La diputada oficialista Shirley Rivera se convertirá, en enero, en la tercera presidenta del Congreso de Guatemala, en algo más de treinta años desde el restablecimiento de la democracia en el país centroamericano.
Rivera, parlamentaria por el gibernante y derechista partido Vamos por una Guatemala Diferente (Vamos), encabezará, desde el 14 de enero -para el período 2022-2023- la Junta Directiva del unicameral organismo legislativo.
En la estructura de nueve integrantes, estará acompañada por solamente otra mujer
-Carolina Orellana, diputada por la centroderechista Unión del Centro Nacional (UCN)-, como segunda vicepresidenta.
La candidatura de la legisladora fue apoyada, en la sesión parlamentaria del 18 de octubre, por 101 de los 149 congresistas presentes -del total de 160, quienes representan a 29 partidos de variada orientación ideológica-, para desempeñarse en el nuevo cargo.
Rivera se convirtió en la tercera mujer elegida para el desempeño de la presidencial del Congreso de la República, en los 35 años desde que, luego de haber soportado represivas dictaduras militares, Guatemala recuperó, en 1986, el sistema democrático, al haberse llevado a cabo las primeras elecciones libres -que condujeron al democratacristiano Marco Vinicio Cerezo, a la presidencia del país-.
Dos mujeres anteceden a la parlamentaria, en la conducción del organismo legislativo, en un país donde el machismo constituye un fenómeno sociocultural considerablemente fuerte.
En este sentido, según lo indicado por la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres, en su sitio en Internet, “la violencia contra las mujeres se ha manifestado como un continuo en la historia de Guatemala”.
“Y la violencia de género ha sido perpetuada como una herramienta de subordinación y control de la vida y cuerpo de las mujeres, sustentada por una cultura patriarcal y conservadora y un sistema frágil de seguridad y respuestas judiciales que genera impunidad”, según la misma fuente.
En tal contexto, la conducción del Congreso ha sido, históricamente, “asunto de hombres”, exclusividad rota por las dos antecesoras de Rivera.
Se trata de la democratacristiana Catalina Soberanis, la vanguardista, quien llegó, hace 31 años, a la presidencia, cargo que desempeñó en el período 1991-1992.
Le siguió, dos años después, la abogada Arabella Castro, diputada por el derechista Partido de Avanzada Nacional (PAN), quien lideró en dos momentos -1994-1995, 1997-1998- el parlamento guatemalteco, además de haber sido, en 1995, presidenta de la Corte de Constitucionalidad.
Al agradecer sus colegas, la elección, Rivera dio un mensaje de fuerte contenido religioso.
En su discurso, la diputada aseguró que tiene “un compromiso con Dios”.
También expresó que es necesario actuar “haciendo las cosas como para Dios, porque sabemos que esta es la mejor forma de dar resultados”.
Igualmente, formuló, a los demás congresistas, una exhortación a que “respetemos lo que dice la Biblia, en el libro de Romanos XIII: sométase toda persona a las autoridades que gobiernan, porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen por Dios son constituidas”.
“Por consiguiente, el que resiste a la autoridad, a lo ordenado por Dios, se ha opuesto, y, los que se han opuesto, sobre ti, recibirán condenación, porque los gobernantes no son motivo de temor”, continuó expresando, a manera de prédica.
Por otra parte, subrayó que la conducta de los integrantes del organismo legislativo, debe constituirse en modelo para la población en general.
La parlamentaria hizo, así, alusión al hecho de que el Congreso guatemalteco es una de las instituciones que registran considerablemente bajo nivel de credibilidad popular, ya que es visto como una entidad caracterizada por la corrupción y la ausencia de ética.
Al respecto, dijo que “quiero hacer un llamo, a nuestros compañeros diputados, para que seamos un ejemplo para el pueblo de Guatemala”.
Y, en una nueva referencia de naturaleza religiosa, planteó que “el respeto, es algo primordial”.
“El respeto, a nuestras autoridades, va a hacer la diferencia”, indicó, a manera de anticipo de los parámetros en los cuales se enmarcará su trabajo al frente del parlamento.
Ello, “porque, respetando nuestras autoridades, estamos respetando a nuestro Dios, que es el que pone reyes y quita reyes”, aseguró.