La conservadora Sandra Torres, en su tercer intento por llegar a la primera magistratura del país centroamericano, repitió gestión en la primera vuelta, ubicando su papeleta como primera entre las 22
El resultado de la votación presidencial del fin de semana en Guatemala, fue una mezcla de lo esperado y de un factor de sorpresa.
Por una parte, conservadora Sandra Torres, en su tercer intento por llegar a la primera magistratura del país centroamericano, repitió gestión en la primera vuelta, ubicando su papeleta como primera entre las 22, y se anotó para segunda votación.
Lo inesperado fue el surgimiento del centroizquierdista Bernardo Arévalo, quien, desarmando el universo de pronósticos surgidos de encuestas de intención de voto -que lo ubicaban con menos de tres por ciento-, resultó ser el segundo aspirante más votado -durante buena parte del conteo de votos, el primero-.
Torres ha desarrollado trayectoria, en la desprestigiada clase política guatemalteca, iniciando su proyección pública como primera dama, durante la cuestionada administración (2008-2012) de su entonces esposo, Álvaro Colom -acusado, luego del cuatrienio presidencial, de haber incurrido en corrupción-.
En un plano menos mediático, Torres fundó, en 2003, la Unión Nacional de la Esperanza (UNE), agrupación política que llevó a Colón -con quien se casó ese año-, a la presidencia.
Entre los programas sociales que impulsó durante el gobierno de su marido, se destacó la iniciativa denominada “Mi Familia Progresa”, para la cual reclutó a numerosas instituciones estatales, logrando éxito principalmente en el área rural -cuyos habitantes, mayoritariamente indígenas, están históricamente en extrema precariedad socioeconómica-.
Ese fue el trampolín desde el cual se lanzó a buscar la presidencia del país.
Próximo a finalizar el gobierno de la UNE, la fundadora del partido identificado como socialdemócrata, anunció, por vez primera, su aspiración a convertirse en la primera guatemalteca en el ejercicio del principal y más codiciado empleo en Guatemala.
Lo hizo, en abril de 2011, con la intención de participar en las elecciones de setiembre de ese año, pero su condición de -aún- primera dama, se lo impidió.
El artículo 186 -de los 281- de la Constitución guatemalteca, establece, entre las “Prohibiciones para optar a los cargos de Presidente o Vicepresidente de la República”, en el tercero de sus siete incisos, el parentesco “dentro del cuarto grado de consanguinidad y segundo de afinidad del Presidente o Vicepresidente de la República, cuando este último se encuentre ejerciendo la Presidencia”.
Caracterizada por no retroceder ante adversidades, Torres tomó la decisión de divorciarse del entonces mandatario.
La separación formal se oficializó en junio de ese año, y generó, por su obvia naturaleza ilícita, recursos de amparo, tramitados por opositores, no obstante lo cual la Corte de Constitucionalidad (CC) -encargada de defender el orden constitucional, rechazó esas acciones, para ratificar el divorcio.
Ello no impidió que los recursos legales continuasen, ahora contra la candidatura de la ex primera dama, lo que condujo, al Tribunal Supremo Electoral (TSE), a rechazar, sobre la base del artículo 186 constitucional, la inscripción de la postulación de Torres, impulsada por la UNE.
Sin embargo, persistió, en el ámbito judicial -lo mismo que en el político-, incertidumbre respecto a la posibilidad de que, mediante alguna apelación, la aspirante presidencial lograse mantenerse en la contienda de ese año.
El tema quedó cerrado cuando la CC falló, el 8 de agosto de 2011, a favor de la no inscripción de la postulación de Torres.
Superado ese contratiempo, la ex primera dama se candidateó en los tres procesos electorales siguientes -2015, 2019, 2023-, habiendo pasado, en todos los casos, a segunda vuelta.
La tenazmente reincidente aspirante presidencial se ubicó en segundo lugar, en 2015, después del derechista y corrupto comediante Jimmy Morales, frente al cual, eventualmente, perdió.
En el nuevo intento, en 2019, ascendió un escalón, para colocarse primera, seguida por el autoritario y también corrupto derechista Alejando Giammattei, a quien no logró derrotar
Apenas cerrado ese proceso electoral, Torres enfrentó un contratiempo mayor que los anteriores.
La ex primera dama fue detenida, en setiembre de 2019, por decisión de la jueza Claudette Domínguez, bajo sospecha de haber cometido los delitos de asociación ilícita, y de abstenerse de declarar financiamiento electoral.
De acuerdo con lo señalado en la acusación, Torres -entonces secretaria general de la UNE- omitió declarar, al TSE, alrededor de media docena de aportes, por casi seis millones de quetzales (algo más de 760 mil dólares) -que autorizó-, para el proceso comicial de 2015.
Según lo señalado entonces por la Fiscalía de Sección contra la Corrupción -más conocida como Fiscalía contra la Corrupción, o Fiscalía Anticorrupción-, la UNE uso una estructura paralela a la organización legal del partido, constituida por tres sociedades anónimas, para la recepción y la administración de esos recursos.
La UNE, con Torres como secretaria general, evadió, así, el control del TSE, de acuerdo con lo indicado en la acusación.
En declaraciones a periodistas, mientras era detenida por agente policiales, la dirigente se declaró víctima de persecución política por parte de Giammattei.
“Pregúntele al doctor Giammattei, que él dijo que no se iba a quedar tranquilo hasta que me metiera a la cárcel”, afirmó.
“Vayan a preguntarle a él”, reafirmó, para, a continuación, agregar que su detención fue un acto de “persecución política, totalmente”.
Torres fue mantenida en prisión hasta el 29 de noviembre de 2022, cuando la misma jueza que la encarceló -Domínguez- ordenó, sorpresivamente, el cierre del proceso penal, argumentando que “no existen elementos suficientes”.
En su cuarto intento consecutivo -el 25 de junio de 2023- por llegar a la presidencia de Guatemala, Torres figuró, en las encuestas de intención de voto, como la candidata favorita -seguida por el derechista Edmond Mulet, postulado por el partido Cabal, y la ultraderechista Zury Ríos, por la coalición bipartidista Valor Unionista-.
El nombre del partido de Mulet es la expresión popular “cabal”, que indica que se está de acuerdo con lo que alguien dice, y que también es el equivalente a expresar “todo bien”.
Ríos, una ex diputada por el ultraderechista Frente Republicano Guatemalteco (FRG), fundado por su padre, el sanguinario ex dictador militar (1982-1983) Efraín Ríos Montt, fallecido en 2018, mientras era juzgado, por segunda vez, por genocidio específicamente contra el pueblo indígena guatemalteco ixil-.
La población indígena -en términos generales, y, en particular la asentada en el Triángulo Ixil, en el noroccidental departamento de Quiché, fronterizo con México- fue brutalmente reprimida por sucesivas dictaduras -incluida la de Ríos Montt- durante la guerra interna (1960-1996).
Triángulo Ixil es la denominación de la zona delimitada por las comunidades ixiles de Chajul (vértice norte), Cotzal (vértice oriental), y Nebaj (vértice sur).
Centenares de comunidades indígenas fueron arrasadas en operaciones militares de exterminio, basadas sobre la acusación de que sus pobladores apoyaban a la entonces guerrillera Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (Urng) -actualmente, un partido político-.
El primer juicio resultó, en 2013, en la condena, del criminal, a 80 años de prisión, pero la sentencia fue inmediatamente anulada por la CC, sobre la base de un inaceptable tecnicismo, lo que determinó que el proceso penal se reabriera, pero el genocida murió en el proceso, quedando, el genocida, impune.
Escrutado un 98.1 por ciento de las algo más de 122 mil actas producidas por las aproximadamente nueve mil Mesas Receptoras de Votos, Torres se mantenía en primer lugar, con 15.7 por ciento de alrededor de 5.5 millones de votos emitidos -del padrón electoral integrado por poco más de 9.3 millones de votantes, entre 17.9 millones de habitantes como población nacional-.
En un cercano segundo escalón, Arévalo -postulado por el izquierdista Movimiento Semilla- presentaba 11.8 por ciento.
En declaraciones que formuló, en conferencia de prensa en un hotel capitalino, la madrugada del 26 de junio -cuando el escrutinio preliminar del TSE marcaba la tendencia irreversible a favor de los dos candidatos más votados-, Torres se declaró satisfecha con los resultados.
“Estoy muy agradecida, primero con Dios, y, luego, con la gente, que siempre nos ha respaldado y apoyado”, expresó.
Confiada en el triunfo, en la segunda vuelta -programada para el 20 de agosto-, la hasta ahora candidata favorita vaticinó, con entusiasmo, que “vamos a ganar, contra quien sea”.