La brutal y sistemática violación de los derechos de la población femenina -adulta y menor de edad- en Afganistán, bajo la dictadura del fundamentalista movimiento religioso Talibán, requiere que las mujeres y las niñas de ese país obtengan el estatus de refugiada, de acuerdo con lo planteado por un grupo de expertos internacionales
La brutal y sistemática violación de los derechos de la población femenina -adulta y menor de edad- en Afganistán, bajo la dictadura del fundamentalista movimiento religioso Talibán, requiere que las mujeres y las niñas de ese país obtengan el estatus de refugiada, de acuerdo con lo planteado por un grupo de expertos internacionales.
La criminal teocracia violentamente instalada, hace algo más de dos años, en el país del centro-sur asiático, mantiene, a ese segmento de la sociedad nacional, en situación de discriminación y sometimiento, señalaron los especialistas de Naciones Unidas, en una declaración que dieron a conocer el 14 de agosto.
Si bien el régimen teocrático musulmán viola los derechos humanos en términos generales, la situación es particularmente dramática en el caso de las mujeres, las adolescentes, y las niñas, reafirmaron.
En tal contexto, es necesario apoyar los esfuerzos de las activistas afganas, los mismo de quienes se encuentran en el país que de las líderes en el exilio, expresaron, asimismo, los especialistas, en la denuncia que fue destacada, el mismo día, por Noticias ONU -la agencia informativa de Naciones Unidas-.
Ante la represión de género, la situación requiere “que se conceda el estatuto de refugiada a todas las mujeres y niñas afganas por las violaciones de sus derechos fundamentales”, propusieron los 32 firmantes de la declaración.
“Los talibanes han intensificado sus esfuerzos para someter a las mujeres y niñas a una dominación total, al prohibirles trabajar y acudir a la escuela si tienen más de 10 años, en varias provincias del país”, denunciaron, a manera de ejemplo.
Ante ese cuadro de situación, exhortaron, a la dictadura, a “permitir que todas las mujeres y niñas disfruten de todos los derechos humanos, incluyendo la libertad de circulación y la participación en la vida política y pública, el acceso a la educación y al trabajo”.
Asimismo, plantearon, a la comunidad internacional, que las garantías fundamentales deben estar en el centro de cualquier comunicación con funcionarios del misógino régimen terrorista.
Al respecto, precisaron la necesidad de “garantizar que el compromiso político, con todos los interlocutores afganos, esté centrado en los derechos humanos”.
Los especialistas también hicieron referencia a la represión de que son objeto otros segmentos sociales, entre ellos la comunidad sexualmente diversa y ex integrantes del ilegítimo aparato de seguridad.
En ese sentido, destacaron, además de la población femenina, a “las minorías étnicas, religiosas y de otro tipo, las personas con discapacidad, los desplazados, las personas LGBTQ+, los defensores de los derechos humanos y otros actores de la sociedad civil, los periodistas, los artistas, los educadores y los ex funcionarios del gobierno y de seguridad, como los más afectados”.
Por otra parte, formularon una exhortación a “respaldar las iniciativas de las líderes afganas y de los grupos de la sociedad civil que operan dentro y fuera del país, para explorar vías prácticas que promuevan los valores y principios de los derechos humanos”.
Los firmantes de la declaración -mayoritariamente, mujeres: 24- abordaron, asimismo, la crisis humanitaria que, bajo el régimen talibán, golpea a Afganistán -con particular fuerza, a mujeres y menores de edad-, la corrupción imperante, entre otros campos, en el referido a la distribución de asistencia.
Ante ello, se debe “idear formas de proporcionar ayuda que llegue directamente al pueblo afgano, y que apoyen los mecanismos de investigación y rendición de cuentas, y hacer frente a la impunidad.
La declaración fue emitida un día antes de cumplirse dos años desde la instalación de la dictadura ejercida por la organización extremista musulmana.
Surgido en 1994, en el marco de la guerra civil afgana (1992-1996), el fundamentalista movimiento armado estuvo, desde 1996 hasta 2001, en control de aproximadamente tres cuartas partes de los algo más de 652 mil kilómetros cuadrados que constituyen el territorio nacional.
La tiranía religiosa -caracterizada por despiadadas violaciones a los derechos humanos, en particular las garantías fundamentales de las mujeres, las adolescentes, y las niñas- fue vencida, en diciembre de 2001, por una invasión militar internacional, liderada y mayoritariamente constituida por Estados Unidos.
No obstante esa derrota, el grupo se mantuvo, desde entonces, en inclaudicable -y brutal- resistencia armada contra la ocupación foránea.
Tras el retiro, a mediados de 2021, de las tropas norteamericanas -las fuerzas extranjeras que entonces mantenían la intervención militar-, la ofensiva talibana logró el objetivo de derrocar al gobierno del presidente (2014-2021) Mohammad Ashraf Ghani, cuando tomó, el 15 de agosto de 2021, el control de Kabul -por lo tanto, del país-.
Sobre la violenta misoginia del régimen, Vrinda Narain, docente universitaria en el campo de los derechos humanos, y experta en el componente de género de la legislación musulmana, también hizo alusión, en un reciente artículo de opinión, al papel que la comunidad internacional debe desempeñar en el caso de la dictadura talibana.
En el texto publicado, el 9 de agosto, por el medio de comunicación australiano The Conversation, Narain hizo puntual referencia a combatir, también desde la trinchera legal, la discriminación de género que padecen las afganas, quienes constituyen un 49.5 por ciento de la población nacional -a su vez, estimada en algo más de 41.1 millones-.
“De los aproximadamente 80 edictos emitidos por los talibanes, 54 se dirigen específicamente a las mujeres, restringiendo gravemente sus derechos, y violando las obligaciones internacionales de Afganistán, y sus anteriores leyes constitucionales y nacionales”, informó, en calidad de denuncia.
“Los talibanes se muestran impertérritos, continuando donde dejaron hace 20 años, cuando se hicieron con el poder por primera vez”, aseguró, para, a continuación, advertir que “los resultados de sus ambiciones son casi apocalípticos”.