Si bien las mujeres siempre han sido solidarias, les ha faltado sororidad, para crecer juntas como una manera de vida de bien común.

El feminismo no es la contraparte del machismo, sino  un conjunto heterogéneo de ideologías y de movimientos políticos, culturales y económicos que tienen como objetivo la igualdad de derechos entre varones y mujeres, así como cuestionar la dominación y la violencia de los varones sobre las mujeres y la asignación de roles sociales según el género.

En opinión de María José Yglesias, “el feminismo no es la denigración del hombre ni afirma la superioridad de la mujer. El verdadero feminismo es un movimiento que lucha por la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres, pues solo en armonía, equidad, amor y respeto entre los géneros podemos aspirar a una mejor sociedad. Desde esa perspectiva, ojalá poco a poco todos nos vayamos «convirtiendo».

La feminista y antropóloga mexicana Marcela Lagarde comenta en torno a la sororidad: “La alianza de las mujeres en el compromiso es tan importante como la lucha contra otros fenómenos de la opresión y por crear espacios en que las mujeres puedan desplegar nuevas posibilidades de vida”.

Si bien las mujeres siempre han sido solidarias, les ha faltado sororidad, para crecer juntas como una manera de vida de bien común.

Entonces, como lo apunta la sicóloga Érika Ávila, “más allá de hablar de feminismo se debe hablar de igualdad y equidad de género, la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres adecuándose a las necesidades y diferencias de cada persona. La sororidad viene a jugar un papel muy importante en este punto, ya que esta alianza entre mujeres nos permite tener el compromiso para exigir nuestros derechos, empoderamiento para nuestro plan de vida y eliminación de la discriminación y diferenciación contra las mujeres en todos los espacios (social, económico, cultural, laboral, político), e inclusive la violencia que existe a mano de su propio género, de la mujer misma. Con el respeto entre nosotras mismas hemos logrado grandes cambios e indagar en privilegios y espacios que eran exclusivos de los hombres, y boicotearnos y criticarnos entre nosotras mismas no es trabajar en sororidad; la sororidad es hacer un solo equipo».

Para la politóloga y empresaria Nuria Marín, como co fundadora de la organización ALAS y como su primera presidenta por seis años al respecto de la sororidad “esta falta de solidaridad entre mujeres y entre organizaciones de mujeres está cambiando. Nuestro lema: «mujeres apoyando a otras mujeres a volar más alto», refleja cómo nos vemos las mujeres de nuestra organización. El hecho de ser una red de redes con más de 60 mil participantes reafirma la validez de nuestros valores de sororidad (solidaridad entre mujeres) y las múltiples alianzas de la organización rompen con el paradigma de que no es posible trabajar juntas.”

 La politóloga hace mención de las palabras de la secretaria de Estado Madeleine Albright afirmó: “que había un espacio muy especial en el infierno reservado a las mujeres que no ayudan a otras mujeres.” Lo dijo porque, lamentablemente las mujeres pueden ser algunas veces las peores enemigas de otras mujeres. Sé que existen muchos estudios que analizan este tema, y no pretendo ser especialista de los porqués, pero sí pretendo luchar por un necesario cambio.

Además, Marín concluye: “la falta de sororidad por parte de algunas mujeres es una situación que muchas veces aprovechada por los hombres, que nos dividen en nuestras luchas, y logran así debilitarnos en el cumplimiento de nuestros objetivos. Hay también un temor, de que si una mujer no cumple las expectativas cuando ocupa responsabilidades, la mala experiencia puede impactar negativamente a otras mujeres. De ahí la importancia de que nos unamos y luchemos juntas para hacer posible los cambios necesarios para propiciar los cambios necesarios para que nuestras hijas y sus hijas vivan como un derecho pleno la igualdad.”

En las últimas décadas, los avances en la lucha por la defensa de los derechos de las mujeres han sido considerables. En este contexto, como lo expresa Martha Barragan, hoy más que nunca necesitan ser hermanas de causa, dispuestas a la ayuda mutua con sus congéneres, sin sentimientos negativos ni rivalidades.  Esta es la esencia de la sororidad.

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