencia de salud se requiere para enfrentar la creciente violencia machista.
“Hemos visto la estrecha relación que existe entre la pandemia de COVID-19 y el aumento de las denuncias por violencia en cualquiera de sus formas. La llamamos la pandemia en la sombra”, expresó.
“También hemos visto las diferentes maneras en que las sociedades y nuestros servicios públicos responden ante la ciudadanía que presenta una enfermedad potencialmente mortal y ante quienes recurren por ayuda porque sus parejas son potencialmente riesgosas para su salud o su vida”, puntualizó.
“La violencia que los hombres ejercen contra las mujeres es también una pandemia; una pandemia que precede y que sobrevivirá al virus”, la que “también necesita de una respuesta global y coordinada que cuente con protocolos de aplicación”.
En ese sentido, trazó paralelos negativos entre ambas.
“Si te sometes a un test de detección del coronavirus, nadie te pregunta qué llevabas puesto cuando te infectaste o si estuviste bebiendo alcohol”, comenzó a señalar,
“Tienes la seguridad de que tu test será examinado en un laboratorio así como una razonable probabilidad de recibir atención médica”, indicó, a continuación.
“La respuesta no dependerá de si te creen. No sentirás tal nivel de vergüenza que probablemente ni siquiera intentes acudir a las autoridades. Recibirás cuidados y apoyo”, aseguró.
A continuación, esbozó, a partir de la realidad, un cuadro ideal de situación.
“Si tan sólo erradicar la violencia de los hombres contra las mujeres fuera tan fácil como aplicar una vacuna. Si tan sólo la respuesta estuviera tan bien financiada como nuestra respuesta ante el virus y sus repercusiones en nuestras sociedades y economías”, planteó.
“Imaginen (…) si el conjunto de líderes mundiales, incluidos las/os jefas/es de Estado, se dedicaran exclusivamente a dirigir la batalla; si quienes trabajan en la primera línea, como fiscales, juezas/ces y policías, salvaran las vidas de las mujeres y las niñas con el mismo empeño que el personal sanitario; y si los ministerios de economía destinaran fondos y proveyeran kits posviolación a los laboratorios forenses del mismo modo en que proveyeron EPP (equipo de protección personal) y servicios de testeo”, escribió.
“Imaginen si todas las personas nos comportáramos de este modo hasta achatar la curva de la violencia contra las mujeres. Imaginen las repercusiones”, expresó.
Según datos de la Iniciativa Spotlight -asociación de Naciones Unidas y la Unión Europea contra toda violencia de género-, la agresión contra mujeres y niñas “es una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas, devastadoras y persistentes en el mundo de hoy”.
Cifras de Spotlight, a nivel mundial, indican que una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física -incluida agresión sexual-, una de cada dos víctimas fatales en 2012 fue asesinada por su pareja o algún familiar, y una de cada cinco mujeres y niñas ha sufrido violencia física o sexual de manos de su pareja en los pasados doce meses.
En ese sentido, Mlambo-Ngcuka indicó que, en el contexto internacional, “tan sólo el año pasado, 243 millones de mujeres y niñas sufrieron violencia sexual o física por parte de sus parejas”, mientras “los informes de este año abundan de casos de violencia contra mujeres y niñas en el ámbito privado, ciberacoso, matrimonios infantiles, acoso sexual y violencia sexual”.
Además de mencionar iniciativas de Naciones Unidas, en el plano global, para hacer frente a la violencia contra mujeres y niñas, y promover la igualdad de género -tales como Coaliciones para la Acción, Generación Igualdad, además de Iniciativa Spotlight- la funcionaria señaló a la sociedad civil como actor clave en el tema.
“En la pandemia de COVID, fue clave la colaboración entre el mundo científico, los Gobiernos, la sociedad civil y la industria”, planteó.
“La escala y naturaleza de dicha colaboración, e incluso una mayor, es la necesaria para erradicar la violencia contra las mujeres en todos los sectores y en el plano de la sociedad, la comunidad, la familia y la persona”, aseguró.
En opinión de la jerarca de ONU Mujeres, “la sociedad civil desempeña un papel fundamental en esta área”.
“Para que pueda cumplir su papel plenamente, debe contar con los recursos necesarios, y las organizaciones de mujeres, los centros de atención de crisis, las líneas de ayuda y los refugios deben volver a recibir financiamiento sin recortes”, expresó.
Sin embargo, el contexto en esta materia es desalentador, y los gobiernos nacionales deben respectivamente esforzarse por mejorar el panorama, lo que incluye acciones en salud con enfoque de género.
“En la actualidad, las personas que las mujeres han elegido como representantes las decepcionan, y las organizaciones no gubernamentales no cuentan con la capacidad para llenar el vacío”, reflexionó.
De modo que “todos los países deben incluir en sus paquetes de estímulo fiscal disposiciones para erradicar la violencia contra las mujeres y para financiar servicios sociales con disposiciones en materia de salud sexual y reproductiva que apoyen a las sobrevivientes y permitan la recuperación”, recomendó.
Pero Mlambo-Ngcuka considera que la coyuntura actual, no obstante lo dramática, puede constituirse en el punto de apoyo para el cambio.
“Nos encontramos en la génesis de una respuesta prometedora que podría expandirse y adquirir proporciones semejantes al desafío”, aseguró, al informar que 146 gobiernos han asumido el compromiso de “incluir la prevención y reparación de la violencia contra las mujeres y las niñas en sus planes nacionales de respuesta” a la pandemia.
“Sin embargo, no ocupa aún un lugar prioritario en las agendas, y el cambio no tiene aún la escala necesaria”, advirtió.
En la visión de la experta, “no ha existido otro momento más importante para combinar nuestros recursos y compromisos para resolver los problemas más significativos y erradicar la violencia contra las mujeres y las niñas para siempre”.
Ello, porque “Sabemos qué significa luchar contra una pandemia. Ahora necesitamos la voluntad para hacerlo”, así como “para liderar el camino hacia un mundo sin violencia”.