Francia Márquez se convirtió, oficialmente, en la primera líder negra, activista ambiental, mujer de clase socioeconómica baja, que ocupa la vicepresidencia de Colombia
El juramento le fue tomado, el 7 de agosto, por Gustavo Petro, el primer izquierdista -ex integrante de la disuelta organización guerrillera Movimiento 16 de Abril (M-19)- llegado a la presidencia del país sudamericano.
“Juro a Dios, y al pueblo, cumplir, fielmente, la Constitución y las leyes de Colombia”, expresó la dirigente, durante la ceremonia pública llevada a cabo, frente a la sede del bicameral Poder Legislativo, ante una multitudinaria y entusiasta asistencia.
“También, juro ante mis ancestros y ancestras”, expresó, serena y firme, la nueva vicemandataria.
Márquez cerró su breve, y al mismo tiempo intensa, declaración de compromiso -de 19 segundos de duración-, con las palabras que, además de ser un llamado que define un objetivo social, se han constituido en una de sus consignas: “hasta que la dignidad se haga costumbre”.
En declaraciones a medios de comunicación, en el marco de la instalación del primer gobierno colombiano que no es conducido por integrantes de sectores socioeconómicamente altos y políticamente conservadores, la vicepresidenta aseguró que, en Colombia se produjo lo que describió como “un momento histórico”.
“Hoy, hemos llegado a ocupar el poder del Estado, para gobernar a favor de los y las nadies, de la diversidad, de la madre tierra, del arte y la cultura, a favor de todo el pueblo colombiano”, planteó.
Francia Márquez calificó este momento como histórico para el país y expresó que, desde hoy, se ha comenzado a escribir una historia de cambio para Colombia, hasta que la dignidad se haga costumbre.
La administración Petro-Márquez se instaló, democráticamente, “para tejer una agenda de construcción y de reparación, que nos permita afrontar, de manera colectiva, los desafíos que tiene nuestra América”, señaló, para exclamar que “ese es el desafío que tenemos!”.
También hizo referencia al triunfo electoral -con más de 50 por ciento de los sufragios emitidos en la votación, en segunda vuelta, el 19 de junio- registrado por la fórmula presidencial que fue impulsada por la izquierdista coalición Pacto Histórico.
“Colombia dio el paso para dignificar nuestras vidas, y, junto con Gustavo Petro como presidente, asumiremos con compromiso este mandato”, aseguró.
Su liderazgo lo mismo ambientalista que comunitario la hizo receptora, en 2015, del Premio Nacional de Derechos Humanos, y, en 2018, del Goldman Environmental Prize (Premio Ambiental Goldman).
La segunda es la distinción creada por la estadounidense Goldman Environmental Foundation (Fundación Ambiental Goldman), para reconocer el trabajo, a nivel mundial, de las personas a quienes considera “héroes ambientalistas de base”.
Por su labor ecologista, feminista, y comunitaria, Márquez ha sido recurrentemente amenazada, contexto en el cual fue objeto de un atentado.
El marco de violencia en que pasó a desempeñarse, la obligó a salir de su comunidad, además de exiliar a sus dos hijos.
Como parte de su riesgoso activismo, la dirigente protagonizó un enfrentamiento público con el entonces presidente de Colombia (2010-2014, 2014-2018), Manuel Santos –un ex ministro de Defensa (2006-2009), durante el régimen del guerrerista presidente Álvaro Uribe (2002-2006, 2006-2010)-.
La dirigente cuestionó, al mandatario, por lo que definió como incumplimiento gubernamental con compromisos asumidos con las diferentes comunidades étnicas del país.
El ingreso de Márquez a la arena política se concretó en 2018, cuando se postuló para integrar la Cámara de Representantes del parlamento nacional -también compuesto por el Senado-, objetivo que no fue logrado.
Más recientemente, fue precandidata a la presidencia colombiana, para 2022, por Pacto Histórico -postulación ganada por Gustavo Petro-.
Días después de esa elección interna, la alianza dio a conocer su exitosa fórmula electoral: Petro-Márquez.