La sobrecarga de tareas domésticas -principalmente las de cuidados de personas- que la pandemia mundial del nuevo coronavirus está imponiendo a las mujeres, podría implicar un salto atrás de décadas, en materia de estereotipos de género.
De ocurrir, ello resultaría, para la población femenina, en la pérdida de oportunidades lo mismo laborales que educativas, señaló, al formular la advertencia, la directora ejecutiva adjunta de la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres), Anita Bhatia.
En tal contexto, el complejo esfuerzo llevado a cabo durante un cuarto de siglo, a nivel global, en procura de igualdad de oportunidades, corre el riesgo de desaparecer en el lapso de apenas un año, aseguró Bhatia, una activista de derechos de las mujeres oriunda de India.
Ello, debido a que se ha incrementado el número de horas que las mujeres venían destinando, históricamente, al trabajo doméstico sin remuneración, indicó, en declaraciones reproducidas por la radioemisora British Broadcasting Corporation (BBC).
Debido a la pandemia, “todo por lo que trabajamos, que ha tomado 25 años, podría perderse en un año”, advirtió la experta.
Bhatia hizo, así, referencia específica a la sobrecarga de trabajo doméstico que, de hecho, la población femenina está sobrellevando, a causa de la emergencia sanitaria -incluidas algunas medidas implementadas por la mayoría de gobiernos, para contener su expansión, en particular el aislamiento social (cuarentena), en algunos casos impuesto mediante toque de queda-.
En opinión de la funcionaria internacional, esa generalizada situación amenaza con eliminar oportunidades en las áreas educativa y laboral.
También, debido al enfoque prioritario en hacer frente al virus, la salud tanto física como mental, de las mujeres, quedaría en riesgo, según explicó.
La jerarca de ONU Mujeres señaló, a manera de ejemplo, en lo referido a las labores domésticas, que el cálculo de esa agencia especializada indica que, previo a la pandemia, las mujeres realizaban, en promedio, tres cuartas partes de las 16.000 millones de horas de trabajo no remunerado que, diariamente, se cumplen a nivel mundial.
Bhatia indicó que esa cifra se traduce en que la mujeres venían realizando tres horas de labor sin pago, frente a una hora por parte de la población masculina, y señaló que, a raíz de la emergencia sanitaria, esa disparidad se agudizó.
“Si era más de tres veces más que los hombres, antes de la pandemia (…) ese número, al menos, se ha duplicado”, con lo que se está ante el “riesgo real de volver a los estereotipos de género de los años 50”, aseguró.
La situación enmarcada en la pandemia implica, en altas cifras, la pérdida de empleo por parte de mujeres, indicó Bhatia, para agregar que, aún “más alarmante, es el hecho de que muchas mujeres no están regresando al trabajo”.
Al citar encuestas llevadas a cabo, por ONU Mujeres, principalmente en países de ingresos bajos y medios, respecto al impacto de género que presenta la crisis sanitaria, BBC indicó que “los datos de los países más industrializados muestran un panorama similar”.
En ese sentido, y como ejemplo, la experta mencionó el caso de Estados Unidos, la nación más golpeada, mundialmente, por el virus.
“Solo en el mes de septiembre, en Estados Unidos, algo así como 865.000 mujeres abandonaron la fuerza laboral, en comparación con 200.000 hombres”, comenzó a plantear.
“Y la mayor parte de eso puede explicarse por el hecho de que había una carga de cuidados, y no había nadie más para realizarlos”, agregó.
Bhatia señaló que, ese tipo de labor, “a menudo, incluye el costo del cuidado que sostiene a las familias, respalda las economías, y cubre la falta de servicios sociales, pero rara vez se reconoce oficialmente como trabajo”.
“El punto clave, aquí, es que esto siempre se ha subestimado, y siempre se ha tratado como algo de lo que no tienes que preocuparte, porque no hay compensación involucrada”, denunció.
Además, la labor doméstica fija resulta doblemente injusta, para las mujeres, de acuerdo con lo expresado por Bhatia.
“La pandemia ha puesto de relieve el hecho de que el trabajo no remunerado ha sido, realmente, una red de protección social para el mundo, y ha hecho posible que otros salgan y obtengan un ingreso productivo, al tiempo que obstaculiza las oportunidades de crecimiento y las oportunidades de empleo de aquellas mujeres que llevan la carga del cuidado”, puntualizó.
Ello implica que “las mujeres que realizan la mayor parte del trabajo no remunerado, tendrán menos tiempo para llevar a cabo trabajos remunerados o trabajarán más horas y, a menudo, de cualquier forma, se enfrentan a inseguridad financiera”, agregó.
Por lo tanto, resulta clave que, en los países, se logre que gobierno y empresariado trabajen en procura de solución, planteó.
“No se puede enfatizar lo suficiente la magnitud del problema, y el impacto que tendrá si los gobiernos y las empresas no hacen algo”, lo que “no es sólo una cuestión de derechos” sino que, “también, es una cuestión de qué es lo que tiene sentido económico”, reflexionó, a manera de recomendación.