La inteligencia artificial, IA, automatiza procesos y maximiza la eficiencia, pero como toda nueva tecnología en el mercado, el mal uso de la misma trae consecuencias que afectan a la sociedad
Productividad garantizada, flujos de información más rápidos, simplificación de tareas, lo cual ahorra tiempo y dinero, es parte de la promesa de la disciplina llamada Inteligencia Artificial, que podemos describir como una máquina que imita las funciones cognitivas de los seres humanos como percibir, razonar, aprender y resolver problemas.
El objetivo de la IA es la creación de máquinas que imiten la inteligencia humana para realizar tareas, y que pueden mejorar conforme recopilen información.
Aunque la IA no es una nueva tecnología, pues se estima que su origen data de finales de la década del 50, con la «prueba de Turing» -primera herramienta de evaluación de la capacidad de una máquina para exhibir un comportamiento inteligente similar a un ser humano-, es hasta finales del 2022 que se lanza como un producto comercial masivo, de acceso a cualquier persona.
Como era de esperarse, ya esta disciplina comienza a usarse de manera antiética. Uno de los casos que ha llamado la atención a nivel mundial es las falsas fotografías de niñas desnudas creadas por IA en Alcalá de Henares, el cual se une a dos procesos abiertos por hechos similares en Almendralejo (Badajoz) y Ayamonte (Huelva), todas en España.
Se trata de fotos de menores de edad que fueron retocadas con un programa de AI para mostrarlas desnudas (en otras publicaciones mediáticas se hace referencia a fotoshop). La policía de la región que está tras la pesquisa, descubrió un bot deepfake en Telegram que falsificaba desnudos de mujeres a partir de fotos reales. Los agentes abrieron una investigación y lograron la identificación del autor, presuntamente menor de edad, que todavía no está detenido.
Según varios medios de comunicación en España, el menor de edad argumentó que se trataba de un juego y que ya había borrado las fotos de su móvil, pero al subirla en una red social, los padres de las víctimas piden al Juzgado una orden que obligue a la empresa tecnológica a borrar la huella digital de las fotos falsas, que siguen en sus servidores.
Este caso en donde tanto las víctimas como el victimario son menores de edad, reafirma la obligación de los gobiernos a establecer un marco jurídico que garantice la seguridad y los derechos fundamentales de las personas y las empresas, así como el establecimiento de normas sobre la calidad de los datos, transparencia, supervisión humana y rendición de cuentas.
El desarrollo de la inteligencia artificial no solo conlleva beneficios sino también desafíos y riesgos para la sociedad, por ello, son muchas las voces que llaman a considerar la ética en la IA, ya que puede ser utilizada para tomar decisiones que afectan a la vida y el bienestar de las personas.
Foto: Cottonbro studio