La directora ejecutiva del Fondo de Población de las Naciones Unidas, Natalia Kanem, señaló que el progreso logrado en materia de acceso a salud sexual y reproductiva, se ha estancado, y presenta el riesgo de retroceder

La salud sexual y reproductiva -principalmente lo referido al aborto- está politizada, nocivo contexto en el cual la población femenina es la principal víctima.

Se trata de una lucha que se libra en el cuerpo de las mujeres y las niñas quienes, en su mayoría, ven vulnerado el derecho a decidir autónomamente.

Al formular la denuncia, la directora ejecutiva del Fondo de Población de las Naciones Unidas (United Nations Population Fund, Unfpa), la médica panameña Natalia Kanem, señaló que el progreso logrado, a nivel mundial, en materia de acceso a salud sexual y reproductiva, se ha estancado, y presenta el riesgo de retroceder.

Durante el anuncio, en conferencia de prensa, del más reciente informe global del Unfpa sobre el estado de la población, Kanem expresó preocupación por el hecho de que “la reproducción humana esté politizada”.

Específicamente respecto al derecho a la interrupción del embrazo -uno de los puntos centrales de esa politización-, y al hecho de que en numerosos países se la prohíbe -en algunos casos, criminalizándola- Kanem advirtió que “los abortos realizados en malas condiciones, son una de las principales causas de los elevados niveles de muerte materna en el mundo”.

“Los esfuerzos para proteger las vidas y el bienestar de las mujeres y las niñas, no deberían estar sujetos a presiones políticas, ni detenerse dependiendo del gobierno de turno”, subrayó.

“Una parte del problema actual, reside (…) en el deseo de politizar el cuerpo de las mujeres, y convertirlo en un campo de batalla”, planteó, en modo de fuerte crítica.

La experta internacional advirtió, asimismo, respecto al avance logrado en materia de derechos de las mujeres, incluido el acceso irrestricto a servicios de salud sexual y reproductiva, que “el progreso se está ralentizando y, en muchos aspectos, incluso, se ha estancado por completo”.

Sobre esa preocupante realidad, en el Prólogo del informe del Unfpa –“Estado de la población mundial 2024. VIDAS ENTRELAZADAS, HILOS DE ESPERANZA. Eliminar las desigualdades en materia de salud y derechos sexuales y reproductivos”-, Kanem aseguró que, “hace 30 años, gobiernos de todo el planeta llegaron al consenso de que la salud y los derechos reproductivos son piedras angulares del desarrollo mundial”.

La diorectora de la agencia especializada de Naciones Unidas hizo, así, alusión a la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (Cipd), llevada a cabo, en 1994, en El Cairo -la capital de Egipto-.

El encuentro tuvo la participación de 179 gobiernos, y resultó en la aprobación del Programa de Acción de la CIDP.

Respecto al documento, en su sitio en Internet dedicado a la conferencia, el Unfpa explicó que “establece que no es posible un desarrollo sostenible e inclusivo sin priorizar los derechos humanos, incluidos los derechos reproductivos, sin empoderar a las mujeres y las niñas, y sin abordar las desigualdades, las necesidades, las aspiraciones y los derechos de cada mujer y hombre”.

De acuerdo con la misma fuente, “la CIPD marcó la pauta de un desarrollo centrado en las personas, pues sirvió como punto de referencia de las políticas y los programas nacionales” en materia de desarrollo y de derechos de género.

Sobre el Programa de acción de la CIDP, Kanem escribió, en el prólogo del nuevo informe anual del Unfpa que “este acuerdo pionero allanó el camino a tres decenios de avances”.

“Desde entonces, la tasa de embarazos no intencionales ha retrocedido en casi un 20% a nivel global”, además de que “la cifra de mujeres que recurren a métodos anticonceptivos modernos se ha duplicado”, agregó.

Por otra parte, “hoy en día, se han promulgado leyes contra la violencia doméstica en al menos 162 países, y las muertes maternas se han reducido en un 34% desde 2000”, señaló, a continuación.

“Sin embargo, los progresos no se han materializado a la velocidad que deberían, ni con el alcance suficiente”, advirtió, a continuación, en calidad de esclarecedora denuncia.

A manera de ejemplo, indicó que “la violencia de género todavía es una lacra endémica en prácticamente todos los países y comunidades”, mientras “la mortalidad materna no ha mejorado en absoluto desde 2016 y, de hecho, aumenta en una cantidad preocupante de países”.

También destacó el hecho de que, a nivel mundial, “casi la mitad de las mujeres sigue sin poder tomar decisiones sobre su propio cuerpo, y sin la posibilidad de disfrutar de salud y derechos sexuales y reproductivos”.

Para que ese injusto cuadro de situación persista, “la desigualdad es una razón de peso”, aseguró.

En ese sentido, planteó que, “mientras la comunidad internacional se centraba en atender a los grupos a los que se llega con mayor facilidad, se ha olvidado de afrontar las desigualdades y disparidades en los sistemas y sociedades”.

“Esta dejadez ha propiciado que los desniveles empeoren hasta convertirse en precipicios”, siguió denunciando.

Ese contexto determina que, “a lo largo y ancho del planeta, las personas que quieren utilizar servicios básicos de atención de la salud sexual y reproductiva, se ven obligadas a sortear todo tipo de obstáculos que se solapan debido a su género, situación económica, etnia, orientación sexual y discapacidad, entre otras características”.

“En los pocos lugares donde se recopilan datos, las mujeres afrodescendientes han resultado ser más vulnerables a la violencia obstétrica y los malos resultados de salud materna”, destacó.

“En muchas ocasiones, se priva a las mujeres indígenas de atención a la salud materna con pertinencia cultural, y se tipifican como delito sus costumbres relacionadas con el parto, lo que se traduce en un riesgo mucho mayor de fallecer durante el embarazo o al dar a luz”, informó, a continuación.

Por otra parte, en términos generales, “la infraestructura sanitaria sigue plagada de normas de género desiguales, como el déficit crónico de inversión en el personal de atención obstétrica -mujeres en su inmensa mayoría-”, agregó.

En opinión de Kanem, “si queremos hacer realidad la promesa de salud y derechos sexuales y reproductivos universales suscrita durante la Conferencia (…) de El Cairo, está claro lo que se debe hacer: cortar de raíz las desigualdades en los sistemas sanitarios y las políticas, y priorizar a las mujeres y la juventud que sufren más marginación y exclusión”.

“Necesitamos que la atención de la salud sea integral, universal, e inclusiva, además de fundamentada en los derechos humanos y lo que empíricamente ha demostrado dar resultado”, señaló, en calidad de recomendación.

La experta internacional escribió, en ese sentido, que “estamos ante una labor de importancia crucial, justa y factible”.

Foto: Ante