Las mujeres y las niñas recorren trayectos largos en busca del agua, lo que les impide dedicar ese tiempo a la educación, el trabajo o el ocio, además del riesgo que corren de sufrir daños corporales en el camino

A nivel global, casi dos mil millones de personas residen en hogares que carecen de instalación de agua corriente, de acuerdo con la información contenida en un informe dado recientemente a conocer por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En ese cuadro de situación, las mujeres y las niñas son, mayoritariamente, las encargadas de recolectar agua, señalaron las dos agencias especializadas del Sistema de Naciones Unidas, en el documento que titularon “Progresos en relación con el agua potable, el saneamiento y la higiene (ASH) 2000-2022: Enfoque especial en género” (Progress on household drinking water, sanitation and hygiene (WASH) 2000-2022: Special focus on gender”).

La referencia a agua potable, saneamiento, e higiene -en inglés: drinking water, sanitation, and higiene- genera, en ese idioma, la sigla “wash”, a su vez, palabra que significa “lavar” o “lavarse”.

Al informar, el 6 de julio, en un comunicado conjunto, sobre el lanzamiento, ese día, del texto de siete secciones contenidas en 172 páginas, Unicef y OMS denunciaron que, “según el informe, a escala mundial 1800 millones de personas viven en hogares sin instalación de agua corriente”.

En tal contexto, “es más probable que sean las mujeres las que se encarguen de ir a recoger agua para los hogares, probabilidad que se dobla en el caso de las niñas, que pasan más tiempo que los niños dedicados a esa tarea cada día”, precisaron.

Puntualmente, “las mujeres y las niñas mayores de 15 años son mayoritariamente las encargadas de recoger agua en 7 de cada 10 hogares, frente a 3 de cada 10 hogares en el caso de los varones”, agregaron.

Al respecto, con mayor precisión, denunciaron el componente de desigualdad de género, cuando revelaron que “las niñas menores de 15 años (7%) también tienen más probabilidades que los niños menores de 15 años (4%) de tener que ir a recoger agua”.

“En la mayoría de casos, las mujeres y las niñas recorren trayectos largos en busca del agua, lo que les impide dedicar ese tiempo a la educación, el trabajo o el ocio, además del riesgo que corren de sufrir daños corporales y enfrentarse a otros peligros en el camino”, plantearon.

Ambas agencias especializadas hicieron, así, alusión a situaciones que se presentan en países dramáticamente desertificados, como es el caso de Mauritania, en África Occidental -en el Sahel, la zona inmediatamente al sur del desierto del Sahara-, donde es frecuente ver a grupos de mujeres, acompañadas por niñas y niños, caminando extensas distancias entre sus respectivas comunidades y el más cercano pozo, del cual extraen agua subterránea -la única existente en esa zona-.

Según datos del informe reproducidos en el comunicado, “en la actualidad, en torno a 2,200 millones de personas –una de cada cuatro– todavía carecen de servicios de agua potable gestionados (proporcionados) sin riesgos en el hogar, y 3,400 millones de personas –dos de cada cinco– no tienen acceso a servicios de saneamiento gestionados sin riesgos”.

De ello resulta el hecho de que “en torno a 2000 millones de personas –una de cada cuatro– no pueden lavarse las manos con agua y jabón en el hogar”, indicaron las dos entidades mundiales.

También revelaron que, no obstante el crítico panorama expuesto, “en el informe se indican algunos progresos hacia el logro del acceso universal a servicios de ASH”.

A manera de ejemplo, señalaron que, en el período 2015-2022, “el acceso de los hogares a servicios de agua potable gestionados sin riesgos se incrementó del 69% al 73%; el acceso a servicios de saneamiento gestionados sin riesgos se incrementó del 49% al 57%; y los servicios básicos de higiene se incrementaron del 67% al 75%”.

Pero “el informe revela también que más de 500 millones de personas aún comparten instalaciones de saneamiento con otros hogares, lo que compromete la intimidad, dignidad y seguridad de las mujeres y las niñas”, precisaron, en calidad de denuncia.

“Por ejemplo, varias encuestas recientes realizadas en 22 países muestran que en los hogares con inodoros compartidos, las mujeres y las niñas tienen más probabilidades que los hombres y los niños de sentirse inseguras al caminar solas por la noche y de sufrir acoso sexual y otros riesgos para su seguridad”, plantearon, a continuación.

“Es más, cuando los servicios de ASH son inadecuados se incrementan los riesgos para la salud de las mujeres y las niñas, lo que limita su capacidad para gestionar de manera segura y privada sus periodos menstruales”, expresaron.

“En los 51 países de los que se dispone de datos, las mujeres y las adolescentes de los hogares más pobres y las que tienen alguna discapacidad tienen más probabilidades de carecer de un lugar privado para lavarse y cambiarse”, puntualizaron.

Por otra parte, “las conclusiones revelan asimismo que la falta de acceso a la higiene afecta también de forma más acusada a las mujeres y las niñas” indicaron Unicef y OMS.

“En muchos países, las mujeres y las niñas son mayoritariamente las que se encargan de las tareas domésticas y de cuidar a otras personas –son, por ejemplo, las que limpian, preparan alimentos y atienden a los enfermos–, lo que probablemente las expone a enfermedades y otros riesgos para su salud si no se protegen lavándose las manos”, advirtieron.

“El tiempo adicional que dedican a las tareas domésticas también puede limitar sus posibilidades de finalizar la enseñanza secundaria y encontrar empleo”, agregaron.

En la sección del informe referida a Salud Menstrual, se indicó que “las adolescentes y las mujeres habitantes en áreas rurales eran más propensas a usar materiales menstruales reutilizables, o a no usarlos en absoluto”.

“Muchas adolescentes y Mujeres no participaron en escuelas, trabajo, o actividades sociales, durante la menstruación”, principalmente por “no contar con un lugar privado para lavarse y cambiar sus materiales menstruales en el hogar”, agregaron.

Las agencias también hicieron mención de la “concientización de la menstruación antes de la menarquia (la aparición del primer período)”, indicando que las niñas quienes carecían de información al respecto, fueron más proclives a “tener experiencias negativas”.

Citadas en el comunicado conjunto, dos funcionarias de las organizaciones autoras del informe reafirmaron los planteamientos contenidos en el documento.

“Los datos más recientes de la OMS muestran la cruda realidad: cada año 1,4 millones de personas mueren por falta de agua, saneamiento e higiene adecuados”, dijo la directora del Departamento de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud de la organización internacional, María Neira.

“Las mujeres y las niñas no solo se enfrentan a enfermedades infecciosas por falta de agua, saneamiento e higiene -como diarrea o infecciones respiratorias agudas-, también corren riesgos adicionales para su salud porque son vulnerables al acoso, la violencia y las lesiones cuando tienen que salir del hogar para transportar agua o simplemente para usar el inodoro”, agregó.

En opinión de la directora de los Departamentos de Agua, Saneamiento e Higiene (WASH),  y Clima, Medio Ambiente, Energía y Reducción del Riesgo de Desastres (CEED) de Unicef, Cecilia Sharp, “el problema de la insalubridad del agua, los inodoros, y el lavado de manos en el hogar, impide, a las niñas, alcanzar su potencial, comprometen su bienestar, y perpetúan los ciclos de pobreza”.

“Responder a las necesidades de las niñas, en el establecimiento y aplicación de los programas de agua, saneamiento, e higiene, es fundamental para el acceso universal al agua y el saneamiento, y lograr la igualdad y el empoderamiento de género”, aseguró.

Sharp también reflexionó, como advertencia, en el sentido de que “cada paso que dan las niñas, para recoger agua, es un paso que las aleja de la educación, el juego, y la seguridad”.

Foto: cottonbro studio