Las lesiones en las mamas/seno se han convertido en un tema preocupante en nuestra cultura debido a la alta incidencia de procesos cancerosos en las mamas
Afortunadamente no toda masa mamaria es cancerosa y es común que muchos nódulos palpables correspondan a una lesión benigna llamada fibroma mamario.
El término fibroma se utiliza corrientemente en la jerga médica para referirse a ciertas masas o bultos sólidos que aparecen en múltiples órganos entre ellos en los senos. Específicamente a los fibromas mamarios también se les denomina como fibroadenomas.
A continuación, información sobre este tema que le permitirá aclarar dudas:
Cuando hablamos de masas o tumores sólidos nos referimos a aquellos que están rellenos de tejido a diferencia de los quistes que están rellenos de líquido, así los fibroadenomas están compuestos por fibras y glándulas.
Los fibroadenomas son los tumores más frecuentes del seno, y se presentan sobre todo después de la pubertad, así los observamos con mayor frecuencia entre los quince y los cuarenta años y es raro que aparezcan una vez sucedida la menopausia.
Se cree que estos tumores pueden originarse por el estímulo de las hormonas femeninas sobre los tejidos mamarios, quizás por eso son más frecuentes en la edad reproductiva, algunas veces se hacen más grandes durante el embarazo y pueden disminuir su tamaño durante la menopausia, momento en el que hay un descenso en los niveles de las hormonas femeninas.
Los fibroadenomas no son tumores cancerosos ni se transforma en cáncer, por eso se les considera tumores benignos. Sin embargo, su aspecto puede generar dudas y a veces es necesario realizar una biopsia para estar seguros del diagnóstico.
Los fibromas no provocan molestias o síntomas y en las etapas iniciales la mujer no logra sentirlos porque suelen ser muy pequeños, sin embargo, se vuelven palpables cuando alcanzan los diez milímetros, y se sienten como una bola dura, móvil e indolora. Es relativamente común que se formen varios fibromas, de diferente tamaño en el mismo seno o en ambos.
La ultrasonografía es el estudio más útil para realizar el diagnóstico, así el ultrasonido es capaz de detectar fibromas muy pequeños de hasta cinco milímetros de diámetro.
Por lo general los fibromas no requieren tratamiento. Sin embargo, sí es importante su control, con la realización de ultrasonidos periódicos para observar si crecen, si aparecen nuevos fibromas o si surge alguna otra lesión en el seno.
El tratamiento es quirúrgico y consiste en la extirpación completa del fibroadenoma bajo anestesia, con un análisis posterior de la lesión a través del microscopio para estar seguros del diagnóstico. Se operan sobre todo cuando la lesión crece y supera los diez milímetros, cuando se nota una deformidad en el seno o cuando hay dudas de que se pueda tratar de otra lesión.
La cirugía es sencilla, dura a lo sumo cuarenta y cinco minutos, y el paciente solo amerita unas cuantas horas de internamiento, es decir, se realiza bajo la modalidad de cirugía ambulatoria. Acorde a la ubicación y tamaño de la lesión se puede realizar con anestesia local, aunque es común que se prefiera la anestesia general. Por lo general a los siete días la paciente puede asumir su vida cotidiana con normalidad.